Cádiz

Un buque rumbo al rescate

  • El 'Clara Campoamor' exhibió ayer en unas jornadas de puertas abiertas sus equipos de salvamento de náufragos o de extracción de vertidos

A lo largo y ancho de la cubierta principal del anaranjado buque Clara Campoamor se despliegan toda una serie de equipos destinados al rescate. El de personas, barcos y el de nuestros fondos marinos. "Es el buque de salvamento más potente de Europa junto a su gemelo, el Don Inda", explica, orgulloso, el primer oficial de la embarcación, Pablo Fernández, en el marco de las jornadas de puertas abiertas que ayer se celebraban a bordo, aprovechando su paso por Cádiz tras llevarse a cabo su reparación en Sevilla, en el dique seco.

Y es que ésta no es su área de operaciones, sino la de Cartagena, "pues allí está la Base de Submarinos de la Armada y es el centro del Mediterráneo de la costa española". Aunque siempre acude a cualquier llamada de alarma, al tratarse de un barco único con 80 metros de eslora, 18 de manga, 22.000 caballos de potencia y 228 toneladas de remolque. "Por esta zona suelen operar el María Zambrano o el Luz de Mar en el Estrecho, pero son más pequeños", puntualiza.

De espaldas a la proa, Fernández señala los distintos sistemas destinados a extraer los residuos vertidos en el mar, así como los de remolque de barcos o de salvamento de náufragos. Entre ellas atrapan la atención de los visitantes los equipos destinados al rescate de personas. De cerca, uno se imagina los delicados salvamentos de emigrantes o de otros supervivientes de cualquier contratiempo en alta mar. "La cesta se echa al agua y es el náufrago quien se sube de forma fácil porque queda a ras del mar y sólo tienen que arrastrarse -mediante un sistema de boyas rodantes-. Un equipamiento con capacidad para alrededor de 16 personas".

Y frente a la cesta se levanta una gran red que denominan "de pesca". Y no es para pescar peces, precisamente, sino para que las personas se agarren con fuerza antes de ser elevados, una vez que el barco se sitúa de forma perpendicular a ellos. "Normalmente están exhaustos, por lo que subimos la red con la grúa y empiezan a dar vueltas. Es muy incómodo para ellos, pero es la forma que tenemos de traerlos a bordo", señala de estas "dramáticas situaciones".

En la cubierta pueden verse otros enseres imprescindibles como el equipo contra incendios, trajes de inmersión "para mantener la temperatura corporal", un traje ignífugo, hachas "por si hay que romper algún elemento, sobre todo cuando un barco se hunde es normal que una puerta se quede atascada, por ejemplo", y otros elementos como la camilla por si es necesario evacuar a alguna persona urgentemente en helicóptero. "Aunque no pueden aterrizar aquí porque hay muchos elementos que obstruyen".

Esta tarea se complementa con la de submarinismo, "necesarias cuando hay que bajar a barcos hundidos", pero incompatible con la de remolque. Precisamente varios cabos y cables extendidos por la popa dan pistas de esta otra función de la embarcación polivalente. Entre ellos, el sistema lanzador de cabos al barco que demanda ser remolcado manteniendo una distancia prudencial como medida de seguridad.

Y la otra gran pata en la que se sustenta su importante trabajo es la de extracción de vertidos contaminantes. Para ello cuentan con una potente máquina succionadora, "un skimmer que se lanza al mar y se puede dirigir. La suciedad pasa por el rodillo que es esa manguera especial con tratamiento anti corrosión". El agua contaminada entra en los tanques y desde ellos se filtran gracias a un sistema de calefactado, de modo que el agua limpia se vuelve a soltar. "Podemos albergar hasta 1800 metros cúbicos de residuos".

Pero si hay un lugar que fascina a los visitantes es el puente de navegación. Una sala dotada de modernos sistemas que en nada se parece a la romántica imagen del timón de madera. "Nos distingue la división entre la zona de navegación y la de maniobra, lo que nos permite atracar con más precisión mirando hacia la popa. Pocos barcos lo tienen por duplicado, pero es fundamental para su función". El timón queda reducido a un par de mandos, que se suman al de las hélices, así como a otros sistemas como el de posicionamiento preciso, "fundamental sobre todo cuando trabajamos con buzos", radares, cartas de navegación electrónicas y tradicionales, equipos de comunicación por radio o satélite y el asiento del capitán... Para que nada se escape en esta misión rumbo al rescate.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios