Obituario

En memoria de Eduardo López Vegue

Supongo que todas las promociones pensarán igual, pero la nuestra, la que terminó el Bachillerato en 1958 en San Felipe Neri, es especial. Han pasado muchos años desde aquella fecha en la que cada uno de nosotros emprendió una vida distinta y en muchos casos alejados de Cádiz, sin embargo, hemos permanecido unidos, muy unidos, hermanados y con un cariño entre nosotros sincero y generoso.

Todavía parece que lo estoy viendo corriendo por el campo de deportes de San Felipe con su jersey verde de pico, o montado en aquella moto de la que solo él disponía, o con todos los aparejos que los porteros de Hockey se ponen encima para protegerse.

Se nos ha ido Eduardo López Vegue a quien cariñosamente llamábamos “el mosca”. Eduardo encarna, porque todavía y por mucho tiempo lo sentimos cercano y querido, esas virtudes de generosidad y entrega de las que tantos tenemos pruebas.

En justa correspondencia, Eduardo es persona muy querida. Su muerte ha conmocionado a todos los que le conocen. Las muestras de condolencia llegan desde todos los rincones de España, muchos de ellos compañeros de esa excepcional promoción del 58. Sorprendidos por lo inesperado del fatal desenlace.

Los que estamos en Cádiz, hemos sentido como propio el dolor de una implacable enfermedad que le ha ido deteriorando en un lento día a día. Desayunábamos juntos todos los días y hablábamos mucho. Los dos éramos conscientes de la gravedad y Eduardo lo asumió desde el principio. Un día me dijo: “Jaime, me ha tocado” y yo le dije que tenía que luchar que había que vencer a la enfermedad.

Querida Mini, queridos Gogo, Arancha, Sonsoles y Gonzalo, quiero transmitiros el cariño y las muestras de dolor de tantos compañeros que se encuentran lejos y me piden que lo haga.

Querido Eduardo, descansa en la Paz del Señor.

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