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Cádiz

La ciudad eterna

  • Retrasos. Los grandes planes urbanos, los que conforman el modelo de ciudad, acumulan en Cádiz décadas de espera lo que ralentiza el desarrollo económico y social de la capital gaditana

El 26 de mayo de 2019 se celebrarán nuevas elecciones municipales, a doce meses vista y cuando se cumplen 40 años desde los primeros comicios locales tras el retorno de la democracia. Tras el vuelco político de la convocatoria de 2015, con la llegada de José María González (Podemos-Ganar Cádiz) a la Alcaldía, ahora está por ver si éste revalida su puesto e incluso si alcanza la mayoría absoluta, o si, por el contrario, el centro-derecha recupera el poder perdido.

Más allá del día a día en la gestión de la ciudad, Cádiz afronta una nuevas elecciones locales, una más, con la mayor parte de los grandes proyectos que deberían de conformar su modelo de ciudad aún abiertos, en muchos casos paralizados y en otros peligrosamente ralentizados. Todo lo que toca de lleno a nuestra economía y, sobre todo, lo que toca de lleno a la figura de Cádiz como capital de la provincia: la relación puerto/ciudad, el suelo industrial en el polígono exterior de la Zona Franca, el Hospital General, la vivienda pública, el parque natural de la Bahía, el plan plaza de Sevilla, está afectado.

Lo preocupante de la situación actual de estos proyectos es que la gran mayoría de estas actuaciones llevan estancadas durante más de una década, por lo que la capital, la ciudad eterna, ha perdido los beneficios que deberían de haber producido para toda una generación durante esta larga espera. No olvidemos que, según los compromisos anunciados, el desarrollo de todas estas operaciones hubieran creado más de 7.000 empleos en la ciudad, invertido más de 1.200 millones de euros y construido unas 4.000 viviendas.

Esta parálisis eterna demuestra, además, la ausencia de un modelo de ciudad bien planificado, consensuado entre la clase política, empresarial y vecinal y, también, la legendaria falta de apoyo hacia Cádiz por parte de las restantes administraciones públicas, tan necesaria para una población tan dependiente de éstas.

En mayor o menor medida el crecimiento urbano en estas cuatro décadas se ha realizado a trompicones, llenando huecos y cambiando conceptos y diseños a cuenta de los cambios presupuestarios o políticos.

Este déficit ciudadano no recae sólo sobre las espaldas del Ayuntamiento de Cádiz. La Junta de Andalucía y el gobierno Central tienen muchas responsabilidades en buena parte de ellos, siendo algunos los más importantes por su calado. La lógica debería de incluir todos estos proyectos en el debate que de aquí a un año se produzca ante las elecciones de 2019.

ZONA FRANCA

En 2001 se aprobó el Plan Especial para el desarrollo del último polígono industrial de la ciudad, ya entonces casi totalmente abandonado. Poco después, Consorcio y Ayuntamiento pusieron en marcha una sociedad conjunta para planificar el nuevo área y ver cómo ejecutar su reordenación. Se estudiaron uno por uno los locales y talleres y se planificó una compra de parte de los mismos por parte de la Zona Franca, como motora de la operación.

En plena campaña electoral, en 2011, el ministro de Hacienda del PP, Cristóbal Montoro, se comprometió a la elaboración de un plan de reindustrialización para la Zona Franca de Cádiz, nunca ejecutado aunque, eso sí, no se tardó en aprobar la creación de una Zona Franca en Sevilla. En aquel momento se anunciaba una inversión en todo el recinto de 600 millones de euros, público y privado, y la creación de 5.000 puestos de trabajo.

A la vez, el PGOU vigente desde 2012 diseñaba en estos terrenos espacios para industrias limpias acompañadas por diversos equipamientos y 854 viviendas. De éstas sólo ha salido adelante la torre que ahora se termina en la glorieta de la Zona Franca.

