Seguridad y prevención

Tiempos necesitados de protección

  • Protección Civil del Ayuntamiento cubrió servicios el año pasado con cerca de 23.000 horas de actuación

  • El confinamiento centró buena parte de los trabajos del cuerpo municipal

Efectivos de Protección Civil atienden la entrada del Palacio de Congresos en el proceso de vacunación.

Efectivos de Protección Civil atienden la entrada del Palacio de Congresos en el proceso de vacunación. / Jesús Marín

La implantación en España hace algo más de un año del estado de alarma, en aquella ocasión para dar cobertura legal a un urgente confinamiento domiciliario ante la entonces muy desconocida pandemia, activó de inmediato en Cádiz, por orden del alcalde José María González, el Plan de Emergencia Municipal. Este documento cobró así vida, pasó de la pura teoría a la experiencia práctica y con él cobró relevancia el papel de Protección Civil, de sus funcionarios municipales y de la agrupación de voluntarios que prestaron un servicio que a la larga, en coordinación con el imprescindible papel de las fuerzas de seguridad y de los servicios sanitarios, se ha demostrado fundamental. En total, el año 2020 se saldó en Protección Civil de Cádiz con servicios y actuaciones por un tiempo total de 22.910 horas, buena parte de ellas centradas en tiempos de confinamiento y desescalada. En lo que va de año, las horas se sitúan ya en 4.360.

La lista de servicios puestos en marcha en la capital desde que se decretó el estado de alarma fue larga; entre otros: asistencia y protección a la población en general desde la sala de gestión de Protección Civil; servicios de apoyo en el centro Elcano para el albergue provisional destinado a las personas sin hogar durante el confinamiento; atención psicológica y material a mayores gaditanos que viven solos; traslado de libros desde los centros escolares a los domicilios de los alumnos; recogida, clasificación y reparto de ropa; distribución de cerca de 20 toneladas de comida apoyando la labor del Banco de Alimentos y de las asociaciones de vecinos; vigilancia de las playas y otros espacios de la ciudad en los primeros momentos de la desescalada para el cumplimiento de las medidas de seguridad; control de aforos y distancias en el Mercado Central de Abastos; presencia activa en los lugares donde se practicaron pruebas masivas de PCR y en las colas que se forman por el proceso de vacunación; charlas formativas sobre el covid y su protección en colegios e institutos, y el acotamiento de parques infantiles clausurados por cuestiones de seguridad. Este último servicio arroja una cifra curiosa que aporta, como todos los datos anteriores, José Manuel Calvo, coordinador municipal de Protección Civil: sus efectivos han usado en lo que va de pandemia 25 kilómetros de cinta de balizar para cerrar estas zonas de ocio infantil, cintas que aparecían rotas y que se volvían a colocar lo más pronto posible para recordar a las familias gaditanas que columpios y toboganes no podían ser utilizados.

La activación del Plan de Emergencias Municipal llegó desde el Ayuntamiento con el refuerzo del servicio mediante un médico y un enfermero del Instituto Municipal de Deporte y con un conductor procedente de Fiestas. Fue un “refuerzo técnico” que se completó con el llamamiento municipal de voluntarios. Respondieron 512 personas, con las que Protección Civil hizo una base de datos que le permitió echar mano de profesionales, psicólogos, trabajadores sociales y sanitarios fundamentalmente, que ofrecían su tiempo libre para atender a la gente que lo necesitara. No todas las personas apuntadas fueron llamadas, porque el generoso número excedía de las posibilidades del servicio, pero los elegidos se sumaron al medio de centenar de voluntarios ‘oficiales’ con que actualmente cuenta el cuerpo municipal. Un amplio grupo de personas, pues, que Calvo gusta de llamar “ciudadanos de buena vecindad”.

Con todo este material humano, Protección Civil ha podido desarrollar desde el inicio de la pandemia una labor esencial en la respuesta, rápida y eficaz, a las necesidades que demandaba la sociedad. Desde la atención telefónica a los ciudadanos, hasta el reparto de comida por los domicilios, el traslado de los libros o su presencia constante en las colas de vacunación que en muchas ocasiones, sobre todo cuando es el turno a unos mayores acostumbrados a llegar con tiempo a sus citas, precisan de una atención humana y sensible que complete la labor y coordinación de los servicios sanitarios.

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