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Dos gaditanos de adopción cuentan cómo viven desde Cádiz la erupción del volcán de La Palma

"Mi cuñada no sabe aún si su casa ha sido arrasada por la lava"

  • Un matrimonio residente en la isla de La Palma relata cómo están viviendo desde su segunda residencia de Cádiz la erupción del volcán canario

Alvaro Manuel y Blanca Esperanza, atentos al transcurso de las noticias sobre el volcán de La Palma

Alvaro Manuel y Blanca Esperanza, atentos al transcurso de las noticias sobre el volcán de La Palma / Lourdes de Vicente (Cádiz)

Álvaro Manuel y Blanca Esperanza, 88 y 81 años respectivamente. Él palmero y ella gallega (aunque criada en Cádiz, según aclara). La erupción del volcán de La Palma, aún sin bautizar, les ha cogido con un pie en la isla canaria y con el otro en Cádiz, ciudad en la que mantienen una segunda residencia a la que suelen acudir para pasar alguna que otra temporada desde que, hace ya muchos años, Alvaro Manuel Hernández estudiara aquí Medicina.

Esta vez les ha cogido en Cádiz, pero hace 50 ya les cogió en Canarias el volcán de Teneguía (1971) que arrasó buena parte de la isla de La Palma y que les ha dejado marcado con fuego y lava lo que una erupción de esas magnitudes significa tanto para los lugareños como para la propia isla y para su desarrollo turístico.

No pueden estar tranquilos por mucho que se encuentren ahora a miles de kilómetros de la Isla Bonita, como también es conocida. Allí, tienen a sus hijas, a sus nietos, a la familia de su marido, de manera que no duermen tranquilos desde que este fin de semana comenzara a brotar fuego desde el interior del volcán de La Palma.

La lejanía de sus familiares tiene preocupado a este matrimonio que siempre tiene un pie en Cádiz y otro en La Palma La lejanía de sus familiares tiene preocupado a este matrimonio que siempre tiene un pie en Cádiz y otro en La Palma

La lejanía de sus familiares tiene preocupado a este matrimonio que siempre tiene un pie en Cádiz y otro en La Palma / Lourdes de Vicente (Cádiz)

Álvaro prefiere que sea Blanca Esperanza Vella la que hable con este periódico. Y es ella la que cuenta que "la situación desde aquí se ve preocupante porque hace 50 años que nosotros lo vivimos allí también". Cuenta que, entonces, no había tanta vivienda y el volcán no hizo el daño que sí está haciendo ahora. "En esos 50 años, la isla ha crecido mucho, no tanto en habitantes sino en edificaciones y  son esas edificaciones las que ahora se está llevando por delante el volcán".

Álvaro y Blanca y alguna de sus hijas viven  más hacia el norte de la isla  pero tienen una hija, que es enfermera de profesión, que viven en Los Llanos de Aridane que está pegado El Paso y Tazacorte que sí reside muy cerca, aunque vive en el núcleo de la ciudad, y la peor parte se la están llevando las urbanizaciones ubicadas en pleno campo.

Ellos se enteraron por los medios de comunicación, pero casi de manera simultánea recibieron la llamada de sus hijas para decirnos que están bien. La peor parte, según cuenta Blanca, se la está llevando una hermana de su marido, su cuñada, que, junto a su hija, tuvieron que ser evacuados de su vivienda y han quedado pendientes de lo que vaya sucediendo, "porque ahora sólo nos queda la posibilidad de esperar a ver cómo transcurren los acontecimientos. De hecho no sabe aún si su casa ha sido arrasada por la lava del volcán y tardarán aún en poder acercarse a ver cuál ha sido el alcance de los daños".

La isla no ha llegado a paralizarse y los únicos colegios que sí se han visto forzados a paralizar las clases son los ubicados en las cercanías del volcán. "El peligro no sólo es la lava, sino los gases también y recomiendan que se tengan las casas cerradas y que se salga lo menos posible a la calle y nos obliga a llevar mascarillas en según qué zonas de la isla".

El volcán de La Palma se ha convertido también en un atractivo turístico a pesar de su peligrosidad. El volcán de La Palma se ha convertido también en un atractivo turístico a pesar de su peligrosidad.