El efecto negativo de la caída de todo el sector industrial de la ciudad, del que apenas queda una mermada factoría naval, obligaba a una respuesta contundente por parte del Estado, que nunca ha llegado. Y aunque hoy Cádiz realiza una apuesta por el turismo y la cultura como pata esencial de su económica, los expertos en sociología y en urbanismo dicen que una ciudad, para mantener su vitalidad, debe contar también con un espacio dedicado a la industria. Aquí, que estamos siempre tan justos de suelo, aún lo tenemos. Pero vacío.

PUERTO/CIUDAD

Hueco va quedando también en el muelle. Siempre abierto a la polémica sobre sus usos y sobre su crecimiento. Pasó cuando se anunció el relleno para crear el muelle de contenedores Reina Sofía, rechazado por el gobierno del socialista Carlos Díaz. Desde que se anunció la construcción de un nuevo puerto y comenzó el crecimiento del tráfico de cruceros el Ayuntamiento, ya con Teófila Martínez, puso sobre la mesa la relación muelle/ciudad. Debates sobre qué hacer han sido mil en los últimos quince años.

Hoy aún seguimos hablando, con el Reina Sofía ya casi vacío. Pasamos de llenarlo de viviendas, a levantar otro campo de fútbol, zonas de ocio y manteniendo escasa actividad portuaria.

Nos olvidamos, seguramente, que estos 300.000 metros cuadrados serán los últimos, por su amplitud, sobre los que se podrá actuar. Como el gran 'suelo de oportunidad' parece lógico que se ocupe con elementos que ayuden a crear empleo, calidad de vida para la ciudad y proyección de la ciudad de cara al exterior. Su desarrollo, a fin de evitar otra década de debates y diez años más de obras, debería contar con el apoyo de todas las administraciones y dar facilidades para la llegada de la iniciativa privada.

Si la Zona Franca tendría que haber sido el gran contenedor de empleo de la capital, el muelle tendría que convertirse en la imagen de una ciudad del siglo XXI, del que ya hemos perdido sus dos primeras décadas.

HOSPITAL/JUSTICIA

Si Zona Franca y el muelle pueden considerarse operaciones de calado dentro de la trama urbana, por el suelo afectado y las posibilidades de uso de estos espacio, hay dos operaciones que han estado sobrevolando la ciudad desde 2004 que tampoco acaban de salir adelante a pesar de centrarse en sendos equipamientos: el Hospital Regional y la Ciudad de la Justicia.

Ambos nacieron cuando la Junta asumió el abandono en el que había dejado a la ciudad desde sus inicios. Unido a la rehabilitación del casco antiguo, eran las tres patas sobre las que se iban a apoyar para recuperar el poder en Cádiz. Que los dos primeros no se hayan ejecutado y que el tercero se haya quedado a medias explica que los socialistas sigan en la oposición.

La cuestión, ahora, no es que ambos equipamientos todavía no sean realidad (pendientes de Justicia en los Depósitos de Tabacos), sino que la ciudad soporte dos grandes terrenos vacíos desde hace más de quince años, sin perspectivas de ser ocupados aunque por su amplitud se podrían dar respuesta a problemas endémicos como el de la vivienda o relacionados con la atención social. Y no olvidemos que la operación del Hospital Regional incluía la construcción en el actual Puerta del Mar de 344 pisos de renta libre, lo que permitiría la llegada de la clase media, tan perdidos como los 200 millones de euros que la Junta iba a dedicar para el complejo médico.

VIVIENDA

En el diseño del modelo de ciudad hay un aspecto que normalmente no se incluye entre las grandes operaciones urbanas. Es el de la vivienda. Y eso que es el problema, junto al desempleo, que permanece en nuestras vidas desde hace décadas. Faltan viviendas públicas, faltan viviendas para rentas más altas, lo que provoca una salida de la ciudad de muchas familias, de una y otra condición económica.

