"El Sínodo despertó muchas ilusiones en cuanto a una renovación en la pastoral diocesana, creo que levantó tantas expectativas como decepciones posteriores, al no verse aplicado en la práctica lo manifestado, aprobado y, a veces, aclamado", afirma Juan Piña Batista, actual párroco de Santo Tomás de Aquino, que fue vicario episcopal de la Bahía y formó parte del Consejo de Presidencia del Sínodo y de la comisión coordinadora.

El sacerdote añade que "es posible que no sea ajeno a ello el hecho de que , tras finalizar el Sínodo, se encargara la coordinación de la pastoral diocesana a alguien que ni siquiera participó en el mismo y no pudo percibir el espíritu de las entusiastas asambleas sinodales".

Como recuerdos puntuales cita el retiro inicial de la asamblea sinodal, encomendado al padre Antonio Troya, entonces vicario episcopal de La Janda, que centró su intervención en la capítulo 15 del libro de los Hechos de los Apóstoles: La Asamblea de Jerusalén, subrayando la conclusión de la misma: "El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponeros más cargas que las imprescindibles", lo que a su juicio perfilaba el talante del Sínodo, cuya fase definitiva se estaba iniciando.

También sobre la elaboración de la ponencia 'La evangelización de los jóvenes', de la que fue relator y ponente en la asamblea sinodal, destaca el trabajo de un grupo de 17 jóvenes, 10 de ellos menores de 30 años, que se recluyeron un fin de semana para elaborar la síntesis de las casi 3000 fichas con las respuestas de los grupos.

No olvida tampoco la propuesta de una de las representantes de la parroquia del Santo Cristo de San Fernando sobre la supresión de la presencia de armas en las procesiones y manifestaciones creyentes. Aunque fue la más votada por la asamblea, que la aplaudió, luego no fue recogida en las constituciones sinodales como se aprobó. El Ministerio de Defensa las suprime 10 años después, dice.