José Luis Mera Armenta fue ayer un testigo especial. No sólo había trabajado en la obra de San Roque, 6 sino que también era hijo de Jesús Mera López, el obrero que cayó al vacío desde un andamio que estaba situado en la última planta de la finca.

Dijo ante la juez del número 2 de lo Penal que trabajaba allí sin contrato y que las medidas de seguridad para realizar los trabajos eran prácticamente inexistentes. Es más, declaró que el día fatídico de los hechos, el 11 de septiembre de 2007, a Jesús Mera se le pidió que subiera al andamio de la parte superior del inmueble para trabajar en la cubierta de la finca, obra que no estaba incluida en el proyecto. Según su hijo, Jesús no quería porque estaba esperando a un operario de Aguas de Cádiz para trabajar en temas de fontanería en la planta baja. Pero alguien le indicó que debía subir porque eso era lo que más prisa corría. ¿Quién? José Luis y su primo Carlos Rodríguez Mera coinciden en decir que fue Ángel Recuerdo Carlines. Esta persona, también imputada, puso todo el empeño el día anterior en su declaración en decir que su papel en la obra era testimonial y, mucho menos, que era socio del contratista Manuel Rodríguez Sañudo.

Sin embargo, ayer todos los declarantes coincidieron en que daba órdenes y que incluso estaba más enterado de la obra que su supuesto socio.

José Luis Mera ratificó ayer lo que ya había dicho antes, que la operación de subida y montaje de las vigas en la cubierta "era una locura" tal y como se había puesto el andamio: "No había amarrado nadie y a la mínima pérdida de equilibrio, caías al vacío". Sobre los materiales de seguridad, "sólo correas viejas y guantes con boquetes".

Las declaraciones de ayer trataron de sacar en claro varios aspectos, entre ellos el papel que jugaban determinadas personas. Así, quedaba por saber qué función tenía Juan Fernández, el único de los imputados que no pudo testificar el primer día.

Al igual que los otros acusados, se empeñó en dejar claro que era un mandado en la obra y que no daba órdenes al resto de los obreros. Los dos Mera que hablaron ayer dijeron todo lo contrario, que sí era el encargado. Otro de los obreros dijo que no.

El fiscal se empeñó en preguntar también si bebía en el trabajo: "Hasta seis o siete latas de cerveza", llegó a contabilizar José Luis Mera, el hijo del fallecido.

Tanto el fiscal como el abogado de la familia de Mera centraron algunas de las preguntas en averiguar si el propietario e imputado Francisco López daba órdenes directas a los obreros y si su papel era algo más que ser el dueño. Esta reflexión surgía porque los albañiles cobraban sólo los viernes cuando aparecía por la obra el promotor. Este le daba dinero a los contratistas, que después lo repartían entre la plantilla. Si alguna vez no iba, no cobraban.

Carlos Rodríguez Mera, que fue testigo directo del accidente fatal de su tío, dijo que el promotor había dado dos órdenes directas: una para retirar escombros y otra para hacer un arco de medio punto. No obstante, no hubo ninguna otra ocasión.

El siniestro se produjo en la obra de la cubierta que no aparecía en el proyecto. Esto se había hecho por voluntad del promotor, pero no queda claro quién es el que decide cómo se debe hacer la obra. Lo que sí se refleja es que había una red puesta para evitar la caída de escombros y personas y que un día se quitó, según las distintas declaraciones, de común acuerdo entre el carpintero y el promotor para que no se dañara el pasamanos de madera de la barandilla. Por qué no se volvió a poner agarrado a otro sitio no se sabe nada. El caso es que si la red hubiera estado allí, posiblemente la tragedia no hubiera ocurrido.

Dos de los albañiles que también estaban en la obra, Antonio Casatmijana y Alfonso Gómez, no entraron en profundidad en casi ningún aspecto. Lo que sí coincidieron todos en decir fue que al arquitecto lo habían visto pocas o ninguna vez por la obra.