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La Casería en San Fernando

  • Un lugar para comer entre las modas y la autenticidad

Los vecinos de ese barrio alejado de San Fernando lo saben desde hace tiempo. La Casería fue en tiempos, aún lo es en cierta forma, poco más que un barrio de pescadores y huertas. Estas últimas han desaparecido bajo los ladrillos, pero aún quedan algunos pescadores que salen cada día con la marea a cazar ese manjar menguante que es el pescado fresco de la mar. Lo que los vecinos de La Casería, y un cierto número de personas de La Isla, y un reducido grupo de enterados de toda España guardaban sin querer como un secreto es hoy uno de los fenómenos gastronómicos de la provincia: comer pescado frente al mar en un lugar que sólo muy ostentosamente se puede llamar playa. Y que tiene dos nombres propios en forma de bar, merendero o chiringuito, el Bartolo y el Muriel, mucho más sonado el primero. Un auténtico acontecimiento social, un auge inesperado para lo que siempre habían sido modestas casas de comida, sin más pretensión que la de ofrecer el producto de la zona. Ahora, el Bartolo registra el inaudito caso de tener algunas atardeceres todas sus mesas sobre la arena reservadas. Poco importa que a cierta hora la visibilidad sea poca o casi nula, dada la insuficiente iluminación artificial. Pero es ese encanto humilde y profundo el que al parecer atrae a las masas de todas las clases sociales (se ha visto alguna familia acudir al lugar con chófer particular) de la misma forma que antes atraía, y sigue llamando, a todo tipo de artistas y actores más o menos conocidos o prestigiosos. Han terminado por desplazar a su público habitual del barrio en las horas de máxima asistencia.

El 'Bartolo' (en realidad llamado Cantina del Titi) se lleva la palma de esta moda, por antigüedad, por su decoración marinera autodiseñada y por sus mesas en la arena. En la carta se encuentra lo esperado en un lugar como este: las frituras de pescado, las tortillitas de camarones y cosas así. En realidad, se diría que es su entorno y su local tan especial lo que llena el lugar. De día o de noche, cuando la marea llega hasta las mismas barandas de sus terrazas, el sitio adquiere toda su hermosura sencilla.

Pero se equivocan los que consideran al 'Muriel' (en realidad Merendero La Corchuela) sólo como una alternativa a la falta de mesa en su competidor. El local se ha esmerado en los últimos tiempos en diversificar su oferta con guisos y arroces marineros, y las bandejas de pescado fresco de la Bahía que ofrece Muriel cuando regresan las barcas ponen difícil el rechazarlo. El lugar está de moda rabiosa, con todos los inconvenientes que eso tiene, entre los cuales no es el menor el que los coches aparquen sin orden ni concierto, algunos cometiendo el crimen paisajístico de situar sus vehículos sobre la misma orilla, tapando la visión del mar y limitando uno de los principales atractivos: el paisaje.

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