Al llegar, Plácido Domingo recibió un fuerte y prolongado aplauso del público invitado presente, puesto en pie y nada más sentarse todos, las componentes de la escolanía María Auxiliadora, distribuidas estratégicamente por las galerías del patio de la Casa de Iberoamérica entonaron de manera conjuntada una pieza que resultaba incomprensible pero agradable. Las notas y palabras pertenecían a la canción tradicional zulú Ukuthula, que significa paz y que es una canción religiosa, al igual que la interpretada al final del acto por el mismo conjunto y con la misma dirección de Antonio Hernández Asencio: el tema de Keith Hampton Praise his holy name, un rítmico y sonoro espiritual, que el tenor siguió dando palmadas.

El final del acto tuvo el esperado epílogo fotográfico con el galardonado y la alcaldesa acompañando al ilusionado grupo vocal, y las peticiones de fotos de los invitados, que el tenor atendió educada y solícitamente.

Y por fin, ya en un ambiente mucho más reducido, Plácido Domingo escuchó música gaditana, la que dedicaron personal y apasionadamente al maestro dos artistas de la tierra, David Palomar y Carmen de la Jara, que arrancaron los aplausos de todos los presentes. Cierre animado para un acto algo serio al principio.