El volcán de La Palma se ha convertido también en un atractivo turístico a pesar de su peligrosidad. / Ramón de la Rocha (Efe) (La Palma)

Su hija, que vive en el norte de la isla le cuenta a sus padres que están sufriendo una serie de síntomas que jamás pensaron que iban a vivir. "Abren el grifo y el agua les sale caliente, para que se haga una idea de lo que están viviendo". Los nietos de Álvaro y Blanca son ya mayores y están en la Universidad. Tienen uno más pequeño pero reconocen que tampoco tiene mucho miedo, que se diga. Los que allí nacen que viven rodeados de volcanes que pueden erupcionar en cualquier momento. "No se puede hablar de vivir con miedo porque realmente no somos del todo conscientes de qué puede pasar hasta que pasa".

Ya recién llegados a la isla hace algo más de 50 años, Álvaro Manuel ya había estado de médico en la isla de la Gomera cuatro años y ya después, en cuanto pudo, dio el salto a La Palma, "que es su isla". Recién llegados vivieron el "reventó el volcán de Teneguía". Las consecuencias no se parecen en nada con lo que ahora se vive en La Palma. Se llevó por delante alguna carretera en su paso hacia el mar y como no había apenas casas, finalmente se convirtió en un "reclamo turístico grande, como ha dicho la ministra aunque a muchos eso no les ha gustado".

Están esperando al momento en el que la lava llega al mar, momento que se convierte en muy peligroso debido a los diferentes gases que se forman  y porque suele llegar a la vez que importantes movimientos sísmicos, según relata esta pareja de medio gaditanos.

La otra vez, cuando el volcán de Teneguía, la isla creció unos cuantos kilómetros. La lava quedó sobre el mar y cuando se solidificó supuso un crecimiento importante de la superficie de la isla y, de hecho, muchos isleños tienen en esas nuevas zonas nacidas gracias al Teneguía tienen allí enormes plantaciones de plataneras. "Eso mismo podrá ocurrir ahora, pero habrá que esperar una serie de años porque se tiene que enfriar totalmente y es algo que tarda años".

En cuanto a la previsión con la que han contado en esta ocasión, Blanca indica que desde hace días ya su familia les advirtió  de que se estaban notando pequeños movimientos sísmicos, "pero también hay que decir que muchas veces vivimos esos movimientos que, por suerte, finalmente no terminan en nada. Somos conscientes de que vivimos en una isla volcánica y allí los movimientos son ya algo casi normal en nuestro día a día".

Blanca y Álvaro no parecen ya muy preocupados porque "como habitantes de la isla de La Palma me encuentro orgullosa de nuestras autoridades, tanto de un signo como de otro porque han trabajado y están trabajando muy bien". 

"Tenemos la  vuelta para el 11 de octubre, fecha en la que sabemos que la situación será más o menos igual que ahora porque sabemos que esto tiene para mucho tiempo". En La Palma cerraron inmediatamente el aeropuerto, "pero sabemos que esa situación es sólo de días y en cuanto la lava llegue al mar ya tenderán a normalizarse las cosas un poco".

Ya están acostumbrados al ahogo que puede significar vivir en una isla de esas características, pero Blanca sabe que esa sensación sólo la viven aquellos que no nacen en ese lugar. "Lo que sí nacen allí ya no notan ni los movimientos".

No ha habido víctimas "gracias a que la cosa la tenían muy controlada desde el momento en el que la tierra empezó a sufrir los primeros movimientos. Tenga en cuenta de que en la zona del volcán que reventó hace 50 años todavía hay terrenos que siguen estando calientes". Esa vivienda les dejó imágenes imborrables, y más para Alvaro Manuel, que, unos cuantos mayor que Blanca Esperanza, vivió la erupción de otro volcán en 1949 y él recuerda que se desplazó a una zona más o menos cercana al volcán y llevaba unos zapatos de goma "y se le derritieron las suelas".

Su experiencia les hace vivir siempre con esa preocupación, "aunque esperemos que nos deje otros cincuenta años por medio". De todas maneras, Blanca recuerda con simpatía que la gente de allí no se altera con facilidad.

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