En el Juan Sebastián de Elcano hay días "buenos, e incluso muy buenos, y otros malos y a veces peores", cuenta su comandante, el capitán de navío Ignacio Paz. Este domingo, tras recorrer 19.000 millas náuticas y visitar 14 puertos en ocho países diferentes, llega a Cádiz. Y atrás quedarán esos días, esos momentos especiales y esas vivencias intensas grabadas en las retinas de la dotación y los guardiamarinas para siempre. A punto de que el buque escuela llegue a casa, un guardiamarina, un profesor y un sargento de la dotación cuentan sus recuerdos.
"No tiene precio esta experiencia"
Porque "no tiene precio esta experiencia", cuenta Ignacio González-Aller Joly, guardiamarina de primero que se ha formado en este XCI Crucero de Instrucción. "De los mejores momentos que he vivido a bordo ha sido navegando, siempre fue un sueño para mí desde pequeño navegar en este buque", asegura. "Y además, al hacerlo, cruzar el Atlántico a vela, navegar por el mar Báltico, el Mar Caribe... no tiene precio", añade.El joven cuenta su experiencia “totalmente positiva” de estos seis meses de un viaje fundamental para la formación de los oficiales de la Armada, "el momento en el que ya como alumno se empiezan a tomar responsabilidades, tratando con los subordinados de primera mano, ejerciendo tu don de mando por primera vez y adaptándolo cada uno a su personalidad, intentado siempre hacerlo de la mejor manera posible".Y aunque al principio es un “poco difícil adaptarse”, finalmente todo "te hace fomentar el compañerismo y disfrutar de los pequeños momentos del intenso día a día". "Apoyándonos en los compañeros siempre salíamos adelante", rememora cuando se le pregunta por los momentos más duros navegando. "Sobre todo las navegaciones cortas, cuando llevábamos muchas millas y nos tocaban tránsitos cortos y no llegábamos a coger una rutina diaria y se nos acumulaban muchos trabajos, exámenes y estudios, sumándole a ello nuestras guardias diarias".
Pero mereció la pena. Como la parada especial en Lisboa donde tras cuatro meses y medio tuvo visita de sus seres queridos, “un gran apoyo y motivación para continuar". O el recibimiento en Guetaria, ciudad natal del ilustre marino del que lleva nombre el buque escuela y con motivo del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo. "No puedo dejar de lado el espectacular recibimiento”.
"Es casi imposible hacer un balance negativo"
Para uno de sus profesores, Teo Romero, es "casi imposible que el balance de un crucero de instrucción sea negativo". "Es cierto que siempre hay momentos más difíciles que otros, pero al final te quedas con lo positivo del viaje", explica, expectante por la llegada a Cádiz, "por la vuelta a casa con la familia esperando para recibirte".
Apoyar a la familia desde la distancia es complicado, dice. "Además desde cualquier otro barco de la Armada sabes que ante un problema grave pueden repatriarte en un tiempo relativamente corto, pero en el Elcano podría ser cosa de días, dependiendo de la navegación en la que te encuentres, lo cual es sacrificado", argumenta. "Sin duda, y aunque sucediera en el pasado crucero, el momento más duro ha sido el fallecimiento de mi padre, el Dr. Manuel Romero Tenorio, gaditano de adopción y al cual he tenido presente en muchos momentos durante este viaje".
Romero recordará "los buenos ratos en compañía de la cámara de oficiales del barco, compañeros y amigos con los que convives seis meses y que son lo más parecido a una familia". Hay "muchos momentos bonitos", manifiesta. "Las entradas a puerto han sido particularmente emocionantes, como Guetaria, por la expectación creada y lo complicado de la maniobra".
"Si me tengo que quedar con una ciudad, esa es Cádiz"
"Si me tengo que quedar con una ciudad... esa es Cádiz, mi hogar, de la que tanto me cuesta zarpar y tanta alegría me produce volver a pisar". Son las palabras de Vicente Herrero Videira, sargento que se encarga de la Oficina de Personal, Detall en términos de la Armada, y que es suboficial de la brigada Sierra, compuesta por personal de administración, hostelería y cuerpo militar de música, haciendo de eslabón intermedio entre el mando y la marinería.
"Ahora que la esperada llegada a casa está tan próxima, a la cabeza únicamente llegan los buenos momentos vividos, que al fin y al cabo son los que siempre se recuerdan y llevaré en mi corazón como una grata experiencia personal", señala. Y eso que para Herrero ha sido especialmente duro, porque le tuvieron que realizar una operación en Cuba, "que hoy queda como una anécdota más, pero que en su momento fue una situación bastante desagradable". "Doy gracias por que todo saliera bien y en especial a mi compañero, el sargento primero Israel Illanes, por estar conmigo en todo momento, así como al equipo de Sanidad a bordo por su excelente labor en los cuidados del día a día".
Entre sus recuerdos están las entradas a puerto, "esos momentos que se esperan con gran alegría dejando atrás días de intenso trabajo"; las cálidas bienvenidas "como en Veracruz, con un gran entusiasmo y vestidos con sus trajes y bailes típicos de la zona"; y "esa sensación maravillosa de volver a pisar tierra después de 28 días de mar y poder explorar lugares donde nunca habían estado", junto al hito de cruzar el Atlántico a vela.
"En mi segundo viaje a bordo del buque escuela he podido conocer 23 ciudades distintas, cada una con sus diferentes culturas, gente, costumbres, las cuales me enriquecieron como persona y de todas ellas me llevo un pedacito dentro", dice el sargento, aunque ahora solo piense, "después de tantos meses fuera, echando de menos a la familia", en su hogar, en su gente y en Cádiz.
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