Instalaciones Examen al Polideportivo del Centro Histórico

Malo, feo y caro

  • Los primeros 100 días de actividad en el nuevo pabellón del casco antiguo ponen de manifiesto las deficiencias de un recinto que recibe más críticas que alabanzas

Suspenso tras los primeros 100 días de gracia. El nuevo Polideportivo del Centro Histórico de Cádiz ha suscitado más críticas que alabanzas desde que abrió sus puertas el pasado 28 de junio. La inundación de hace un par de semanas ha sido en realidad, y nunca mejor dicho, la gota que colma el vaso. No es que la instalación no ofrezca aspectos positivos, que los hay, sino que la interminable lista de deficiencias hace del todo imposible una valoración favorable por mucha objetividad que se derroche en una visita para evaluarla como mero usuario.

Apenas tres meses y medio han bastado para que no pocos reconozcan las bondades de la pista principal, por la calidad de su superficie; la de césped artificial de fuera, sobre todo porque en el casco antiguo de la ciudad no existía ninguna de estas características, y el gimnasio, único municipal de Puertas de Tierra para dentro y que por la elevada demanda ya registra lista de espera en el horario de tarde. Sin embargo, los problemas afectan incluso a las tres bazas claramente ganadoras del recinto.

Así, en la pista principal ya se están efectuando catas bajo las gradas para precisar el motivo por el que se está levantando el linóleo. Concretar si se debe a un defecto en la torta de hormigón o a la masa niveladora se antoja fundamental para pedir responsabilidades a la empresa instaladora si procede. Al margen del contratiempo con el linóleo, la cancha se vendió a bombo y platillo como una multiusos, cuando lo cierto es que en estos momentos no puede alquilarse para jugar al baloncesto porque, por un lado, en la pista principal no se han instalado aún las canastas y, por otro, porque las transversales están inutilizadas debido a que las gradas telescópicas permanecen siempre abiertas. Al contrario que en otros pabellones que poseen este tipo de graderíos, el del Centro Histórico necesita una laboriosa tarea de montaje y desmontaje imposible de afrontar por el personal del polideportivo sin condicionar una o dos horas por delante y por detrás de la utilización de las pistas transversales. El peligro que supone, por temor a una caída desde una altura considerable, la presencia de aficionados en el pasillo superior con las gradas plegadas es otra razón que ha propiciado que permanezcan siempre abiertas.

Por lo que respecta al campo exterior de césped sintético, obviando el inconveniente de que no se puede acceder al tejado del edificio anexo en caso de que se embarque un balón, lo más preocupante es que las barras laterales, los postes de iluminación y los banquillos están demasiado cerca del terreno de juego y continúan sin ser revestidos con algún tipo de material protector pese a que más de un usuario lo ha advertido y el propio personal ha transmitido a quien corresponde su inquietud por el asunto.

En cuanto al gimnasio, las primeras averías de las máquinas han puesto de manifiesto el sinsentido de comprar segundas marcas para un complejo deportivo que ha costado más de 4,5 millones de euros. Que los técnicos encargados de la reparación prevengan de la conveniencia de que algunas no sean utilizadas por personas que pesen más de 100 kilos es el colmo. Y ello sin olvidar que, por más que los extractores funcionaran a pleno rendimiento, en verano parecía una sauna toda la planta alta, el gimnasio y las pistas de pádel, que también se llevan su parte del suspenso tanto por los reflejos de la luz que impiden ver la trayectoria de la bola como por el estrecho e incómodo acceso a las puertas de entrada y la falta de algún banquillo o silla.

Calor y sed. Una mala combinación en el Polideportivo del Centro Histórico porque resulta imposible encontrar un grifo de agua fría. El mezclador de temperatura va bien para la ducha pero desde luego no sirve para saciar la sed, así que no queda más remedio que comprar en las máquinas de la entrada una lata… cuyo acceso, por cierto, está terminantemente prohibido.

Curioso problema con el agua en un pabellón que se ha inundado con las primeras lluvias de otoño. Fue una auténtica tromba y los husillos estaban atascados por la vegetación, pero por mucho que el concejal Vicente Sánchez y sus técnicos insistan en que el agua penetró sólo por la rampa de la pista exterior y la terraza de arriba, quienes fueron testigos directos de lo sucedido aseguran que las filtraciones se produjeron hasta por los muros de hormigón. Los cercos de humedad avalan sus testimonios.

Tantas deficiencias acaban por dejar en un segundo plano las críticas a la estética del recinto. Para la mayoría, feo por fuera y por dentro. Para muchos estudiosos de la arquitectura, una obra maestra de Ramón González de la Peña. Para el Ayuntamiento, un polideportivo funcional. Para el sentido común, un problema que hay que resolver asumiendo responsabilidades y sin echar culpas al que hizo la mezcla.

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