Los Festivales son para el verano. La música, la brisa, el murmullo del agua, el jardín, el vino, la nostalgia, el ritual gastronómico y el atardecer. Pocos son los lugares que puedan reunir tantas significaciones culturales y, sin embargo, todas ellas se dan muy cerca y son generosamente accesibles.

Los jardines de las bodegas del sherry evocan un aroma califal. La transformación creativa de la naturaleza encierra, en suma, la simulación del paraíso prometido: el canto de los pájaros, la fragancia de sus flores y el aroma a roble americano y a oloroso viejo.

El palacio omeya jerezano está dotado de una realidad lingüística plena de sabores almohades: Alcohol, aljibe, alambique, palabras que nos transportan a una cultura culinaria de tradición andalusí. Pero no nos olvidemos que estamos ante la representación de un vino viajero, imperial, que convierte esas grandes catedrales del vino en centros industriales en el siglo XIX. Las bodegas jerezanas son también, dando un gran salto en el tiempo, escenarios victorianos conectados con el romanticismo y toda la narrativa inglesa decimonónica.

El sherry es un vino tan complejo, con un capital cultural tan grande, que acepta muchísimas connotaciones y representa todo un universo de matices sutiles con los que vincularse. En este sentido, el Tío Pepe Festival se consolida como un gran escenario donde se viven diferentes experiencias alrededor del vino y la afamada bodega gaditana lo celebra del nueve al dieciocho de agosto en Jerez de la Frontera.

En el festival conviven diferentes actividades enológicas y gastronómicas. La acertada programación musical, a cargo de Paco López, presenta una de las ofertas más completas del panorama musical internacional. Contenidos artísticos de calidad en espacios únicos que entran de lleno en la tradición de festivales veraniegos, con la sorprendente consolidación en muy pocos años, ya que la primera edición es de 2014.

Puedes ir al Festival de múltiples maneras. A escuchar "Esos locos bajitos" de Serrat, a probar un brandy Lepanto PX con los sones líricos de México lindo y querido de Ismael Jordi y Fernando de la Mora, o a descubrir la gastronomía andalusí de Paco Morales (Del restaurante Noor) mientras suena la voz desgarrada de Luz Casal interpretando "Piensa en mí".

Juanes, Morat, Sara Baras, Sergio Dalma, Roger Hodgson, Loquillo junto a la vanguardia gastronómica de Quique Dacosta, Paco Roncero y Roberto Ruiz se dan cita en varias localizaciones de la bodega más visitada de Europa. Cualquiera de las actividades se pueden adquirir de manera independiente, por lo que puedes libremente acceder al recinto de muchas formas y a precios más que razonables. El gran patio de la tonelería lo convierten en un gran concert hall y los jardines de Villa Victorina son un improvisado y jerezano Globe Theatre con sabor a oloroso.

En nuestra opinión, la bodega González Byass consigue con esta iniciativa un objetivo muy interesante, democratizar el lujo y transformar el concepto tiempo. Una noche en este Festival es una oportunidad para entender el arte. Los jereces son vinos largos, reliquias del tiempo que duermen en bodegas al margen de la vida rápida y del vértigo del tiempo. La escritora alemana Andrea Köhler defiende en su libro "El tiempo regalado" las ventajas de la lentitud y de la espera. "El hombre es el único animal que sabe que su vida termina y es eso lo que le lleva a crear arte"

Internet, Twitter y Facebook nos han convertido a todos en seres más impacientes e impulsivos, cuando realmente debemos considerar que toda espera es un tiempo regalado y no perdido. La tesis de Köhler es una acertada reflexión sobre los beneficios de la espera que los sherries vienen practicando hace siglos.

Los gaditanos tenemos que volver a entendernos con Jerez a pesar de "lo mucho que me cuesta ser tu amigo" y este Festival es una magnífica oportunidad para tener, como canta Rosario Flores, "Algo contigo".