Cádiz

Pocas opciones y más parados

  • Los testimonios recogidos por este periódico ponen de manifiesto que la recesión económica afecta a sectores muy dispares. Trabajadores de larga duración pierden su empleo y se agarran a la formación

La crisis no ha repercutido en las contrataciones realizadas por los hosteleros gaditanos a tenor de los testimonios de las tres empresas consultadas. Si bien los comensales han estado más cautos a la hora de gastar, el número de clientes no ha descendido, de ahí que se hayan respetado las plantillas de trabajadores. "Hemos estado al máximo nivel como todos los veranos, aunque en invierno sí tendremos entre un 5 y un 10% menos de personal", explica Francisco Renda, encargado del restaurante Arte Serrano. Charo Cabello, relaciones públicas del Grupo Grosso, señala que la recesión económica "ha sido casi imperceptible en el apartado de contrataciones. Si acaso una persona o dos por aquello de que en los caterings se ha reducido el número de invitados". Por su parte, Luis Núñez, de El Faro, asegura que el grupo para el que trabaja ha contratado "al mismo número de personas que en el verano pasado".

La pérdida de empleo se ha notado mucho más en las inmobiliarias. Así lo atestigua Manuel Rodríguez-Sánchez Wagener, presidente del colegio oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Cádiz (API), que sin embargo se apresura a aclarar que "una cosa somos los agentes reglados y colegiados y otra las franquicias e intermediarios o advenedizos, que son los que más han sufrido la crisis y el descenso en la venta de pisos". Rodríguez-Sánchez, que apunta que desde octubre de 2007 se han dado de alta en la API catorce nuevos agentes, explica que "prácticamente han desaparecido los gestores de financiación". El presidente de la API añade que las empresas inmobiliarias "se han visto obligadas a adaptarse la dimensión de sus negocios a la coyuntura económica, de ahí que existan menos oficinas. La crisis no ha acabado sólo con el empleo, sino con los negocios".

jóvenes a la espera de una oportunidad

Luis Valladares vive en San Fernando, tiene 28 años y es licenciado en Biología por la Universidad de Sevilla. En 2003 finalizó sus estudios y un año más tarde consiguió su primer trabajo. Después de pasar por varios empleos, en mayo de 2007 una empresa de gestión ambiental lo contrató durante el tiempo que duraba un proyecto, exactamente un año.

A partir de esa fecha Luis solicitó el cobro del paro que le correspondía en relación al número de meses cotizados. Actualmente recibe aproximadamente 700 euros, que destina al pago mensual de las letras del coche, su seguro, mantenimiento y gasolina. Mientras encuentra un trabajo Luis piensa seguir completando su formación con cursos para desempleados. "Aunque sigo mirando, hasta el momento no ha habido ningún curso que se adapte a lo que yo he estudiado y si lo había ya había acabado el periodo de inscripción", explica.

de transportista a amo de casa

El portuense Juan Manuel R.M., de 34 años, llevaba sin parar diez años trabajando como transportista, aun teniendo un FPO de electricidad. Los últimos tres años ha estado en una empresa de Jerez hasta que el pasado 22 de agosto, su empresa decidió prescindir de su servicio. Echaba más horas de la cuenta "y apenas veía despierto a mi hijo de cuatro años", comenta Juan Manuel. Ahora, todo lo contrario, se ha convertido en amo de casa, pues es su mujer la que tiene que llevar para delante la familia. El finiquito que le han pagado le servirá para aliviar unas cuantas mensualidades de la hipoteca que tiene a 40 años. "Me siento raro, aburrido, cuando al levantarme veo que no tengo que ir a trabajar". Ahora, Juan Manuel ya tiene algún plan para escapar de la rutina diaria que le ofrece el desempleo: "si no me sale otra cosa, tengo pensado hacerme autónomo, o intentar sacarme el carnet de camiones, que aunque sé que vale mucho dinero, siempre viene bien".

víctima de un sector que se derrumba

Al igual que otros muchos trabajadores y empresarios de Chiclana, Antonio Rodríguez, transportista de profesión, sufre las consecuencias del derrumbe y de la crisis de un sector, el de la construcción, que le ha obligado a prescindir de algunos empleados. "La situación empeora por día. El número de obras se ha reducido considerablemente y, lo que es peor, muchas veces estamos trabajando sin tener asegurado el pago de los servicios, ya que, en no pocos casos, los constructores y promotores están sujetos e hipotecados por viviendas que no han podido vender". "Además", añade, "las puertas de los bancos ya no están tan abiertas como en épocas anteriores, con lo que no nos queda otra salida que aminorar gastos y aguantar el tirón".

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