Cádiz

Patrimonio descuidado

  • El Ayuntamienta lanza una decidida apuesta por potenciar nuestro legado histórico

  • Una vez elaborado el protocolo ahora prepara un plan donde fija todos los proyectos a realizar

Las murallas, con vendaval o sin él, necesitan elevadas inversiones públicas.

Las murallas, con vendaval o sin él, necesitan elevadas inversiones públicas. / Julio González

Un grupo de inversores extranjeros pretende abrir dos hoteles de máxima categoría en Cádiz; una de las grandes operadoras norteamericana quiere incluir a Cádiz en sus rutas de turismo de lujo; empresarios, diplomáticos y políticos compran en Cádiz grandes pisos o fincas completas como segunda residencia; páginas turísticas de referencia sitúan ya a Cádiz como una de las nuevas capitales con mayor potencial turístico.

Casi sin darnos cuenta, aunque haya supuesto para muchos años de trabajo, turismo y Cádiz aparecen unidos cada vez con mayor fuerza y, lo que aquí nos interesa, centrados en algo más que el sol y las playas, apostando por un visitante con un alto nivel adquisitivo que busca, además de las playas, una oferta cultural potente, una gastronomía única, una ciudad sostenible y habitable.

Casi sin darnos cuenta, la piel de Cádiz muta. A la fuerza. Obligada por las circunstancias, cuando sus antiguos pilares económicos ya no son suficientes para tirar del carro. Con un puerto de futuro incierto, una Zona Franca con demasiado espacio libre y un astilleros que se salva como último referente de la antigua industria capitalina. Y lo que antes se limitaba a vender "la mejor playa del sur", ahora se convierte en el gran referente para nuestro futuro inmediato.

En este cambio de traje, la capital tiene pendiente poner en orden su rico patrimonio como foco de atracción del nuevo turista.

Parece que el Ayuntamiento empieza a hacer la tarea que le corresponde. Pretende que lo que estaba desatendido pase a estar por fin atendido. Primero, se ha aprobado un Protocolo de Patrimonio, que pone las bases de colaboración entre las concejalías y, sobre todo, la participación ciudadana a la hora de localizar daños en este legado. Y, segundo, se prepara ya la elaboración del Plan Municipal de Patrimonio, que apuesta de forma ambiciosa por reordenar todo nuestro patrimonio, dando un uso ciudadano y lógico a lo que está sin uso y arreglar lo que está mal conservado.

Este documento ya está en fase de elaboración y en su redacción final, el área de Patrimonio que dirige el concejal David Navarro, se quiere implicar a diversos colectivos ciudadanos que en los últimos años, como una positiva peculiaridad de Cádiz, han ido naciendo para defender nuestra historia, sacar a la luz los fallos en el mismo, como Adip, o emprender rehabilitaciones que parecían imposibles, como la que afronta la Asociación de Amigos del Convento de Santa María en uno de los edificios más antiguos de la capital, tantos años ignorado por las administraciones y por sus propios propietarios.

El Plan de Patrimonio implica, primero, elaborar un catálogo de todo lo que pertenece al Ayuntamiento a fin de ver el estado de conservación en el que se encuentra, los casos más urgentes sobre los que hay que actuar y los usos que actualmente tiene; posteriormente se plantea una utilización de todo ello teniendo como prioridad el beneficio de la propia ciudad.

Especial atención se quiere prestar a todo el frente de la Puerta de Tierra, sin duda una de las joyas de nuestro patrimonio más desaprovechada. Así, se busca potenciar el uso del paseo superior y mejorar la información histórica del mismo. Pero sobre todo se quiere abrir a la ciudad todas las bóvedas que hoy se encuentran vacías, y en algunos casos en mal estado, en San Roque y Santa Elena, especialmente en espacios que por su tamaño, como el antiguo Taller Velasco, tiene un gran potencial. A la vez, el Plan planteará una peculiar alternativa a los jardines del foso del Pelíkano, un suelo urbano a pie de un monumento nacional totalmente infrautilizado.

Especial atención habrá que darle al castillo de San Sebastián, cuya restauración se encuentra paralizada desde hace años lo que hace peligrar el futuro de la propia fortificación, que tendría que ser un referente turístico y cultural en el nuevo modelo urbano.

El documento dedica también espacio al cuidado del patrimonio comercial. En tiempos del gobierno de Carlos Díaz, una propuesta del entonces concejal Fernando Santiago planteó la elaboración de un catalogo para garantizar su preservación. Nada se hizo y desde entonces se han perdido fachadas e interiores de comercios con un alto valor histórico. El nuevo Plan pretende evitar nuevas pérdidas.

Junto a ello, se controlará el estado de los guardacantones (muy afectados por obras de rehabilitación en fincas donde se ubican) y la lacra urbana que supone el cableado en el exterior de los edificios en el casco histórico.

El Ayuntamiento quiere contar con la colaboración de otras administraciones. Del Estado depende, por ejemplo, el mantenimiento de las murallas que rodean la ciudad, mientras que la Junta cuenta con la gestión de un rico legado, comenzando por el Teatro Romano, así como por otros yacimientos arqueológicos, el Museo de Cádiz o el Centro de Interpretación del Doce, entre otros. Estado y Junta son, además, esenciales para contar con financiación para ejecutar todas las obras pendientes.

También se busca la participación de la iniciativa privada, desde la iglesia (poseedora de un rico patrimonio, parte ello recuperado por las propias administraciones públicas) hasta los propietarios de casas palacios o torres miradores, como elementos peculiares de nuestro urbanismo.

El plan nacerá con el problema financiero que arrastra el Ayuntamiento. Los fondos son limitados, aunque se considere el patrimonio como un elemento de referencia de la ciudad; y por si fuera poco, en clave interna se choca con la obligación de colaboración de todas las delegaciones municipales relacionadas con nuestro legado histórico. El problema es que una parte de esta concejalías está en manos de Ganar Cádiz, socio de gobierno de Podemos, una formación muy celosa de su parcela de poder en el Ayuntamiento que podría poner impedimentos en el desarrollo de un Plan que, por si fuera poco, puede que nazca sin el necesario personal para garantizar su buena ejecución.

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