Cádiz, Jerez y la provincia

La maldición de San Juan de Dios

  • En lugar de los intereses de los ciudadanos, buena parte de la gestión política entre las administraciones la marca la conexión o no entre sus representantes

  • En la sede del Ayuntamiento de Cádiz la relación entre los partidos siempre es complicada

Mamen Sánchez y José María González, esta semana en el Ayuntamiento de Cádiz.

Mamen Sánchez y José María González, esta semana en el Ayuntamiento de Cádiz. / A.C.

CUANDO retornó la democracia a los ayuntamientos en 1979 las comisiones de gobierno estaban integradas por el partido gobernante (que en Cádiz fue una coalición de izquierdas presidida por Carlos Díaz) y representantes de la oposición.

No hay constancia de que estas reuniones acabasen en una batalla campal. Reinaban entonces las buenas maneras y, sobre todo, la capacidad de diálogo entre las partes.

Eran otros tiempos, ciertamente. Poco a poco el ambiente fue enrareciéndose y las relaciones entre el gobierno de turno, fuese el PSOE, el PP o ahora los de Adelante Cádiz, y la oposición acabó con la capacidad de dialogar sobre la ciudad, sus problemas y sus soluciones.

La cuestión es que este muro infranqueable entre unos y otros, norma de la casa, no se ha repetido cuando nos referimos a las relaciones entre los gobernantes gaditanos y los de otras administraciones. ¿Supone eso que hay una cierta maldición en San Juan de Dios, sede de las Casas Consistoriales, que afecta a sus inquilinos?

Teófila Martínez mantuvo tensas relaciones con los líderes de la oposición en sus 20 años de mandato, salvo casos muy excepcionales. No es de extrañar pues éstos salían vapuleados elección tras elección acabando como tristes concejales sin mando en plaza.

Sin embargo, la alcaldesa del PP sí mantuvo una conexión perfecta con la que fue vicepresidenta del gobierno del PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero, María Teresa Fernández de la Vega.

Fernández de la Vega fue la primera presidenta de la Comisión Nacional del Bicentenario. Martínez no dejó pasar la ocasión y, visita incluida, le trasladó la importancia de recuperar el castillo de San Sebastián. La socialista se puso manos a la obra y desde ese momento la fortificación pasó a ser referente para la celebración. Otra historia es que la Junta dejase a medias su rehabilitación.

La cuestión es que Teófila Martínez, que en su primera etapa como alcaldesa había sufrido una campaña de acoso desde la Junta socialista que funcionaba como un ayuntamiento paralelo (curiosamente, tras años sin atender las demandas de Carlos Díaz), tuvo en la vicepresidenta de Zapatero una línea abierta entre San Juan de Dios y la Moncloa.

Martínez también consiguió esta capacidad de diálogo con Luis Pizarro, cargo relevante en el PSOE andaluz y en el gobierno autonómico.

Con él se normalizaron las relaciones entre las dos administraciones y Ayuntamiento y Junta pudieron adoptar decisiones en favor del desarrollo de la ciudad, aunque, también es cierto, buena parte de las mismas no se llevasen a buen término.

José María González, y la clase política que ha llegado al Ayuntamiento en su etapa como alcalde, también se ha visto afectados con el síndrome de San Juan de Dios. Incluso podría decirse que peor que en otras épocas. Es un caso único sin duda que los dirigentes socialistas que facilitaron la llegada de González a la Alcaldía hayan mantenido las relaciones más tensas. Primero fue con Fran González y ahora con Mar Rodríguez.

Pero basta que uno, Fran González, abandone San Juan de Dios y se traslade a otra administración para lo que era enfrentamiento se convierta en, por el momento, fructífera colaboración cuando hablamos de la relación entre el Ayuntamiento y la Zona Franca.

Lo cierto es que a Kichi, como le pasó a Teófila Martínez, le va mejor con los de fuera de la Casa de la ciudad. Recibió a Juanma Moreno y se dieron los teléfonos móviles para mantener el contacto. Con Irene García se hace fotos “casi de colegas” . Y ahora con Mamen Sánchez, la alcaldesa de Jerez.

También es cierto que hay una relación tensa y distante con representantes de la Junta en Cádiz, como pasa con la delegada del Gobierno, Ana Mestre, o la titular de Fomento, Mercedes Colombo. Pero no olvidemos que ambas fueron concejalas en el Ayuntamiento de Cádiz. No descartemos por ello los influjos de la maldición de San Juan de Dios.

Así que no es nada raro la presencia de Mamen Sánchez en el despacho de la Alcaldía de la capital. Las fotos, las sonrisas no impostadas, el saludo sanitariamente correcto. Los acuerdos para “yo te apoyo en la capitalidad cultural y tú en el congreso de la lengua”.

Ahora lo lógico sería aprovechar este primer contacto, este acuerdo entre las dos grandes ciudades, para ir un poco más allá.

Si ambos políticos, de ideologías diferentes, de ciudades que ha rivalizado absurdamente apoyándose en su historia, en sus potencialidades, son capaces de sentarse y reflexionar y ver que este acuerdo no debe limitarse a dos temas muy puntuales sino que puede ser el primer paso para un acuerdo general sobre nuestra provincia, superando sus ámbitos de gestión, sí podremos decir que esta reunión histórica has sido más que relevante.

Si durante años los vecinos de la capital nos hemos visto perjudicado en nuestros intereses como ciudad por la maldición de San Juan de Dios, los vecinos de la provincia nos hemos visto afectados por la pervivencia de reinos de taifas que han provocado que cada ciudad haya ido por su lado.

El fracaso de la Mancomunidad de la Bahía, donde curiosamente lo único que ha funcionado de forma muy efectiva es su cementerio, es el gran ejemplo, con una clase política que es incluso incapaz de unirse cuando se desmantela lo poco que va quedando de nuestra industria y cuando, en tiempos de pandemia, es también incapaz de sentarse para preparar un plan común de reactivación de nuestras vidas.

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