Cádiz

Vecinos de Candelaria se quejan de las actitudes incívicas de los indigentes

  • Denuncian que la situación se ha agravado desde el desalojo de los bajos del Balneario de la Palma antes del verano.

La plaza de Candelaria es uno de los espacios del centro de la ciudad más ideales para poder pasar al fresco una calurosa noche de verano. Con la estatua de Emilio Castelar presidiendo la escena, es un sitio perfecto para tomar una copa o charlar con los amigos mientras que los más pequeños juegan. Sin embargo, por su situación en un espacio que no es tan de paso para los viandantes como otros lugares cercanos, tiene dos problemas casi insalvables: el abandono y los problemas de convivencia con los sintechos que la frecuentan.

Vecinos y comerciantes de la plaza de Candelaria han denunciado a Diario de Cádiz la situación que están sufriendo desde hace unas semanas por ciertas actitudes incívicas que se están produciendo en esta céntrica zona. No es algo nuevo, ya que al no ser un lugar tan frecuentado como otros grandes espacios abiertos del casco histórico sirve de refugio para personas sin hogar. Sin embargo, las molestias se han incrementado, tal y como señalan varias de las personas consultadas, con la llegada del verano y el desalojo de los bajos del Balneario de la Palma, en la playa de la Caleta, por lo que los transeúntes que buscaban cobijo en esta zona se han tenido que trasladar.

Uno de los que está más cabreado con lo que está sucediendo en Candelaria es Francisco Javier González, propietario del bar El Rincón de Candelaria, que se encuentra en la esquina con la calle Cardenal Zapata. Su problema es que los indigentes se colocan en la pérgola que está en este ala de la plaza, justo al lado de donde coloca la terraza de su establecimiento. Relata el hostelero que "los perros la mayoría de las veces están sueltos. Uno de ellos se meó en la terraza. El olor es insoportable y la clientela no se sienta".

González asegura que la única solución que ha podido tomar es "poner la terraza en medio de la plazoleta", a pesar de tener delimitado el espacio en el que puede colocar las mesas y las sillas, por lo que se queja que por este motivo "me multarán a mí". "Si molesta, lo siento", recalca.

Respecto a las actuaciones de la Policía a partir de las llamadas por las molestias que está sufriendo, manifiesta que hace unos días "les vaciaron las botellas". A pesar de las invitaciones a marcharse, vuelven al lugar y se repite la misma situación, ante la que señala que ya le han dicho los agentes policiales que "no pueden hacer nada porque no los pueden echar de la vía pública". "Me dijeron que fuera a la Jefatura de la Policía Local o a Atención al Ciudadano al Ayuntamiento para poner una reclamación", apunta, con la queja de que no puede hacerlo porque "tengo que atender el negocio".

Justo enfrente de este bar se encuentra la tienda de frutos secos La Gaditana. Alberto Fernández, su dueño, explica que "llevamos unos pocos años así. Hay épocas en los que paran menos, pero desde que los quitaron de La Caleta están otra vez aquí".

Entre los problemas de convivencia narra que "lavan la ropa en la fuente y tienden la ropa en la barandilla . Ellos se lavan aquí con los botes de gel y de champú. Afecta a los negocios porque la gente no viene cuando ve el ambiente".

Fernández considera que Candelaria es una plaza "que está muy castigada" por este motivo. "No tienen miedo de la Policía porque saben que no les pueden echar", remarca, a la vez que ejemplifica esta situación con lo que le sucede con su establecimiento durante el verano, ya que lo cierra "a las 11 de la noche, cuando lo normal sería irme a la una o a las dos".

Pepe Rodríguez, que vive en la calle Santo Cristo y pasa buena parte del día en Candelaria, también se queja de ciertas actitudes incívicas. "Yo aconsejo que pongan la fuente de agua no potable, ya que es un foco de infección y los padres lo ignoran. Allí, ellos -por los indigentes- se lavan sus partes, hacen sus necesidades, lavan la ropa y los perros beben directamente del grifo", indica sentado en uno de los bancos de la plaza.

Otra molestia que sufre se debe a las propias características de la calle Santo Cristo, ya que por su estrechez no pueden disponer de bidones individuales en cada finca. Esto hace que las bolsas de basura las tengan que depositar directamente en la calle, lo que posibilita que los perros, al estar sueltos, acudan a ellas en busca de comida. "Mientras que no retiran la basura, se pelean entre los perros y la destrozan", denuncia.

Francisco Rodríguez, hermano de Pepe, cuenta una situación desagradable que sucedió en la finca en la que vive: "Si les entran ganas de hacer sus necesidades y alguien se deja abierta la puerta, entran para hacerlas. La otra noche cogimos a uno en la puerta". Algo que también se queja que sucede en plena plaza a la vista de todos los paseantes.

Asimismo, comprende Francisco las quejas de los hosteleros por lo que están viviendo. "La gente se sienta a tomar algo y los perros ponen la cabeza en medio de las mesas", comenta el vecino.

En la frutería Luis y Mari, en el otro extremo de Candelaria, uno de sus dependientes es muy explícito cuando se le pregunta por lo que sucede diariamente en este lugar: "Que los quiten de aquí. Con la plazoleta tan bonita que tenemos y soportamos el pestazo a meado, que no paran de beber y las peleas". Unas afirmaciones ante la clientela que avivan el debate y anima a los vecinos a expresarse en los mismos términos. Se suma a estas quejas Carlos Rivero, que vive en la calle Santiago, que afirma que "están todo el día aquí bebiendo y haciendo de las suyas". Ante esto, señala que la solución para atajar este problema es la apertura de "un centro de día" con la colaboración de todas las asociaciones de la ciudad para que "tuvieran un sitio adecuado para estar todo el día".

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