Cádiz

La alegría vuelve a Arbolí, un 'cole' de realojo "con mucho sol"

  • Mañana de nervios en el antiguo Jaime Balmes el día antes de la llegada de los escolares del Carlos III Padres y alumnos visitaron su 'nuevo' centro

"Mamá, se ve la Catedral desde la ventana y hay mucho sol". Germán, un alumno de 4º del Carlos III, visitaba ayer por la mañana la clase que ocupará en el que será su nuevo y provisional colegio, el antiguo Jaime Balmes, más conocido por Arbolí y futuro centro de artes escénicas. Este colegio, histórico en la ciudad, volverá a ser invadido por la algarabía de los niños desde la jornada de hoy. Recobrará la vida que perdió cuando la Consejería de Educación decidió, en el verano de 2003, cerrar sus puertas ante el escaso éxito del periodo de matriculación para el curso siguiente. Alrededor de 300 escolares, desde Infantil hasta 4º, reinician hoy sus estudios en un cole de 'realojo' a la vuelta de las vacaciones de Navidad. Y los de 5º y 6º permanecerán en el colegio San Rafael mientras duren las obras de las cubiertas en el Carlos III.

Tres meses son las previsiones más optimistas para acabar estos trabajos, que deberá acometer la Junta de Andalucía después de una oleada de protestas de los padres y madres de los alumnos, y de que estos decidieran no tolerar que las obras se llevaran a cabo con sus hijos dentro. El ofrecimiento de Arbolí, realizado por el Ayuntamiento de Cádiz, propietario del inmueble, acabó desbloqueando el desencuentro entre los progenitores y la Junta de Andalucía.

La curiosidad llevó a muchas madres con sus hijos ayer a Arbolí. Los trabajos de acondicionamiento durante las vacaciones parecen haber dado sus frutos a tenor de los comentarios que ayer ofrecían en la visita. Elvira, la madre de Germán, el alumno del aula soleada y con vistas a la Catedral, explicaba que su hijo "estaba dando clases en el aula de música, muy pequeña. Aquí estará más cómodo". Susana, con su hija de la mano, llegaba "para echar un vistazo y ver dónde estará mi hija a partir de mañana (por hoy). Estoy contenta. Lo veo muy amplio. Me he quedado tranquila con esta solución. Me coge más lejos de casa, pero mejor esto que el peligro del Carlos III", admitía. Muy cerca Raquel, madre de dos alumnos, una niña de cuatro años y un niño de seis, estaba en Arbolí "porque antes de las vacaciones nos repartimos algunos padres y madres materiales de las clases para guardarlos y traerlos". "Yo no estaba dispuesta a enviar a mis hijos a un colegio con obras", apostillaba. Y se mostraba "muy contenta" al comprobar que se trata de un colegio "muy soleado, con mucha claridad. Y hay aulas hasta con parqué, fíjese qué lujo".

Así es gracias a que Arbolí fue hasta hace poco Conservatorio de Danza. Por eso en la mayoría de las clases hay barras y espejos. Dos profesoras de infantil estudiaban ayer de qué manera tapar los espejos y cómo aprovechar las barras fijadas a la pared para convertirlas en percheros. Estaban preocupadas por los más pequeños, los de tres años, que podrían acusar hoy el cambio de colegio con el añadido del regreso de las vacaciones navideñas.

"Una mañana de nervios". Así calificaba la directora del Carlos III, Lourdes Gutiérrez, la jornada matinal de ayer en plena vorágine de preparativos para el estreno de hoy. "Todo el mundo ha trabajado al cien por cien para acomodarnos", decía mirando a su alrededor. Como suele ocurrir en estas mudanzas, los teléfonos y las conexiones a internet, sobre todo en la sala de administración, estaban fallando. "Son cosas indispensables para que el centro funcione, pero nos ajustaremos sin problemas. Esta es la solución que querían los padres y confío en que sean sólo tres meses", concluía la directora.

¿Tres meses? Unos cálculos muy optimistas cuando de una obra de una administración pública se trata. "Me da que acabaremos el curso aquí, pero la cuestión es que la obra se haga bien. Eso es lo importante", sentenciaba Raquel, la madre que acudía con material de la clase de su hijo.

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