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El Hotel Atlántico se despide hoy con un "hasta luego"

  • Las instalaciones cierran sus puertas a sólo dos días de su 80 aniversario · El edificio que sustituirá al actual estará finalizado para el Bicentenario de la Constitución

Ayer no era un día más en el Hotel Atlántico. Era un día menos: el último día antes de que el edificio cierre sus puertas, sea demolido y sustituido por un nuevo edificio que deberá estar listo en 2012. Hoy se servirá el último desayuno, los huéspedes podrán almorzar y el personal del hotel será reemplazado por los albañiles.

Pero eso es hoy. Ayer el hotel funcionaba como cualquier otro día, con esa eficiencia que es el único método de que todo funcione en un establecimiento de más de un centenar de habitaciones y de crear una clientela tan fiel como la que del Parador, con huéspedes que repiten desde hace décadas y que se van a quedar un poco huérfanos de casa en Cádiz.

El viernes por la tarde, como cada día, el personal de mantenimiento había revisado las bombillas y cambiado algunas. Poco antes habían arreglado la cafetera, y hace un mes un problema con el agua caliente que derivó en una pequeña inundación. La tubería podía haber esperado un mes. Los de mantenimiento sonríen ante el recuerdo de esa reparación para tan poco tiempo mientras se dedican a mover un sofá. Su actividad es lo único que indica que algo está pasando: están preparando el cóctel de despedida, por lo que el piano se tiene que mudar de un salón a otro para no volver ya a su lugar habitual.

Organizando todos los preparativos y el día a día del hotel está Nieves Montisi Yagüe, directora del Parador junto a Gonzalo Fernández Corrales. El ritmo de trabajo en el establecimiento no permite bajar la guardia. Son 298 plazas hoteleras en 149 habitaciones, se sirven una media diaria de 300 cubiertos en temporada alta, se celebran cuarenta bodas al año... En el Atlántico se lavan diariamente 2.400 platos y se ponen quince lavadoras.

El despliegue de actividad no le impide intercambiar un saludo con uno de los fieles del hotel, Stig Ericcson, de Estocolmo. Lleva veinte años alojándose en el "hotel perfecto" dos veces al año: en primavera y en otoño. Así prolonga el tibio verano sueco. Seguirá viniendo a Cádiz, pese al cierre de su hotel, pero tendrá que buscar otra alternativa al alojamiento.

Otro veterano en el Atlántico es Miguel Benito, pero esta vez por la parte de la plantilla. En un mundo laboral con trabajos cada vez más inestables el que alguien lleve trabajando en el mismo sitio tanto tiempo es buena señal. Benito entró a trabajar en el hotel antiguo, el de aire árabe, un mes antes de cumplir los dieciséis años. Su padre, explica, había sido uno de los trabajadores que lo construyeron.

Esta es la segunda vez que este trabajador afronta un cierre por reforma, y de la primera atesora, además del recuerdo, la última nómina. Los años entre uno y otro hotel se alargaron más de lo previsto y a punto estuvo de acabar trabajando en un Parador del Valle de Arán. Pero se quedó en Cádiz y se reincorporó a la plantilla del hotel cuando este volvió a abrir sus puertas.

En el Parador trabajan 71 personas, aunque el número de trabajadores aumenta en la temporada alta con gente de refuerzo a la que se contrata por medio de la empresas de trabajo temporal. Durante las obras, algunos seguirán en la empresa y se marcharán a otros complejos hoteleros. Otros, en cambio, pasarán a engrosar las listas del paro. Todos cuentan con el compromiso de volver al hotel en 2012.

El Atlántico ha apurado sus últimas horas con el mismo ritmo de siempre. Sus salones acogieron el último acto en la noche del pasado jueves. Fue el desfile de moda con las creaciones de Antonio Ardón a beneficio de la Asociación de Reyes Magos de Cádiz, al que curiosamente fue más gente que el año pasado, observa Montisi Yagüe. El último convite de boda fue el sábado por la noche, una celebración emotiva, porque los novios, que sabían que eran los últimos en partir la tarta en esos salones, se hicieron fotos con el personal.

La piscina, ayer, seguía abierta. En la zona de juegos infantiles disfrutaban los niños y la gente charlaba en la terraza mirando al océano que da nombre al hotel. La música ambiente seguía allí, las flores de la recepción estaban allí, la lista de precios colgada en la pared, como siempre. Había descuentos en la tienda. En el hotel sólo faltaba el mañana y la procesión iba por dentro. "Alguna lagrimita se me ha escapado, no te creas", dice la directora.

El desalojo no comenzará mañana, sino la semana que viene. Muchas cosas se redistribuirán entre los otros Paradores; en esta labor se empleará un par de meses. Después, en enero, vendrán las máquinas y acabarán con el edificio del año 81 que a su vez sustituyó al anterior, que tuvo que ser derribado por problemas estructurales.

En el futuro está el 2012 y un edificio moderno que empezará a construirse en junio de 2010 y costará veinte millones de euros. El nuevo Hotel Atlántico debería estar listo a finales de 2011, pero hay que amueblarlo y acondicionarlo. Sus 124 habitaciones podrán abrir sus puertas para el Bicentenario, y más adelante se hará la actuación pendiente, la ampliación del Parador con los terrenos del Campo de la Balas, la antigua Academia de Artillería.

Mientras, el nuevo hotel cambiará considerablemente la configuración de la zona no sólo por su cambio de situación con respecto al actual (es perpendicular al mar en vez de paralelo) sino porque detrás de él quedará un paseo marítimo de uso público. Este paseo completará el recorrido por el borde perimetral del casco histórico.

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