Pescaíto de barrio, corazón obrero

Nombre del establecimiento: El Rinconcito, calle Antonio Machado, Cádiz

Gallo, salmonetes y ensaladilla de pulpo.
José Berasaluce Linares

25 de abril 2015 - 01:00

La mayor gloria no es caer, sino levantarse (Nelson Mandela). Hay ciudades que viven y pueblos que sobreviven. La vida es un continuo ejercicio de reconstrucción. Conviene leer a John Ruskin (1819-1900), considerado el crítico de arte inglés más influyente de su época y un magnífico defensor de la ruina poética ya que la obra de arte es perecedera y el declive forma parte de la vida.

Las ciudades no siempre pueden tratarse como monumentos. El Katrina destruyó Nueva Orleans en 2005 y las tropas nazis arrasaron el centro de Varsovia en 1944. Todos tenemos derecho a reconstruirnos, a renacer desde las cenizas. En 1947 una gran explosión asoló Cádiz y arrasó la barriada España y todo el barrio de San Severiano. La Dirección general de regiones devastadas se ocupó de su renacer arquitectónico, pero más allá de los edificios, la barriada es un ejemplo de reconstrucción simbólica y cultural de la clase obrera de la ciudad.

Allí, en la calle Antonio Machado se encuentra El Rinconcito, un distinguido bar donde se hace uno de los mejores pescaítos fritos de Cádiz. Las casas de la barriada son simétricas, llenas de patios inmensos en su interior, con ropa tendida y tan parecidas entre sí que siempre te pierdes si no eres de la zona.

Los gaditanos Práxedes Sánchez del Arco y Mayte Fernández Galindo, con la ayuda de su hija Mayte y de Silvia te dan su corazón de barrio. Van a diario a la plaza a por pescado y saben darle el punto exacto de fritura. Freír pescado no es una ciencia exacta pero aquí saben hacerlo. Salmonetitos, boquerones, gallo, chocos, acedías y pijotas. Todo en pequeñito. Y vivo.

En el establecimiento todo es pequeño. La barra, el saloncito de 5 mesas con manteles de hule y las paredes llenas de recuerdos de la barriada. Deténganse a saborear las entrañables fotos de la pared llenas de identidad, de sentido de pertenencia reivindicativa. Una especie de Bronx a la gaditana pero con aroma a adobo.

El bar se abrió como una pequeña tasca en 1958 pero Práxedes y Mayte lo regentan desde hace veinticinco años reconstruyendo el concepto y aportando la novedad de la gastronomía de mercado diario. La lista de tapas se hace a mano y se van tachando a medida que se va agotando el género como si fueran acciones del mercado variable bursátil. Si no estás pendiente, se acaba el exquisito marrajo a la plancha.

Práxedes domina la barra, conoce al cliente, es un hombre tranquilo porque ir todas las mañanas a la plaza de abastos le da la templanza del superviviente. Mayte es la que manda en la cocina y desde la sala de máquinas es capaz de dirigir el cotarro a la perfección.

Los fines de semana llegan a tener hasta 45 tipos de tapas diferentes. No se pierdan la ensaladilla de pulpo con el toque de pimentón de la Vera. Disfruten de la sangre en tomate, del cuchareo y del aguacate relleno.

Su clientela es del barrio y sabe que El Rinconcito es una casa de todos. El humorista gaditano Manolo Martín, el Doctor Rey mago Fernando Sousa, Miguel Gelo, Agustín López y Charo, Pepe Luis Carmona, Juan León, Iñaki Chacartegui son algunos de los parroquianos más habituales.

No piensan ampliar el local, no quieren saber nada de la termomix y son tremendamente felices. Solo hay que entrar y ver que estás en su casa.

Ni los huracanes, ni las bombas, ni la termomix. Cuando hay deseo de renacer no importa donde hayas nacido. El deseo de reconstrucción es imparable. El Rinconcito es un monumento a proteger. Pescaíto de barrio, corazón obrero.

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