Labor social AVV Las Tres Torres

Tareas que quitan penas

  • Pedro, Paco y Alberto son tres de las personas que cumplen condena realizando trabajos en beneficio de la comunidad en la asociación de vecinos de Santa María

Cada mañana, a las diez, Pedro, Paco y Alberto dejan su firma al llegar a la asociación de vecinos. Luego se ponen a trabajar "en lo que nos digan". Son tres de las ocho personas que actualmente están cumpliendo condenas leves y han permutado la pena de cárcel por trabajos en beneficio de la comunidad en el barrio de Santa María, gracias a un convenio de colaboración entre la AVV Las tres torres y el Servicio de Gestión de Penas y Medidas Alternativas del Ministerio del Interior.

Pedro está dos horas todos los días; Paco y Alberto, tres. Y al salir, firman de nuevo. A veces están más tiempo "para terminar el trabajo que tenemos entre manos y ayudar a la asociación de vecinos, porque eso no se nos cuenta para conmutar la pena", señalan.

Estos tres hombres realizan principalmente labores de albañilería y pintura, y han llevado a cabo varias mejoras en el barrio. Ellos han arreglado y pintado la iglesia de La Merced, los locales de la asociación de vecinos, una ludoteca y algunas casas de personas mayores. También han rehecho el mosaico del Nazareno que hay en la calle Santa María, que estaba muy deteriorado. Cuentan que cuando ven el trabajo terminado, sienten una gran satisfacción. "Sobre todo cuando terminamos el mosaico del Nazareno, porque nos ha dado mucho trabajo", comenta Pedro.

Asimismo, cuando la AVV realiza alguna campaña para repartir comida a las familias más necesitadas del barrio, ellos cargan y descargan los camiones con los alimentos.

Recientemente han estado desalojando viviendas que han quedado vacías por la muerte o el traslado del inquilino, y han trasladado los muebles y otros enseres a lugares donde pueden ser de utilidad. Ahora tienen pendiente pintar "otra casa que se ha quedado vacía en el barrio".

Son trabajos con los que practican un oficio diferente al suyo. Pedro, que es pintor de profesión, cuenta que ha aprendido albañilería con Paco, que es oficial de primera además de soldador. Alberto es bombero de hormigón, así que afirma que es el que más tiene que aprender de estas labores.

Pero lo más importante para ellos es que realizando estas tareas se libran de la cárcel. "¡Hombre, estamos mejor aquí que privados de libertad!", señala Paco, quien lleva ya un año en la AVV de Santa María y todavía le queda casi otro año más. Esta es la segunda vez que realiza trabajos en beneficio de la comunidad, ya que estuvo hace tiempo de jardinero en el Parque Genovés.

Alberto es el que menos tiempo lleva en estos quehaceres. Empezó en septiembre y tiene que estar hasta febrero de 2012. Al que más le queda es a Pedro, que lleva desde abril y no terminará hasta 2014. Este hombre afirma que esta situación le ha llevado a plantearse un cambio en su vida. "Por lo menos a intentarlo, por la cuenta que nos trae", apunta Paco. Explican que si tuvieran algún problema mientras están realizando los trabajos en beneficio de la comunidad o faltan sin aportar un justificante, "vamos directamente a la cárcel, porque sería un quebrantamiento de condena".

La AVV de Santa María lleva colaborando con el Servicio de Gestión de Penas y Medidas Alternativas varios años. Desde la entidad vecinal mandan un informe a la administración sobre las necesidades que tienen y, en base a ello, se les envía personas con el perfil adecuado. Así, además de trabajos físicos, algunas de ellas acompañan a personas mayores o minusválidos en labores que no pueden realizar solos, otras cuidan la biblioteca o se encargan de abrir y cerrar la Federación 5 de abril.

Hay personas que se encuentran tan bien en la AVV que, tras cumplir su condena, se quedan como voluntarios. Es el caso de Francisco Javier, quien estuvo realizando trabajos en beneficio de la comunidad en Santa María en el año 2007 y todavía sigue colaborando con la entidad. "Me he quedado porque me han tratado muy bien aquí y me gusta lo que hago. Además, como no tengo nada que hacer, en vez de estar en una esquina o dando vueltas por la calle, vengo aquí la mayoría de los días. Es una motivación, e incluso un enganche porque cuando no vengo es como si me faltara algo", comenta Francisco Javier, quien considera que el trabajo en beneficio de la comunidad "es una oportunidad que nos dan para no entrar en prisión, y además me ha ayudado a darme cuenta del bien que se puede hacer por los demás".

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