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El turismo en Cádiz

Los déficits eternos de una ciudad que quiere ser turística

  • Cádiz sigue sin saber aprovechar los equipamientos referentes de su larga historia

El castillo de San Sebastián bordea la ruina

El castillo de San Sebastián bordea la ruina / Almudena Torres

Según los grandes medios de comunicación de los Estados Unidos y el Reino Unido, Cádiz es una ciudad que no debe faltar en la planificación de unas vacaciones. De pronto, aunque llevamos por aquí desde más de tres mil años, han descubierto las virtudes de esta ciudad. Desde el sol hasta su arquitectura pasando por la gastronomía, las playas y su gente.

Cada vez hay más turistas y, sobre todo, más visitantes con dinero, que es lo interesante.

Pero a pesar de este resurgir de la ciudad y de asumir que el turismo juega ya un papel esencial en nuestra economía, tras el hundimiento de su industria, estrechamente unido al comercio tradicional, Cádiz aún tiene mucho que mejorar para ofrecer al visitante todas sus virtudes, y lograr con ello un aumento mayor de visitantes, hasta ponernos al mismo nivel que otras capitales andaluzas.

Por ejemplo, vendemos nuestra historia y somos incapaces de tener en orden los castillos y las murallas centenarias. El frente de la Puerta de Tierra parcialmente cerrado y, ahora, lleno de indigentes; el castillo de San Sebastián clausurado desde hace años, además de la imagen de abandono que da buena parte del borde marítimo.

La ciudad de la Constitución de 1812 no ha sabido aprovechar este capítulo referente de su historia. Ahí está el Oratorio, sin ninguna referencia al papel que tuvo en la primera Constitución española. O el limitado Centro de Interpretación. O la ausencia de referencias callejeras a este periodo de nuestras vidas.

Y retrocediendo en el tiempo, la incapacidad de la administración de concluir la recuperación de una joya como es el Teatro Romano. O los yacimientos arqueológicos maltratados: Varela, la fábrica de salazones, la Casa del Obispo... que en cualquier otra ciudad se tratarían como auténticos tesoros y que supondrían una importante atracción turística. Y el Museo de Cádiz que lleva tres décadas esperando su definitiva ampliación. O la lujosa maqueta de la ciudad, desaprovechado en el Museo Iconográfico. Sin contar con determinadas iglesias a las que les cuesta abrir sus puertas.

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