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Cádiz

En Cádiz también se pide que hablen, "menos banderas y más sensatez"

  • Varios centenares de personas exigen diálogo a los políticos y una solución urgente al conflicto con Cataluña

"Menos banderas y más sensatez" y "Respeto, no violencia, diálogo y democracia real" fueron las dos reivindicaciones que resumieron en dos carteles lo que exigieron ayer a los políticos varios centenares de personas que, vestidas de blanco o no, se concentraron a partir de mediodía ante el Ayuntamiento de Cádiz. La concentración convocada a nivel nacional por la plataforma #Hablemos congregó en San Juan de Dios a gaditanos, pero también a algunos catalanes de descanso de las duras semanas que se viven en toda la comunidad autónoma y a emigrantes retornados. Todos a título personal y en calidad de ciudadanos. Sin banderas ni emblemas que revelasen ningún signo político. Entre ellos, algunos de los que el mismo domingo 1 de octubre se concentraron ante la Subdelegación del Gobierno en protesta por la violenta y brutal intervención policial en algunos de los colegios electorales.

"Somos unos enamorados de Cádiz y nos hemos escapado unos días de Barcelona para poner un poco de distancia", dice Cristina Savater, junto a su marido, Eduardo Serra. "Estamos viviendo muy mal este conflicto porque la violencia está fuera de todo lugar en cualquier circunstancia y en cualquier situación. No creo que la del domingo fuera para las cargas policiales que hubo. No somos independentistas y las declaraciones de Soraya Sáenz de Santamaría fueron las que nos sublevaron y nos llevaron a votar. A votar que no. Pero fue ante la indignación de lo que estaba pasando y ante cómo el Gobierno le estaba dando la espalda".

"El diálogo es la única solución y la única alternativa", insiste Cristina. "Tienen que llegar a un acuerdo, porque hay un problema que el Gobierno de España ha querido ocultar, pero existe. No se puede luchar contra sentimientos, que son mucho más fuertes que todo lo demás. Somos catalanes, entre nosotros hablamos catalán y con mi madre y con mis hermanas, castellano. Y todos reunidos en una mesa somos bilingües. Esto es lo que quizá no se entiende en el resto de España: que nos podamos expresar en nuestras dos lenguas como si fueran maternas. No podemos lanzar porras contra todo esto. Tienen que cambiar los interlocutores, porque ya no son válidos en una situación tan encrespada. Y tiene que haber un mediador: lo hay en cualquier conflicto. Cuando un matrimonio se divorcia tiene que haberlo. Espero que tengan cordura", recalca Cristina.

"Soy optimista. Creo que la Generalitat está pidiendo diálogo y quien se está negando es el Gobierno. No hay otra salida. Igual que no hay otra salida que un referéndum, que puede ganar el centralismo, pero que no se puede negar en democracia", apunta Eduardo Serra.

Miguel Ángel, un gaditano que ha vivido con su familia cinco años en Barcelona y que hace uno que ha vuelto a Cádiz explica su asistencia a la concentración: "Estamos aquí porque nos parece increíble que en los tiempos que corren los políticos no sean capaces de resolver los problemas del pueblo y seamos nosotros quienes tengamos que salir a la calle para pedir que se solucione este conflicto. Creo que todavía hay posibilidades de diálogo, pero cada vez menos si se sigue en esta línea. La realidad que hemos visto en Barcelona no coincide con la que nos transmiten los medios. Ahora seguro que sí que hay esa fractura que antes no había. Lo que vivimos allí fue buena convivencia. Y, claro que hay gente en contra de España. Igual que aquí la hay en contra de Cataluña, pero siempre ha sido una minoría. Ahora, con todo esto, se está creando un odio que antes no existía. Ahora es imposible el diálogo entre estos interlocutores. Esto es un choque de trenes. Al Gobierno de Cataluña lo único que le interesa es su mundo. CiU ha tendido cortinas de humo, igual que el PP. Ahora no se habla de corrupción, sino de Cataluña. Pero el juego se les ha ido de las manos y han logrado un pueblo fracturado".

"Creo que todos necesitamos un ejercicio de humildad -dice Paco Rosado-; cada uno tiene que bajarse un poquito del pedestal y dialogar por encima de todo. Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes. Tristes. Tristes armas si no son las palabras, decía Miguel Hernández, y hay que escucharlo y seguirlo. Ninguno de los dos interlocutores valen un duro y hay que buscar otros que sean válidos".

José Manuel Hesle coincide en diagnóstico y tratamiento: "No es momento de bloques y de confrontarnos, sino de buscar puntos de encuentro. Los interlocutores actuales están deslegitimados para tomar decisiones porque han demostrado a donde son capaces de llegar. Habría que buscar otros alternativos o mediadores. Elegimos cada cuatro años, pero hay que validar esa confianza día a día. Pretendemos dar el mensaje de que lo que queremos la gente del pueblo, que es soberano, es que haya entendimiento y que se agoten todas las posibilidades".

Una vecina asegura que se manifiesta "porque me gusta que los procesos se hagan dialogando y no se llegue a extremos violentos". "Todavía hay posibilidad de llegar a un acuerdo si los que tienen que hablar, hablan, y son generosos, y responden al sentimiento del pueblo, que defiende la paz y la concordia", añade. "No hay nada más nefasto que las fronteras ni nada más absurdo que defender una bandera si no es con la convicción de encontrar la paz y la concordia", agrega. Y confluye en la invalidez de los interlocutores: "Están gastados por su inacción y por su silencio, o por defender cosas que no a todo el mundo le convencen. Hay que buscar a otros que estén dispuestos a ceder en cada sentido".

El acto culminó con los asistentes coreando, manos arriba, ¡Sin banderas!. No hubo incidentes, pero sí una anécdota: La concentración coincidió con la boda de un militar de la Armada. Hubo quien bromeó sobre si los novios, de blanco los dos, contaban en la concentración. Desde el balcón del Ayuntamiento, él despejó la duda: Agarrando la bandera nacional, lanzó un ¡Viva España!, que fue respondido de manera pacífica con varios ¡Sin banderas!.

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