Corría el año 1989 cuando en la redacción de Ceballos apareció un señor con un cartapacio debajo del brazo, un cigarro en la mano y una sonrisa de oreja a oreja. Venía de hablar con Federico Joly Höhr y José Joly Martínez de Salazar. El señor sonriente era el elegido para rediseñar el periódico centenario, para llevar a cabo un cambio brutal, pasar del emblemático formato sábana al tabloide. Recuerdo que llegó con un montón de maquetas, pero soprendentemente todas en sábana: desconocía que el rediseño consistía también en cambiar el formato. Optimista por naturaleza me dijo: "El cambio de tamaño no es problema, el mayor problema es el cambio en la redacción". Y así fue. Puso todo patas arriba.

Acababa de rediseñar el 'Heraldo de Aragón' pero su mayor éxito en España fue 'El País'. Alumno de la escuela alemana Bauhaus, a la que defendía con vehemencia, una de sus máximas era "Menos es más". Contaba que en sus primeros contactos con los redactores de 'El País' su principal batalla fue convencerlos de que los titulares no tenían que tener un cuerpo muy grande para que impactaran. Decía que "con el cuerpo 36 también se puede gritar".

Junto con Pablo Joly fueron seis meses de trabajo prusiano, durante los cuales "el alemán" nos inculcó la pasión por el diseño. Para mí todo había cambiado. Me hizo ver donde antes no veía. En aquella época las jornadas en los diarios eran eternas y pesadas. Él fue mi salvador. Me ilusionó como nunca antes nadie lo había logrado.

Sus primeros quince días en Cádiz fueron de adaptación, decía que "para diseñar un periódico hay que conocer bien el sitio y a su gente". Después de esas dos semanas observó que en la fachada de la esquina de Ceballos había un albañil picando con cincel y martillo, y el tipo canturreaba alegremente. Reinhard comentó: "Este periódico no tiene más remedio que ser alegre y dinámico". Después de trabajar de sol a sol durante seis meses no había secretos entre nosotros.

Nacido en Lübeck, a 60 kilómetros de Hamburgo, en 1937, su padre había sido tanquista en la Segunda Guerra Mundial. En su juventud fue gimnasta, piloto de carreras y estudió diseño en la escuela Bauhaus, hablaba cinco idiomas y se compró una sinagoga que restauró.

Gran comunicador y conversador, nos reuníamos después del trabajo en la calle Veedor (para nosotros, la calle era el almacén bar de Paco Chicón), donde entre manzanilla y manzanilla contaba las batallas de su vertiginosa vida. Una de las anécdotas más recordadas por todos fue la caza de un puma. Estuvieron quince días tras el puma, y él no paraba de hablar y hablar. Los aborígenes que iban con él se miraban hasta que terminaron por darle a entender que debería de aplicar una de sus máximas "menos es más". Sólo de esta forma (en silencio) le dieron caza.

El 20 de enero de 1990 salió por primera vez Diario de Cádiz en formato tabloide y el alemán nos dijo adiós, pero dejó toda su energía en la redacción. Con ella estuvimos alimentándonos durante una década.

El pasado sábado, día 31, murió en Madrid donde vivió gran parte de su vida profesional. Desde este rincón, Cadix como él decía, levantaremos una copa de manzanilla a su salud. Descanse en paz Reinhard Gäde, el alemán.