LETRAS CAPITULARES

Cádiz necesita un líder

  • El regreso del alcalde tras su permiso paternal coincide con un crítico momento que requiere grandeza en la gestión

El alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi'

El alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi' / Julio González

Los datos sanitarios preocupan, las cifras del desempleo alarman, y la situación de pymes y autónomos (gran parte volcado en sectores excesivamente perjudicados por las consecuencias de la pandemia, como el del turismo, el comercio y la hostelería) da miedo. La ciudad no está para menudeces, para mediocridades. Cádiz exige en el momento actual una política de altura, unos políticos a la altura; un ayuntamiento eficaz y resolutivo; unos gestores capaces de lidiar con esta mayúscula crisis no centrándose en echar balones fuera y responsabilizar únicamente a terceros, sino asumiendo su papel y aportando lo máximo de sí mismos.

En este difícil contexto reaparece hoy el alcalde, José María González; precisamente cuando la crisis necesita un líder en Cádiz. Una figura que bien conoce Kichi, que fue capaz de liderar el derrocamiento a Teófila Martínez o esa nueva política que se atisbaba en algunos ayuntamientos españoles de manos de Podemos. El alcalde vuelve a sentarse en su sillón, bajo el cuadro de Fermín Salvochea, en el ocaso de un año tremendamente duro y difícil a todos los niveles, empezando por la salud de la población y siguiendo por su bolsillo, seriamente dañado por las consecuencias de la pandemia.

Una de las principales gestiones que tendrá que liderar desde hoy el alcalde será la de la Navidad 2020. ¿Cómo se va a celebrar en Cádiz estas próximas semanas cruciales para el comercio? ¿Qué medidas va a implantar el Ayuntamiento para ayudar? ¿Qué ambicioso plan van a idear para salvar una campaña bastante complicada? Un plan y unas medidas que asuman lo que dictamine la Junta de Andalucía el día 10, o que endurezca incluso esas medidas.

Casi de forma consecutiva, tendrá Kichi que liderar lo que Cádiz haga o anuncie en relación a un Carnaval que todos dan por perdido al haberse suspendido el COAC pero que aún tiene que discernir qué ocurrirá en la calle esos días (entre el 12 y el 21 de febrero), y a una Semana Santa que también se da prácticamente por perdida a la espera de posibles alternativas que busquen la atención de la ciudadanía esos días (desde el 28 de marzo al 4 de abril).

El final de año vuelve a traer el interrogante sobre el presupuesto del próximo ejercicio; cuestión que se antoja fundamental como elemento fiable o palpable de cómo la ciudad va a afrontar la crisis actual y cómo piensa empezar a salir de la epidemia. No parece, hasta la fecha, que el equipo de gobierno vea urgente elaborar un presupuesto para 2021 del que nada se ha dicho en los últimos meses, y teniendo en cuenta que el actual entró en vigor el pasado mes de septiembre.

Sí va a entrar en vigor en próximas fechas, a priori, el nuevo servicio de limpieza. Uno de esos trámites que se han convertido en eternos bajo el gobierno de Kichi, necesitando más de cuatro años para tramitar un procedimiento de licitación y adjudicación que ahora aguarda la amenaza, casi segura, de las empresas no contratadas para paralizar el proceso y volver al punto de partida. Y una de las grandes losas del actual gobierno, al que acompaña esa sensación de que Cádiz está más sucia; una imagen que el alcalde necesita revertir.

El líder que necesita ahora la ciudad debe tener capacidad para exigir a otras administraciones (como la del Estado para conservar una muralla que amenaza con desprenderse o a la Junta para que haga viable la financiación europea para el ansiado proyecto de Valcárcel) a la vez que asuma la gestión propia (como por ejemplo la Edusi, cuyos plazos insiste la oposición en que empiezan a verse comprometidos para llegar a los límites marcados por Europa); para poner en marcha esos proyectos eternos que la ciudad necesita ver al fin (como un nuevo servicio de autobuses urbanos) y remar junto al resto de la Corporación en aquello que haya de ser demandado a terceros. Un líder que huya de la confrontación y busque la fortaleza, que exija de puertas para adentro lo que tanto pide de redes para afuera. Que comande, en definitiva, con rumbo firme y travesía segura la deriva de una ciudad amenazada con hundirse en medio de esta pandemia tan letal en todos los sentidos.

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