Cádiz

De Cádiz a Corea del Sur

  • Vicente Adolfo Bolea, el gaditano que cruzó más de 10.000 kilómetros dejando todo en su ciudad natal en busca de nuevas oportunidades

Vicente Adolfo Bolea, poco antes de marchar de vuelta a Corea del Sur.

Vicente Adolfo Bolea, poco antes de marchar de vuelta a Corea del Sur. / román ríos

Corea del Sur se cruzó por Cádiz en la vida de Vicente Adolfo Bolea y él decidió enredarse en la casualidad. Este gaditano empezó una relación sentimental con una joven coreana que estudiaba en su ciudad; corría el año 2011, y él cursaba el primer curso de Ingeniería Informática en la Universidad de Cádiz.

Siete años después trabaja y culmina sus estudios en la Ulsan National Institute of Science and Technology (Unist), una de las universidades más ambiciosas del continente asiático que promueve la investigación en ciencia y tecnología.

Nieto de un histórico delantero y goleador del Cádiz Club de Fútbol, con quien comparte nombre y apellido, Vicente Adolfo Bolea es el protagonista de la historia de un joven que decide emigrar al extranjero en busca de una apuesta seria por la investigación en su campo de estudio.

Gracias a una beca de intercambio, se abría una oportunidad en una universidad moderna, Corea del Sur. Allí estuvo en unas prácticas de laboratorio informático tras aceptar una invitación del que hoy sigue siendo su tutor. "Es realmente un mentor más que un profesor", reconoce Bolea. Al estudiante le sedujo aquella experiencia y volvió cuando su tutor le comentó que podría tener un hueco en su laboratorio en la Unist si dejaba sus estudios en Cádiz y decidía comenzar de nuevo la carrera allí, en la universidad coreana.

"Me atreví, me lancé", señala este gaditano, que empezó a cursar en el 2012 la carrera de Ingeniería Informática al tiempo que trabajaba en un equipo de investigación sobre inteligencia de datos y arquitectura de sistemas, rama de la informática en la que se ha especializado.

Bolea tuvo que adaptarse a las claves sociales de Corea del Sur, donde "las relaciones sociales están más protocolizadas" y donde "todo tiene un carácter más formal". A este gaditano le sorprendió la inversión de aquella universidad en I+D+i. "En la Unist se apoya mucho más que en cualquier universidad de España la investigación. Es increíble la cantidad de dinero que invierte en formación y en nuevos equipos de investigación para sus alumnos", sostiene.

A día de hoy, Bolea está terminando un máster y sigue formando parte de aquel equipo de investigación.

También tiende la mano a cualquier estudiante español que quiera recorrer sus mismos pasos, repasar las huellas que ha ido dejando por Corea del Sur, y piensa en voz alta: "Me encantaría ayudar a cualquier español que quiera intentarlo y cederle mi testigo".

Bolea quiere buscar en un futuro cercano nuevos retos en Estados Unidos o Europa. Habla con ilusión de las empresas coreanas de Sillicon Valey y, en un guiño a sus orígenes, sueña con volver a España, aunque intuye que no será fácil encontrar un puesto acorde a su especialización.

"Y en un futuro quiero crear mi propia empresa", detalla, para cuadrar una historia con aristas insólitas y, a la vez, con puntos comunes como la emigración, la búsqueda de una apuesta por la investigación y el emprendimiento,sobre los que pivota la generación a la que estalló la crisis en pleno desarrollo académico.

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