Bar Pichón, un establecimiento con solera

El corazón de La Viña

  • El Bar Pichón, conocido como Bache del Bizco, reúne cada día a gente con esencia del barrio desde que abriera hace ya 85 años en la calle Pericón de Cádiz

El corazón de La Viña

Si se vendiera en un tarro la esencia de un barrio como el de La Viña, para que hubiera autenticidad, tendría que meterse el Bar Pichón situado en la calle Pericón de Cádiz. Ahí se da la paradoja de que nada es de piedra y cartón pero a la vez nada es lo que parece porque el Bar Pichón es conocido por todo el mundo como el Bache del Bizco, o porque los nombres verdaderos, como el de Manuel López Serrano, desaparecen para convertirse en Manolo el Gorra.

La baraja del bar acaba de abrirse poco antes de las cinco de la tarde una vez más como viene haciéndolo todos los días desde hace 85 años. En pocos minutos el establecimiento se ha llenado y la barra está poblada de viñeros que charlan entre ellos lanzándose puyas de todo tipo. Los cafés se los van tomando rodeados de números, de cuentas en vertical escritas en la barra que es lo que se ha fiado a cada uno de los clientes, una costumbre que ya no se puede encontrar en ningún sitio.

Los hermanos Fosssati, Antonio Juan Carlos y María José, regentan actualmente el bache. Su abuelo Juan Fossati Rincón, un hombre que tenía estrabismo, fue el que lo abrió para después pasar a manos de Antonio Fossati. Si por algo se ha caracterizado es por la extrema puntualidad de la hora de apertura, las seis de la mañana. Todos los que trabajaban en Astilleros y que vivían por la zona, los que iban a pescar a La Caleta o los empleados de la limpieza han pasado por allí a tomarse el buen café que se sirve en este bar.

Manolo el Gorra esconde detrás de este complemento un buen pelazo que es el que le falta en una foto que está en la pared del bar, donde aparece con Lola Flores y el Pescailla. Manolo está rapado porque pertenecía al grupo de ‘Los yeyé gaditanos’, una especie de propuesta alternativa a los famosos Beatles de Cádiz. 35 años trabajando en el puerto de Cádiz contemplan a este hombre que se arranca por alegrías.

El Chato está en segundo plano. Los amigos le animan a cantar pero dice que no está muy católico. Después de dejarse querer, de pronto da un paso adelante y saca un vozarrón para hacer la introducción hablada de los pasodobles de ‘Charlatanes de feria’, comparsa de Antonio Martín. El Chato también tiene su pequeño altar en un rincón con numerosas fotos de las agrupaciones en las que ha salido. También está el de Juan Ruiz Goma, con fotos de niño de cuando venía a buscar a su padre ‘Agustín Ruiz López ‘Chupapiera’. Los propietarios afirman que el bar también es un museo de los clientes, “aunque tuvimos que cortar un poco porque entonces las paredes estarían llenas”.

El mítico buzo Pantera ha dejado su firma con una serie de carteles pintados a manos, como los antiguos que se hacían de las agrupaciones de Carnaval y que se ponían en los escaparates, que anunciaban los torneos de fútbol y otras actividades que se hacían en los años 80 entre ‘Los tartajosos’ y la Peña Juan Villar.

Café a un euro y alguna tapita que se ha metido en los últimos años para una demanda de otros muchos clientes que no van a diario. Y el sábado desde las doce y media, 15 kilos de menudo que se sirven con la consumición que se pide y que se acaba en poquísimo tiempo. Silva, que lo mismo es cliente que echa el cable como todos los demás en lo que haga falta, dice que “a veces voy a por algún mandao y cuando vuelvo los cabrones se lo han comido todo”.

Bache no quiere decir falta de limpieza, porque si por algo se caracteriza el Bar Pichón es por estar como una patena.

Humoristas como Paco Gandía, Josele o el chirigotero Selu han estado allí para inspirarse

Un tipo muy delgado y media melena y con un chándal llamativo del Real Madrid de color naranja entra en el establecimiento y le dicen que es el padre de Messi: “Si Messi fuera mi hijo, lo vendería todos los meses dos veces”.Gente que las coge al vuelo, humor ágil. ¿Eso de que el alcalde viva en La Viña debe ser un pelotazo, no? Santi de Cádiz, con su cartilla del banco como abanico, no se lo piensa: “Hombre claro. Yo nací allí detrás de aquella casa y el Kichi en Rotterdam”, a lo que le sigue una gran carcajada.

Óscar recibe aplausos cuando le entregan un ramo de laurel. Se meten con él porque dicen con mucha guasa que está enamorado de uno de los propietarios y otras cosas que mejor no reflejarlas en un reportaje.Los cafés y algún licorcillo vuelan mientras que los parroquianos empiezan a ponerse nerviosos porque llega la hora del juego, del dominó y la escoba, donde echarán las próximas horas sentados en un rincón.

“Arte caletero”, como reza en las camisetas de los propietarios y también fuente de inspiración. Por allí han pasado gente como los humoristas Paco Gandía y Josele o el propio Selu para fijarse en los personajes y en sus ocurrencias y llevarlas después a sus repertorios.

Gente con guasa de la buena. Cuentan que uno de los clientes que vivía cerca, 'el Licha', se fue a su casa un día y el resto de los amigos del bar, fueron a su portal y le tabicaron la puerta, por lo que cuando fue a salir al día siguiente, no podía.

“La Viña es el mejor sitio del mundo para vivir”. Los parroquianos dicen que el barrio ha mejorado mucho y que se nota también que van más turistas. Luis Núñez, durante muchos años una de las caras visibles de El Faro, pide que se deberían poner los microbuses eléctricos para que llegaran a los barrios del casco histórico”.

Sigue la tarde y el bar Pichón sigue haciendo latir el corazón de La Viña, el de los hermanos Fossati, el del Cristo de la Misericordia en un cuadro del establecimiento, el de Manolo el Gorra, el Chato o el padre de Messi.

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