EL PASEANTE

El comercio no quiere compañía

  • Calle Compañía. La presencia de manteros aumenta en los meses de verano con el consiguiente perjuicio para los locales de la zona, que denuncian competencia desleal

EL problema de los manteros en la calle Compañía no es nuevo. Los comerciantes de la zona se muestran resignados ante una situación que persiste sin que se perciban cambios o se impulsen medidas para solucionarlo.

"Esto es endémico", apunta la propietaria de uno de los locales de la zona. En la tienda de al lado se quejan: "Es lo mismo todos los años, pero nunca cambia nada".

La calle Compañía, una de las arterias comerciales de la ciudad, es uno de los lugares más frecuentado por los manteros. Su presencia supone una competencia añadida para los comerciantes locales. A la ya de por sí maltrecha situación económica, los dueños de las diferentes tiendas denuncian que, al no pagar éstos ni impuestos ni alquiler, la situación de desventaja se vuelve insalvable.

"Yo pago mis impuestos, el alquiler, estoy dado de alta", explica otro de los afectados. Una situación que impide reducir más el margen de beneficios para poder competir con sus precios.

En muchas ocasiones, el género que venden los manteros coincide con el de las tiendas. En ese caso, el perjuicio, según argumentan, es doble: "Aunque el precio fuese el mismo, yo para vender primero tengo que conseguir que entren en mi tienda. Ellos tienen todo el género a la vista delante de mi local", denuncian.

A los que no afecta directamente la competencia porque su actividad comercial es diferente, sufren por su ubicación. "Se ponen en la puerta o en el escaparate y no dejan ver la tienda ni pasar".

Pese a la difícil situación, los comerciantes son comprensivos y hasta empatizan con los vendedores ambulantes. Entienden que, al igual que ellos, solo buscan sobrevivir. Lo que piden es igualdad de condiciones y, sobre todo, respeto. Denuncian que, además del perjuicio económico, muchos de los manteros han mostrado actitud desafiante cuando le piden que no se sitúen junto a su escaparate o la entrada de su local. Otros, hablan de represalias a raíz de denuncias públicas o llamadas a la policía.

Este no es, sin embargo, el único escollo para la economía veraniega de los comerciantes. Algunos de ellos han notado un descenso en el número de cruceristas en estos últimos meses. "El año pasado vendimos más. Éste no están llegando, cuando bajan del barco se los llevan fuera en autobús", denuncian.

La solución es unánime: mayor presencia policial. Los comerciantes explican que el dispositivo actual es "insuficiente además de ineficaz". "Cuándo ven a la policía se van, pero vuelven al instante", explica un propietario. Una actitud, a su entender, poco efectiva. "Es necesario presencia continua", dice. Otros afirman que en muchos casos la policía pasa junto a ellos sin ni siquiera recriminarle su actividad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios