Cádiz

Resignación

  • Los residentes y empresarios afectados creen perdida la batalla contra las pintadas · Prefieren dejar sus fachadas manchadas que limpiar en balde

“¿Hay una pintada nueva? No me he dado cuenta”. Rosa Hernández sale de su pequeña tienda de regalos para ver la nueva mancha. La fachada de la tienda está llena de grafitis y sólo la intensidad de sus colores desvela el tiempo que lleva cada una allí. El nuevo dibujo es una rúbrica de un rosa intenso. Tras observarlo sin mucho interés, Rosa vuelve al mostrador. No está enfadada, está resignada.

Dibujos, frases, rúbricas y comentarios a veces ilegibles cubren parte de las paredes y columnas del Paseo Marítimo, la zona del cementerio y los soportales de la avenida Ana de Viya, principalmente, en extramuros. Hace varios años, estas pintadas indignaban a los vecinos y comerciantes de la zona. Llegaron incluso a organizarse para quejarse alAyuntamiento, pero, pese a los esfuerzos, el problema persistió y, ahora, son pocos los que intentan solucionar el problema.

“Estamos pintando la tienda y vamos a aprovechar para pintar también la fachada, pero es una tontería, en un par de días volverán a estropearla”, comenta el dueño de Cocinas Royce. Los comerciantes utilizan pintura y alcohol, cuando se trata de una superficie de mármol, para limpiar sus fachadas. Ni los escaparates se salvan. “Mira el cristal, lo rayaron hace seis años, una semana después de inaugurar la carnicería”, explica su dueño José Luis Sánchez. “¿Para qué lo voy a cambiar si van a volver a rayarlo?”.

Una fachada limpia o un escaparate nuevo es la mayor tentación para los grafiteros. Por esta razón, los comerciantes afectados ya no los quitan, prefieren dejar las pintadas a frotar en balde. Los soportales de la avenida Ana de Viya es la zona más afectada y la acumulación de los grafitis, muchos de color negro, provocan una sensación de suciedad. “Esto daña muchísimo la imagen de los negocios de la zona”, señala Encarna Cansino, directora de Corporación Dermoestética. Columnas, buzones, portales, paredes enladrilladas. Cualquier elemento de la vía pública es utilizado a modo de lienzo.

El área de Mantenimiento Urbano se encargan de limpiar las pintadas en los muros de las fincas y el mobiliario urbano. Entre esta concejalía y la de Medio Ambiente, que asume la limpieza de los grafitis en los muros de piedra ostionera, se gastan al año cerca de 200.000 euros. Sin embargo, los vecinos y comerciantes aseguran que son ellos quienes retiran las pintadas. “Nos quejamos pero no sirve de nada y, para colmo, no cogen a los culpables y la limpieza corre de nuestra cuenta”, apunta Encarna Cansino, cuya empresa tuvo que contratar a una compañía de limpieza para quitar las manchas del mármol. Lo mismo hicieron en la comunidad de vecinos que preside Pedro Carrión. “La entrada al edificio estaba criminal, tuvimos que pagar la limpieza de nuestro bolsillo y a la semana volvieron a ensuciarla”.

En el casco histórico también han aparecido nuevos grafitis estos carnavales. En la plaza de San Agustín varias pintadas estropean la fachada de la tienda Massimo Dutti, y, en la Plaza San Juan de Dios, en las paredes y ventanas de la sucursal de Caixa Galicia se aprecian varios garabatos de color azul. “No tienen educación”, manifiesta Ángel Reguera cuando le preguntan por las pintadas en el bar La Nueva Ola, uno de los pocos que ha manifestado tomar medidas. “Tenemos fotografías del caos y la situación de peligro que se vivió el primer sábado en San Juan de Dios, la noche que pintaron la fachada. Hubo peleas, botellazos e incluso rompieron una farola”, recuerda mientras señala la luminaria dañada.

Ángel Reguera admite que aún no saben qué van a hacer pero no quieren quedarse con los brazos cruzados. Es la primera vez que dañan su negocio. Es pronto para la resignación.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios