Real Academia Hispano Americana de Cádiz

Celestino Mutis, el legado del sabio paciente

  • El doctor Diego Gómez-Ángel ingresa en la Hispano Americana con un discurso que muestra las dificultades y los logros de la expedición científica del botánico gaditano

  • Previa del ingreso

Felicidad Rodríguez, directora de la Academia Hispano Americana, impone la medalla de académico al doctor Diego Gómez-Ángel.

Felicidad Rodríguez, directora de la Academia Hispano Americana, impone la medalla de académico al doctor Diego Gómez-Ángel. / Miguel Gómez

El gaditano José Celestino Mutis (1732-1808) fue muchas cosas: botánico, médico, sacerdote, geógrafo, matemático, poeta..., pero su científica y culta actividad se resume en una sola palabra: sabio. Su figura centró ayer el ingreso en la Real Academia Hispano Americana del doctor Diego Gómez-Ángel, que tituló su discurso ‘Celestino Mutis. La perseverancia de un sueño’. Con su intervención, el catedrático de Otorrinolaringología indagó en el legado, inmenso, del botánico gaditano. Lo hizo ahondando en su figura científica pero, también, en su enorme talla humana y social, en esa sabiduría de vida que tantas veces va más allá de la sabiduría del conocimiento y que, en este caso, la complementa en un Mutis consciente de su valor científico y dotado de una paciencia infinita, en una fe en su trabajo, que finalmente dio sus frutos. 

El salón de grados de la Facultad de Medicina de Cádiz fue el escenario del ingreso del nuevo académico correspondiente por Sevilla, en un acto presidido por la directora de la Academia, Felicidad Rodríguez, y en el que el nuevo miembro de la entidad fue presentado por el poeta y musicólogo gaditano José Ramón Ripoll. El nuevo académico donó a la corporación un retrato de Mutis pintado por Fernanda Osborne.

Recordó el doctor Diego Gómez-Ángel, colombiano de nacimiento, que la elección de la figura de Mutis para su ingreso en la Academia gaditana se debe a un “compromiso emocional” por los “lazos familiares” que los unen y, además, por la similitud de sus viajes, aunque cada uno en recorrido inverso y más de 200 años después, entre Cartagena de Indias y Cádiz.

El nuevo académico se refirió al nacimiento de Mutis en el seno de “una familia burguesa de libreros” con residencia en el barrio del Pópulo y a su “extraordinaria formación en “gramática, filosofía, literatura, física y medicina, entre otras materias”. Saberes que lo llevaron a estudiar en el Colegio de Cirugía de Cádiz, donde quedó prendado con un jardín botánico que cuidaba al tiempo que cursaba sus estudios.Pronto advirtió el doctor Gómez-Ángel que su objetivo no sería acercarse únicamente al Mutis científico, sino recorrer la “parte más emocional del sabio Mutis; su existencia como hombre, su ser”.

Y abundó en ello: “Me gustaría que profundizáramos juntos en la vida de un ser complejo, sobre dotado; con una luz interior llena de matices, con una conciencia plenamente estructurada, basada en la dedicación de su vida al conocimiento. Un conocimiento que, para él, alcanzaba el culmen de su valor cuando podía compartirse con el resto de la humanidad. Y es precisamente en esta actitud, en esta necesidad de ofrecer su trabajo y sus logros desde la más absoluta humildad y con una más que evidente valentía, en lo que radica la esencia del Mutis hombre”.

Celestino Mutis partió de Cádiz hacia Nueva Granada en 1760, con 28 años, en una travesía por entonces peligrosa por el deterioro de los barcos y por los ataques de la piratería y los corsarios, como recordó Diego Gómez-Ángel, quien describió la sensación que experimentó Mutis tras la llegada a aquellas tierras: “El largo viaje por el río Magdalena, la principal vía fluvial del nuevo Reino de Granada, dejó a este joven médico absolutamente impresionado por la exuberante naturaleza de aquellos territorios. Posiblemente, la visión de este nuevo paisaje generó ese deseo naturalista que le hizo acometer una aventura no exenta de riesgo, sin más interés que el propio aprendizaje y la posterior enseñanza de lo aprendido”.

El doctor Diego Gómez-Ángel en un momento de su discurso de ingreso en la Academia gaditana. El doctor Diego Gómez-Ángel en un momento de su discurso de ingreso en la Academia gaditana.

El doctor Diego Gómez-Ángel en un momento de su discurso de ingreso en la Academia gaditana. / Miguel Gómez

Aunque Mutis se propuso estudiar “la flora y fauna de la América española”, explicó el nuevo académico que la realidad del continente y su amplio sentido de la humanidad lo llevó a ser práctico y atender lo que, según se deduce de su propio Diario, entendió como más acuciante: “Aunque la naturaleza del país me prometió, desde luego, abundante material para mis ejercicios botánicos, la novedad del nuevo médico, junto a la escasez de facultativos, cortó todo el vuelo de mis ideas. De día en día me vi empeñado en la asistencia de muchos enfermos, cuyas observaciones me reservo aparte, y los más de mayor cuidado”.

Desde el año 1763 trató el gaditano Mutis de que la Corona aprobara, y por tanto financiara, una expedición científica en Nueva Granada. Su propuesta, sin embargo, se topó con el desinterés de los consejeros del rey, entonces Carlos III, que a lo sumo mostraban interés en “los beneficios económicos de la quina”, sustancia que, con el correr de los años, también fue investigada por el gaditano con relevantes resultados en la lucha contra la malaria.

El rechazo no hizo mella en el paciente y sabio Mutis, que mientras tanto mantuvo correspondencia con Linneo, quien lo definió como “el botánico más grande de América”, y se ordenó sacerdote en 1772. Su perseverancia, la insistencia en su sueño, permitió que en 1782, 22 años después de su llegada al nuevo mundo, la corona le asignara 2.000 doblones de oro para financiar una investigación científica que estableció su centro en la localidad colombiana de Mariquita. Mutis, justo es reconocerlo, se benefició del nombramiento como virrey del arzobispo Caballero y Góngora, amigo personal del gaditano.

Su expedición científica, aunque se hizo realidad, pasó después por momentos difíciles debido a la desconfianza que sus trabajos despertaron entre quienes mandaban. La expedición fue trasladada a Santa Fe de Bogotá, de donde a la postre saldría reforzada al verificarse la excepcionalidad de sus investigaciones y, también, la excepcional calidad de las ilustraciones que mostraban cómo era la flora de la región. Especial atención prestó el nuevo académico a la fascinación que los trabajos del gaditano y su equipo produjo en el alemán Alexander Von Humboldt: “Para muchos, el mejor naturalista del mundo”.

Referencia también al Mutis poeta, una faceta más desconocida, y al Mutis “icono de los defensores de la libertad y la independencia de las colonias”, el discurso se detuvo en la muerte del sabio gaditano, en 1808, con precisas instrucciones sobre lo que debía hacerse con sus trabajos científicos, que se custodian como tesoro, como lo que son, en el archivo del Real Jardín Botánico de Madrid.

El doctor Gómez-Ángel concluyó: “En la cúspide de la Ilustración, en unos momentos caracterizados por el triunfo de la ciencia y el interés por la innovación, desde la pretensión de dejar a un lado la ignorancia fomentando el conocimiento de diversas disciplinas, hemos encontrado a este insigne gaditano. Lo hemos descubierto en muchas actividades y en magnificas actitudes pero, sobre todo, como el precursor del pensamiento científico de la Nueva Granada y uno de los personajes más sobresalientes del siglo XVIII”.

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