Sociedad | Las causas del descenso de la población

Una ciudad que se desangra

  • La vivienda, el empleo y el envejecimiento son los principales motivos del descenso de la población, a los que se unen otros como la turistificación o la falta de atractivos para la juventud

Dos personas pasean por el centro de la ciudad.

Dos personas pasean por el centro de la ciudad. / Julio González

La población de Cádiz sigue descendiendo y no parece que nada vaya a parar esta sangría. La capital gaditana ha perdido más de 1.000 habitantes en el último año, más de 10.000 en la última década y más de 26.000 en los últimos 20 años. Unos datos preocupantes que son la consecuencia de los problemas que sufre el municipio.

Todos los análisis que parten tanto desde el ámbito político como desde expertos en diferentes materias coinciden en señalar tres motivos de la continua despoblación de la ciudad: la falta de empleo, los problemas para encontrar una vivienda y el envejecimiento de la población. Tras ellos, si se ahonda un poco más en las causas, llegan a aparecer muchas más, aunque todas confluyen en una sola: la falta de futuro. A partir de ahí, no se termina de dar con la solución que acabe con los males.

En relación a la pérdida de población, el catedrático de Organización de Empresas y profesor emérito de la Universidad de Cádiz, José Ruiz Navarro, constata que éste “es un problema estructural” que sufre la ciudad, por lo que “viene de hace mucho”. Para tener en cuenta el contexto en el que se enmarcan los datos de población, resalta que “se ha moderado su pérdida en los últimos años”, además de añadir que el freno en el crecimiento de la población “es una tendencia relativamente generalizada en otros territorios”.

A partir de ahí, Ruiz Navarro, además de apuntar al paro y la escasez de vivienda como los motivos tradicionales que justifican estas sucesivas bajadas, incide en otra serie de argumentos que han llevado a la ciudad a la situación actual y que considera que son causas indirectas y que permanecen “olvidadas”.

La primera de ellas es la educación. “Los últimos datos dicen que cerca de 27.000 personas o no saben leer o no han ido más de cinco años a la escuela o no han terminado los estudios básicos, lo que supone el 21,7% de la población de Cádiz”, destaca el catedrático, por lo que sentencia que “es un dato muy significativo e importante, ya que está por encima de otras capitales de España”. Como contrapunto esperanzador, añade que “los niveles de formación profesional y de universitarios son aceptables”.

Sostiene que “las ciudades que prosperan son espacios en donde existen proyectos y valores diversos, y hay una idea común de ciudad que se intenta llevar a cabo de manera más o menos compartida, eso no se da en Cádiz”.

Por último, apunta como otra causa “la escasa capacidad para gestionar y pilotar proyectos, empresas e ideas”, algo que, según Ruiz Navarro, “es el gran problema de Cádiz”. “Faltan en la ciudad habilidades para pilotar proyectos con inteligencia colaborativa que hagan frente a los tres grandes cambios que nos van a afectar cada vez más: el tecnológico, el climático y el sociocultural”, sentenció.

Con todo, dentro de los datos positivos y las oportunidades de la ciudad, señala que al año “casi un millón de personas nos visitan”, lo que muestra “la capacidad de atracción” que tiene Cádiz.

Ruiz Navarro mantiene que una de las claves es aprovechar la imagen de la capital gaditana para “crear y atraer más y mejores empresas”. Sin embargo, sobre este asunto cree que “hay que mejorar la capacidad de gestión” para su crecimiento y consolidación. “Hay que generar y crear empresas que crezcan, pero para eso necesitamos mejores capacidades directivas y empresariales”, remarca.

El profesor emérito de la UCA califica como “ridícula y estéril” la bronca entre partidos políticos a la hora de buscar culpables a la situación de la pérdida de población, por lo que manifiesta que es el momento de que “nos pongamos a trabajar juntos en las cosas que nos interesan a todos”. Para ello, asegura que es necesario que todas las instituciones de la ciudad “hagan un análisis objetivo de los problemas y oportunidades, y un esfuerzo para llegar a acuerdos sobre un futuro común”.

