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Cádiz

Esperanzas perdidas

  • Dura realidad. El informe del Tribunal de Cuentas evidencia los errores de gestión del Consorcio del Doce, un ejemplo más de la nueva oportunidad que dejó pasar la ciudad

Acto festivo ante el Monumento a la Constitución de 1812.

Acto festivo ante el Monumento a la Constitución de 1812. / joaquín hernández kiki

Los años pasados nos permiten guardar en el baúl de viaje demasiados acontecimientos vividos en esta pequeña ciudad que, culminados con una cierta euforia, nos permitían ver entonces nuestro futuro con un relativo optimismo. Optimismo que se diluía con la misma rapidez con la que retornábamos a nuestros problemas habituales que, como constatan los libros de historia y nuestra propia hemeroteca, son cíclicos.

La conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812 se puso en marcha no solo para celebrar la dicha de la primera constitución liberal de España sino también como excusa para dar un empujoncito a la ciudad, que falta le hacía. Fue el entonces concejal Fernando Santiago el que propuso la idea a la entonces alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez, cuando aún quedaba más de una década para el aniversario.

Duele sobre todo porque no acabamos de aprender ante las oportunidades perdidas

Tiempo de sobra para poner en marcha una celebración adecuada a la importancia del acontecimiento histórico que se conmemoraba; para implicar a todas las administraciones públicas y a la sociedad civil; para lograr fondos procedentes de la iniciativa privada. Para plantear, en definitiva, un proyecto que debía ir más allá del propio año festivo, 2012.

Esta semana Ramón Álvarez de Miranda, que está al frente del Tribunal de Cuentas, contó en el Parlamento lo que ya conocíamos: que la gestión pública del Doce fue bastante deficiente. Se centró en el aspecto de la gestión económica, de cómo se redactaron contratos y se firmaron convenios. No habló, porque no era su competencia, sobre lo celebrado, sobre lo que se pudo celebrar.

Da igual que Álvarez de Miranda no haya entrado en estos menesteres, pero sus datos puramente técnicos y numéricos han sido la puntilla al fracaso del Bicentenario como proyecto de futuro, de cuyo final ahora cumplimos ya cinco años.

La cuentas indican que el investigado Consorcio dispuso de 20.464.142 euros para gastos varios de los que apenas 10 millones fueron puestos por empresas privadas, mucho menos de lo previsto. Claro que las administraciones públicas tampoco fueron muy magnánimas con este ente, especialmente el Estado, que apenas aportó 5 millones de euros, el doble que la Junta aunque no podemos olvidar la buena cantidad de dinero que la administración regional utilizó para salvar al ruinoso Oratorio de San Felipe, hoy totalmente desconectado del relevante papel histórico que tuvo en la elaboración de la Constitución de 1812. El Ayuntamiento del PP, por su parte, se tuvo que rascar bien el bolsillo para evitar el colapso de la celebración.

No descubrimos nada si, cinco años más tarde, constatamos las esperanzas perdidas con esta conmemoración, solo que el Tribunal de Cuentas ha venido a recordárnoslo. Y duele.

Duele sobre todo porque aquí no acabamos de aprender, ni reflexionamos ante las oportunidades perdidas. Al tiempo: en nada terminamos el año del Tricentenario de la Casa de Contratación. Una efemérides mucho más difícil de vender que la del Doce, más de andar por casa, pero no la hemos sabido aprovechar centrándonos en la recuperación de nuestro comercio tradicional. O en la apertura de un museo que nos recuerde nuestra relación económica con América. La buena voluntad de la Diputación Provincial ha sido insuficiente, a la vez que nadie ha sabido encauzar el interés de diversos colectivos ciudadanos a la hora de tirar de este evento. Un borrón más en nuestra lista.

Ahora, como ya no nos queda en el calendario nuevas fechas relevantes que comenzar a preparar, bien podríamos centrarnos en algo que tenemos frente a nosotros desde siempre: la relación del puerto y la ciudad, un debate sobre el que llevamos hablando desde hace años y que ahora parece que entra en un momento trascendental. Aunque no tanto si nos atenemos a cómo se está ignorando este proceso y mucho. Decenas de miles de metros cuadrados. Turismo, comercio, ocio, industria naval. Todo bien planificado en miles de metros cuadrados. Una oportunidad única. Y la dejaremos pasar.

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