El día 14 de junio María Manuela Santamaría Castro tuvo que dejar la vivienda en la que residía como inquilina de la calle Hércules número 25 debido a que el ayuntamiento detectó que había riesgo de derrumbe. La situación se veía venir porque en varias ocasiones se había comunicado a la propiedad, incluso a través de escritos realizados ante el Ayuntamiento, que la cubierta de la finca se encontraba en mal estado. Hasta ese momento había sido predicar en el desierto y la filtración de agua producida en los últimos meses hizo que el Ayuntamiento tomara la decisión drástica de precintar la finca hasta que no se realizaran obras de seguridad.
Hasta ahora es una historia de tantas las que ha habido en la capital gaditana con parte del caserío en un estado precario de conservación.
Ante la premura, María Manuela se llevó lo que pudo, sobre todo la ropa de verano y algunos electrodomésticos que le resultaban necesarios. Más adelante, entraría con el propio Ayuntamiento y la Policía Local para recoger el resto de cosas.
Tras un periplo en casa de un familiar, María Manuela encontró una nueva vivienda de alquiler en la misma calle Hércules, en una casa situada justo al lado de la que tuvo que irse. Para ello, está muy agradecida a la Delegación de Servicios Sociales, que por su situación económica, le paga el 70 por ciento del coste del alquiler.
Los problemas surgen, según el hermano de María Manuela, José Santamaría Castro, cuando a principios de agosto entran unos okupas en la vivienda de Hércules 25. Estos son detectados inmediatamente por el riesgo de derrumbe y el Ayuntamiento inmediatamente da aviso para que se produzca el desalojo de las personas que habían ocupado de manera ilegal el piso.
José Santamaría se queja de que cuando se va a producir esta actuación a principios de agosto no se le da aviso ni a la propiedad ni a la inquilina, por lo que los okupas sacaron efectos personales de María Manuela hasta dejar desvalijada gran parte de la vivienda.
Según Santamaría, las pérdidas ascienden a unos 5.000 euros en efectos personales, entre los que hay que contar la ropa de invierno, utensilios y menaje de cocina y, sobre todo, el sofá, el termo de agua caliente y la lavadora. Y tienen que darle gracias porque cuando abandonó la casa Manuela trasladó el televisor, el frigorífico y el microondas.
Esta semana pudieron entrar en la casa para llevarse lo que quedaba allí y se les cayó el alma a los pies al darse cuenta de todo lo que había desaparecido. Tras consultar con un abogado quiere denunciar al Ayuntamiento de Cádiz por no haber impedido la entrada de los okupas pero, sobre todo, por haber dejado que se llevaran todas las pertenencias de sus hermanas: "Es que hasta tenían una furgoneta en la puerta donde iban metiendo todas las cosas. Si nosotros hubiéramos estado allí, no se hubieran podido llevar nada".
Asimismo, afirma que la policía tiene la identidad de las personas que entraron ilegalmente en la casa.
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