El Plan de Rehabilitación de 1999 preveía eliminar las 300 fincas con infravivienda en el Casco Antiguo. Se paró, por la crisis económica de las administraciones, hace una década. Aún hoy quedan unos 30 edificios con este problema de habitabilidad. Junta y Ayuntamiento han reanudado obras de rehabilitación en fincas de La Viña y Santa María. Pero es un paso extremadamente corto para las necesidades que hay. Frente a ello, el dinero privado vuelve a apostar por la ciudad, aún lejos de los 1.600 pisos previstos en el PGOU de 2012 y que tiene fecha de caducidad en el 2020.

Al casco antiguo se le unen promociones tan importantes como las de Loreto (donde se iban a levantar más de un centenar de pisos), la culminación de la reforma del Cerro del Moro (que tendría que haber concluido en 2004), la segunda fase de Matadero o los pisos de renta libre en el suelo del Puerta del Mar.

Para una ciudad como Cádiz, tan pequeña pero tan densamente poblada, la vivienda es trascendental en su desarrollo. Una vivienda digna supone un avance en la calidad de vida de su población y ello se traslada en el día a día.

PARQUE NATURAL

El Parque Natural de la Bahía ocupa la mitad de la superficie del término municipal de Cádiz, y a pesar de este potente dato sigue siendo la gran desconocida y la gran desaprovechada. Tras el fracaso de los planes de expansión de la ciudad por estos terrenos, planificado por los últimos ayuntamientos del franquismo, también se han archivado proyectos sustancialmente más livianos planteados ya en democracia, especialmente el aprobado en 1992.

El uso ciudadano de esta inmensa superficie es nulo, a pesar de que el Parque Natural de la Bahía sí mima de forma considerable los terrenos ubicados en los términos de El Puerto y San Fernando. No será, si se usa bien un motor esencial de nuestra economía, pero su apertura a los visitantes y, sobre todo, la recuperación del Molino de Mareas, podría ser una referencia para determinado tipo de turismo.

PLAZA DE SEVILLA

La remodelación de este espacio urbano se incluyó por primera vez en el Plan de Ordenación Urbana en 1984. Más de treinta años después, la que iba a ser la gran puerta de entrada al casco histórico y uno de los referentes económicos de la ciudad sigue parcialmente empantanada, a la espera de un acuerdo entre todas las administraciones implicadas en este proyecto que no acaba de llegar.

Hasta ahora sólo se ha puesto en marcha, además de la terminal ferroviaria, la minúscula estación de los autobuses interurbanos, que nada tiene que ver con el diseño original. Estamos a la espera del mercado gastronómico, el nuevo hotel, la apertura del edificio del vestíbulo de la estación, el parque de la muralla, los edificios administrativos en la avenida de Astilleros, la propia ampliación de esta carretera y la gasolinera.

En un futuro idílico, con todo terminado, sí sería una zona con un importante empuje económico. Sólo en el Mercado Gastronómico, el primer planteamiento de sus promotores era crear más de 400 empleos y contar con dos millones de visitantes al año.

EL MODELO TURÍSTICO

Buena parte de lo que aquí se escribe está estrechamente relacionado con el modelo de ciudad. Y en este modelo se ha ido metiendo, poco a poco en los últimos años, el Cádiz que apuesta por el turismo, el ocio y la cultura, producto en parte de la caída de la industria y la incertidumbre del sector portuario. De la vieja economía sólo nos queda el comercio, también en profunda evolución tras el adiós de la viejas firmas y la invasión de las marcas nacionales e internacionales. Comercio que, por aquello de la pérdida de más de 40.000 habitantes en las últimas tres décadas, sólo tiene capacidad de supervivencia si a Cádiz vienen cada año miles de turistas.

En esta ciudad mal pintada, con proyectos incumplidos o inacabados ocupa un capítulo relevante la histórica falta de hoteles. Hoy pueden ser una docena los que están pendientes de construir. Ninguno se ha iniciado y otros de gran calibre, como el Valcárcel, han caído por el camino.

Será otra cuestión a debatir en la próxima campaña de las elecciones municipales.

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