Entramos de lleno en el fin de semana de Corpus, una de las primeras celebraciones de nuestra ciudad, con el Carnaval, la Semana Santa, Reyes Magos y, aunque menos, el Trofeo y la Patrona, salvadas las distancias en todas ellas.

Noche y mañana de un Corpus que ha sido muy grande, hasta tal punto que era una de las señas de identidad de nuestra ciudad, que casi tocó fondo con el cierre de la Catedral y que aunque está sufriendo la creciente ola de laicismo que está invadiéndonos, está muy poco a poco creciendo. Se irá mucha gente a la playa, sí; pero también otras tantas miles de personas, entre ellas muchísimos jóvenes, se quedan en la ciudad admirando la procesión y dándole solemnidad al acontecimiento.

Y ello es bueno, porque va siendo hora de que de una vez por todas defendamos las cosas de nuestro Cádiz. Y entre ellas, el Corpus, que no es cosa de antiguos, como algunos imbéciles dicen, sino una manifestación de culto, anclada en la tradición, que trasciende la propia celebración religiosa y que pone de fiesta a la ciudad. Con el Corpus se para el reloj y a la memoria del gaditano llegan aquellos jueves hermosos, con militares cubriendo carrera, el personal estrenando ropa o zapatos, la procesión con sus pasitos y esa custodia -¡ay!, qué custodia-, orgullo de todos, que nos ponía entre los mejores Corpus de toda España.

Ese es el Corpus que nos disponemos a disfrutar este fin de semana; primero, esta noche, con el traslado de la Patrona a la Catedral y después dando un paseo por el recorrido de la procesión, viendo los altares que instalan distintas cofradías. Y mañana, llenando aceras, cuando no participando directamente en el cortejo y llenando una vez más una página del Cádiz de las grandes celebraciones, ese Cádiz que nunca debemos perder y, sobre todo, cooperar a que no se pierda, con comentarios de mal gusto, descalificaciones y una terrible falta de respeto, ese que se tiene para quien opta por marcharse de la ciudad. Tiene todo el derecho del mundo a hacer lo que le venga en gana, pero seguro, buen señor, buena madre, que usted se lo pierde.