Cádiz

Padre e hijo unidos por una vocación

  • Santiago Hernández trabajó en una autoescuela medio siglo y su hijo Jesús acaba de abrir una en la Plaza de España

Santiago y Jesús Hernández son dos gaditanos, padre e hijo, que tienen en común su profesión, la de profesor de autoescuela. El primero de ellos trabajó durante cincuenta años enseñando a conducir, y su hijo, que llevaba siete años en otro negocio, acaba de fundar su propia empresa, la autoescuela Plaza de España.

Jesús está muy ilusionado con su nueva aventura y comenta que le apasiona su trabajo. "Me gusta porque es lo que he vivido siempre, con mi padre tantos años trabajando en lo mismo creo que es normal".

Mucho han cambiado las cosas desde que hace medio siglo el mayor de los Hernández comenzara a trabajar en la plaza de España con una pizarra y un Fiat de manivela. "¡Lo que costaba arrancarlo!", comenta. Hoy la autoescuela de su hijo cuenta con todo tipo de aparatos informáticos de última generación y una pantalla táctil para amenizar las explicaciones. "Yo explicaba un par de cosas en la pizarra a los pocos alumnos que teníamos, apenas un par de conceptos básicos que les permitiesen poder enfrentarse al vehículo, después el examen teórico eran cuatro preguntas del tipo qué hay que hacer ante una señal o algo parecido, así que había que ser excesivamente torpe para no aprobarlo".

En cuanto al práctico, comenta que en la zona de la Plaza de España no había nada. "El examen era también muy sencillo, sólo había que andar un poco y aparcar, resultaba complicado encontrarse con otro coche durante el trayecto, por lo que no ocurría lo mismo que hoy día que hay que estar pendiente de mil cosas para que no te suceda nada extraño". Continúa afirmando que "hoy día las cosas han cambiado mucho y el tráfico se ha vuelto mucho más complicado, no en vano, antes el nuestro era el único lugar de enseñanza automovilística de la ciudad y hoy en día hay decenas de autoescuelas".

Jesús comenta que lo más importante a la hora de enfrentarse al automóvil es "tener en mente que uno está aprendiendo, no sólo intentando aprobar".

"La gente se obsesiona con el aprobado y se mete en una burbuja en la que el resto del tráfico no existe, y eso es muy negativo porque son muchos los condicionantes que determinan que una persona aprenda, no hay que pensar en el aprobado final y en las consecuencias del suspenso, sino en aprender a conducir".

"El otro factor -continúa- es la dificultad de tener que cumplir con todas las normas en una calzada en la que el resto de conductores no las cumplen".

Explica la importancia del teórico abogando que su conocimiento "debe durar toda la vida", y por ello cree necesaria la creación de un "curso de reciclaje, ya que las normas se van actualizando año a año y los conductores desconocen las modificaciones de Tráfico".

Medio siglo después de que empezasen, los Álvarez continúan en Cádiz. Dos generaciones unidas por un mismo destino, el de enseñar a los gaditanos a aprender a conducir. A conseguir la deseada patente que tantos problemas crea.

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