El sociólogo Diego Jiménez centra su análisis en la gente joven para ejemplificar los problemas de la ciudad, aportando una clave que puede provocar el desarraigo: “Cádiz es una ciudad poco atractiva a nivel juvenil”.

Para ello, respecto al factor económico, Jiménez aporta que “los sueldos, en general, son menores” que en otras partes del país. “La gente joven está bastante explotada, incluso a nivel de empleos buenos, ya que cobran menos”, resalta, a lo que suma que “en Cádiz hay menos puestos de trabajo para la gente joven”, centrándose éstos en “la hostelería y la administración”.

Otro factor que aporta es la forma que tiene la ciudad, sin capacidad para expandirse, lo que afecta en que “las viviendas sean muy caras”. “Una persona joven no puede pagar 500 o 600 euros al mes por un apartamento”, resalta Jiménez, unos precios que aumentan hasta “los 700 u 800 euros” para una vivienda más grande si una pareja tiene la intención de crear una familia. “Por menos de eso, es imposible encontrar una vivienda”, remarca. Además, en este aspecto también incide en que “los pisos se están encareciendo con los apartamentos turísticos”.

Por su trabajo con gente joven, Jiménez apunta que una de las cuestiones que le comentan es que en Cádiz “no hay ambiente juvenil”, por lo que constata que la ciudad “no ejerce de capital” en este ámbito por no tener lugares adecuados para el ocio o por su oferta cultural. “Es cara, se cobra menos y, encima, tiene poco ambiente. Se junta todo”, resume el sociólogo para mostrar la opinión que tiene la juventud de su ciudad. “Aunque sea bonita y cómoda, Cádiz se ha convertido en una ciudad para mayores”, sentencia.

Jiménez considera que “Cádiz, por sus limitaciones, debería tener una especie de estatus especial” para paliar sus problemas, además de ser necesario “ayudar a las pocas empresas” que existen. Asimismo, ante la relevancia que tiene el sector turístico en la ciudad, cree que habría que estudiar la implantación de algún impuesto especial al turismo “como hacen en Mallorca” con el objetivo de “dar más oxígeno a nivel económico” a la capital. Junto a esto, también aporta que es oportuno “poner en valor lo que tenemos”, además de “pensar un poco más en Bahía” debido a que la ciudad se encuentra “muy aislada” por sus configuración.

El portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía en Cádiz (APDHA), Rafael Lara, cree sobre los datos de población de la capital gaditana que “continúa una tendencia de bastantes décadas y que parece imparable”.

En su reflexión, Lara se para en primer lugar en la vivienda. Sobre este aspecto, entiende que los problemas para acceder a un hogar “se están acrecentando con la turistificación del centro histórico”, lo que lleva a sus habitantes a tener que irse a otros lugares. “Es un fenómeno creciente en nuestra ciudad que ni está suficientemente reglado ni está suficientemente controlado”. Ante esto, considera indispensable que “se dé una moratoria a la concesión de permisos para viviendas turísticas hasta que no tengamos una ordenanza que evite el desalojo de los centros históricos por parte de los propietarios, las agencias y grandes plataformas que organizan los pisos turísticos”.

En el apartado de la economía, apunta que “las políticas tienen que ser estructurales y de largo recorrido” para que se puedan generar oportunidades laborales en la ciudad. “Las iniciativas de las administraciones, sobre todo la Junta, para el empleo y la dinamización económica han sido un fiasco”, sentencia Lara. Ante esto, afirma que Cádiz es “una zona de urgente reindustrialización”.

Otro aspecto en el que Lara entra es en el desarrollo de los planes de zonas con necesidad de transformación, ya que “estas barriadas deprimidas no reciben planes de ayudas integrales, sino que sólo reciben subvenciones para cosas parciales”.

Con todo, manifiesta que, “cada vez más, la ciudadanía tiene bastante escepticismo sobre que los gobiernos pongan en marcha políticas lo suficientemente rompedoras”, por lo que sostiene que “hay que darle más protagonismo a la ciudadanía”.

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