Cádiz

El alcoholismo se ceba cada vez más en los grupos más jóvenes

  • En estos carnavales han vuelto a ser habituales las concentraciones de jóvenes para beber alcohol, que dejan después este panorama.

Que en sólo dos años haya aumentado en casi nueve puntos el consumo de alcohol en los adolescentes no coge de sorpresa a los miembros de Arca (Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Cádiz). Tampoco que más de la mitad de los menores haya hecho botellón al menos una vez en el último mes, o que uno de cada cuatro lo haya hecho teniendo menos de 14 años. Los datos del informe realizado por el Plan Nacional sobre Drogas son espeluznantes, pero en Arca saben de lo que se habla. Ellos mismos notan que la edad media de los usuarios ha bajado en casi nueve años en apenas dos ejercicios. Cada vez llegan más personas que se han criado en la cultura del botellón.

 

Y dentro de la indignación e impotencia que producen estos datos en el presidente de Arca, Alberto Matilla, y en su equipo terapéutico, es que en el informe también se dice que los menores perciben el alcohol como la sustancia menos peligrosa.

 

Ahí es donde debería entrar el trabajo de prevención. Arca con sus limitadísimos recursos ha realizado algunas charlas en los institutos gaditanos para alertar sobre los riesgos del alcohol. Lo que se encuentran entre los jóvenes es que tienen bien aprendidos los falsos mitos que hay en torno a esta sustancia. "El alcohol ayuda a mantener relaciones sexuales. Beber cerveza es menos peligroso que un cubata. El alcoholismo no es una enfermedad, es un vicio. Beber un sólo día o dos a la semana no es peligroso, etcétera". Algunas de las técnicos que trabajan en Arca, como las psicólogas Lourdes Conte y Yaiza Cabrera, y la trabajadora social Leticia Fernández de Castro, recitan de memoria la lista.

 

Y es que contra esto se puede actuar, a su juicio, con una buena formación e información que se debe dar en los centros de enseñanza y también en las familias. "Hay permisividad legal y poca formación. Nosotras mismas hemos recibido cursos de drogas pero nada sobre el alcohol en los institutos. Con este último se es más permisivo".

 

En España la ley prohibe que los menores de 18 años puedan consumir alcohol y mucho menos comprarlo. Alberto Matilla lamenta la facilidad que tienen los menores para acceder al alcohol: "Está claro que alguien no está haciendo su trabajo". Las terapeutas saben de sobra que si un menor quiere acceder al alcohol, lo va a conseguir, entre ellas en tiendas con horarios muy largos que no tienen el más mínimo problema en vender las botellonas tengan la edad que tengan los compradores. 

 

Y no sólo es a través de las tiendas. Matilla afirma que ya hay padres que facilitan las botellas a sus hijos "porque prefieren que lo que tomen sea controlado. Ahí el padre le da un mensaje muy peligroso al hijo".

 

Juan Gibert Rahola es catedrático en Farmacología y una de las eminencias en los daños que causa el alcohol en el organismo. El vicepresidente de Arca asegura que el consumo de alcohol a una edad tan temprana "impide que el cerebro se desarrolle normalmente", ya que esta sustancia es neurotóxica. Lo que se puede definir como el disco duro del organismo, no alcanza su plenitud hasta los 20 o 22 años, "cuando aquí tenemos el límite de edad para su consumo en los 18 años, por lo que deberíamos plantear aumentar la edad".

 

Gibert está muy preocupado con esta tendencia generalizada en los adolescentes ya que asegura que hay un estudio de la Universidad de México, en la que también ha participado la del País Vasco, que el consumo de alcohol "modifica el ADN en los jóvenes, es decir, que las consecuencias de su consumo no sólo la van a pagar ellos mismos sino también sus hijos". Pese a ello, y volvemos a los mitos, "piensan que si el alcohol sólo se consume durante los fines de semana, no es perjudicial".

 

Gibert Rahola explica de una manera muy gráfica el funcionamiento del cerebro y el efecto perverso que tiene el alcohol en el mismo: "En el cerebro tenemos una parte sensata razonable que nos hace ver el sentido común de las cosas y que se encuentra en la corteza prefrontal. Después hay otra parte emocional que está en la amígdala cerebral. La primera es la que domina a la otra. Cuando se toma alcohol en edad tan temprana la sensatez pierde el control sobre lo emocional y ahí es donde aparece lo de "a mí lo que me gusta es beber y no trabajar o estudiar".

 

Ahora hay un efecto añadido que en nada ayuda a descender el consumo de alcohol en los menores y es que muchos de sus padres han crecido en la cultura del botellón. Teniendo en cuenta que en el alcoholismo hay un 50% de genética y el otro 50% de entorno ambiental, "si han crecido en un entorno donde el consumo es normal, al final ellos también beben".

 

Tras años en los que el botellón era algo generalizado llegó la ley autonómica que lo prohibía, poniendo como excepción los lugares establecidos para ellos. Ahí nacieron los llamados popularmente como botellódromos. 

 

Alberto Matilla considera que este asunto se ha afrontado de una manera equivocada porque no se ha hecho pensando en combatir el consumo de alcohol en los jóvenes, sino sobre todo en escondiendo una actividad que se considera molesta.

 

¿Cuáles son las señales que aparecen que deben alertar a un padre de que su hijo está consumiendo alcohol con frecuencia y en cantidades altas?

 

Las terapeutas de Arca afirman  que estos chicos empiezan a no cumplir con los horarios, piden más dinero de la cuenta, en general cambian sus actividades de ocio y sus amistades y también baja el rendimiento escolar. Además de todo ello suele ir aparejado un cambio de carácter y la manera de relacionarse con los padres.

 

Pero por encima de todo, en Arca opinan que un adolescente de 14 o 15 años no es que deba regularse su consumo sino que "no debe beber nunca".

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