Coronavirus | Cádiz

Los jóvenes se preparan para su primera noche sin toque de queda

  • Unos dos centenares de chavales vuelven a concentrarse para socializarse -bebiendo, o no, con mascarilla, o no- en el módulo central de la Playa Victoria

  • En Santa María del Mar se reunieron en grupos más dispersos, sin atisbos de fiesta masiva

  • A partir de esta noche, cada uno podrá decidir si contribuye a frenar la pandema o a que regrese el colapso a los hospitales

Ambiente nocturno en una terraza de Cádiz durante el pasado verano.

Ambiente nocturno en una terraza de Cádiz durante el pasado verano. / Fito Carreto

Cuando estamos ya cerca de atravesar el ecuador de la primavera, centenares, miles de ejemplares de humanos jóvenes vuelven a cumplir con un rito ancestral en los parajes costeros.

Arremolinados bajo las cárcavas litorales, a pie de playa, individuos inmaduros, tanto machos como hembras, se socializan, comparten experiencias, disfrutan analógicamente de esa cosa llamada amistad, aprenden –o desarrollan los más avezados– rituales de apareamiento –parece ser que mayoritariamente online en su primera fase– y proyectan un futuro, que después de más de un año de pandemia se adivina todavía más incierto que antes.

Y lo hacen como siempre: abrevando, o no, en torno a una litrona, a un lote de combinado barato o agarrados a una lata de Monster o de un botellín azul de Salitos, la última moda. Todo entre bocanadas mayoritariamente sin aliño.

Anoche, lo único diferente de la escena es que será la última noche –esperamos que sea así– que tengan que salir corriendo para estar en sus casas a las once, como cuando eran todavía más jóvenes. Porque parece claro que será la madrugada del sábado al domingo, una vez suspendido –decaído, se dice ahora– el estado de alarma y el toque de queda cuando se lancen a disfrutar de una libertad temporalmente perdida o todavía no disfrutada.

Anoche, lo único diferente a otros años es que una pandemia ha diezmado de manera implacable –y sigue haciéndolo en otras regiones, sobre todo de más allá del lado bueno del mundo– a la población adulta de su misma especie. Es probable que incluso causando alguna baja en su núcleo familiar más o menos extenso.

Lo único diferente ahora, y no es poco, es que cada uno de ellos puede contribuir a que vuelvan a dispararse las temidas cifras de casos por cada cien mil habitantes, a que regrese el colapso a los hospitales, o a que, por el contrario, se contengan o desciendan esos temibles números. Una responsabilidad que, evidentemente, no recae sólo en ellos. La falta de limitación de personas en las reuniones familiares y el permiso para celebraciones con centenares de invitados preocupan a muchos.

El caso es que anoche, en el módulo central de la Playa Victoria y en ese tramo del Paseo Marítimo volvieron a concentrarse entre uno y dos centenares de jóvenes en grupúsculos de aproximadamente diez individuos, muchos sin la mascarilla puesta. Una cifra considerablemente menor que la del último domingo y la de hace dos sábados –recuerda el camarero de un bar cercano– cuando tuvo que acudir la Policía para disolver un botellón masivo.

Mientras tanto, en la playa de Santa María del Mar se podían contabilizar hasta una veintena de núcleos de chavales, mucho más dispersos, disfrutando de la puesta del sol y de las primeras horas de la noche. Había más ambiente de fiesta en un bar cercano –bajo todas las medidas de prevención exigibles, por supuesto– que allí en la playa, justo abajo de la Comisaría de la Policía Nacional.

De hecho, la bolsa de plástico prácticamente ha desaparecido como accesorio antes imprescindible de la indumentaria juvenil de fin de semana. Aunque quizá todavía haya que recordar que en toda Andalucía está prohibido desde hace años hacer botellón en calles y plazas. Y a partir de esta noche, también.

En cualquier caso, en dos supermercados cercanos no habían notado un incremento en la venta de lotes. “Aquí los sábados vendemos muchos más a adultos en general, que se montan la fiesta en casa”, asegura la cajera de uno de estos establecimientos. “Lo que pasará mañana, la verdad es que no lo sé. Mañana veremos”, responde.

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