Cádiz

Cambio, intuición, desarrollo

  • Eduard Punset fue el encargado de abrir la cita 'Hablamos de Cádiz con...' El divulgador catalán apuesta por la innovación como clave para evolución

"Este encuentro está pensado para que ustedes me realicen una serie de preguntas a las cuales, la mayor parte de las veces, no podré responder". Las palabras de Eduard Punset inauguraban ayer, en el Hotel Parador Atlántico, el ciclo Hablamos de Cádiz: una propuesta del Consejo Social de la UCA que surge con la ambición de poner en el mapa a la provincia. O, más bien, esa "otra" provincia.

El economista y jurista catalán, director de Redes y autor de diversos libros de divulgación social y científica, consiguió reunir a más de 500 personas para hablar de su visión sobre la realidad y los retos de la comarca gaditana. "Acabo de venir -se explica- de una reunión con una serie de jóvenes del mundo tecnológico (Bionaturis) que están convencidos de que las opciones agrícola y turística no son los únicos caminos".

Punset apunta que "a pesar de los viejos problemas" y de las "dificultades, que son muy grandes", Cádiz es capaz de crecer desde un punto de vista evolucionista: "Un evolucionista piensa que lo más importante es saber que el cambio duele -explicaba-. Hay que constatarlo y empezar a vivir con ello, y eso lleva tiempo. Como dice Ken Nealson, la vida es una equivocación: es muy difícil saber de verdad qué es lo que está cambiando. En las nuevas redes sociales, por ejemplo, está todo lo que uno necesita para saber lo que esta ocurriendo, pero lo importante es intuir cuál es el cambio".

Dado que la actitud optimista puede surgir a partir de la reeducación, a mayor escala, una sociedad -incluso con un tejido como el de la provincia gaditana, con caries endémicas y altísimas tasas de paro- también puede asumir ciertos recursos a la hora de afrontar el futuro lejos del derrotismo. Entre ellos está, precisamente, la asunción del cambio: "Uno de esos cambios está en imbricar y relacionar industria y universidad, y esa es una de las cosas que están sucediendo -señala Punset-. Si lo pensamos, hoy día surgen con tremenda facilidad sectores absolutamente nuevos. Tomemos por ejemplo la ruta de la seda, su desarrollo: llevó mucho tiempo, un sacrificio enorme poner en marcha algo global, grande, absolutamente nuevo. O algo tan aparentemente simple como publicar en el siglo XVII una revista científica: había que recopilar material durante años, los contactos eran muy difíciles... Y hoy las redes sociales ponen a disposición de todo el mundo un material enorme e insospechado. Hace falta abrir nuevos caminos, y para ello es fundamental la apertura al exterior. Que se está muy bien en Cádiz, sí: pero también se puede estar estupendamente en Londres, conectado con Cádiz".

Eduard Punset señala que muchas de las nuevas competencias a la hora de dar trabajo a la gente aún no se han desarrollado, "cuando no tener ciertas competencias laborales básicas es letal en el ámbito laboral -indica-. Y no se han desarrollado cosas tan sencillas como el prestar atención, por ejemplo. O el empatizar: eso no se inventa, nació hace miles de años, aunque antes eran otras las yuxtaposiciones. Si no hemos asimilado las técnicas de empatizar con la gente que lo necesita, encontraremos dificultades. O las técnicas intuitivas: resulta que la mayor parte de las técnicas que interesan proceden de este campo, de la capacidad que tenemos de intuir lo que nos conviene. En la cueva, lo que nos faltaba precisamente eran las técnicas racionales, pero hemos visto que el desarrollo de la intuición también requiere un esfuerzo. Por eso mismo es muy necesario el mezclar entretenimiento y conocimiento, también en el mundo de la empresa, cosa que lleva años, o vamos a tardar años en aprender. O la prioridad de desarrollar políticas de prevención: es imposible derrumbar las estructuras sociales sin volcar esfuerzos en la prevención..."

"Cualquier tiempo pasado -insiste Eduard Punset, rehuyendo toda nostalgia- fue peor, y hay que partir de ese supuesto. La esperanza de vida ha aumentado por primera vez en la historia dos años cada ocho años, así como la capacidad de acumular conocimiento. La gente que emigraba a finales de los cincuenta, lo hacía desesperada y, en medio siglo, hemos sido capaces de formar a generaciones... Por supuesto, los jóvenes dicen que es injusto que, con toda esta formación, tengan que irse fuera. Pero es una visión un tanto pesimista del mundo globalizado. La clave está en el cambio: si no se cambia, uno se queda como está. Es simple: aceptar la necesidad de transformación, de evolución, es lo primero".

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