Bicentenario

Una profesión depreciada y en transformación

  • Los periodistas ven el galardón como un acicate y una defensa de los valores humanos

Juventud, compromiso profesional y denuncia pública de la injusticia. Son los tres valores que han hecho merecedores a Eduard Ponces, David Berlanga y David González del segundo Premio de Periodismo Joven La Pepa 2012. Sus trabajos hablan de mala vida, de penurias y de olvido social. Temas desplazados de los medios, donde la política y la macroeconomía deshumanizan y dificultan la auténtica profesión periodística. Así lo percibe Eduard, que ha trabajado con Óscar Martínez, Eduardo Soteras y Toni Arnau: “Hoy en día es simplemente imposible realizar reportajes de investigación o en profundidad trabajando para los medios tradicionales; tampoco los materiales free lance se pagan lo suficiente para sufragar la producción”.

En Venezuela, donde David González ejerce como coordinador del dominical Siete Días del diario El Nacional de Caracas, la principal traba es “la restricción gubernamental al acceso a las fuentes y los datos oficiales”. David apela, lógicamente, al “derecho constitucional” a la información de interés público, pero asegura que “lamentablemente negar su divulgación se ha convertido en una práctica diaria de las autoridades”.

Su tocayo David Berlanga, miembro del programa Es Posible de Canal Sur, lleva años volcado en la denuncia de la miseria que padecen las comunidades inmigrantes en Andalucía, como los que malviven junto a los campos de la fresa de Huelva. Con el equipo de rodaje, penetra en su vida, desvela sus “situaciones complicadas” y su mayor preocupación en su trabajo es “no avasallar”.

La suya no es una tarea fácil, máxime en este delicado momento que atraviesa el periodismo y, especialmente, el formato papel frente a internet. Eduard dice claramente que el término en sí está “depreciado y hay que reivindicarlo”, en referencia a la peligrosa identificación que se hace entre periodismo y prensa rosa y “rápida”. Esta percepción prolifera entre los jóvenes y es curioso cómo los davides difieren sobre la percepción que este colectivo tiene de la profesión: para el venezolano, estos “tienen gran claridad y consciencia de su importancia”; por el contrario, para el español, “los jóvenes viven de espaldas al periodismo serio”, y cree que los medios que “pretenden” practicarlo tienen “alguna culpa” de la confusión social sobre la profesión.

Respecto a internet, ninguno lo ve como una amenaza, sino como “una oportunidad”, según califica Berlanga. Eso sí, David González, reticente a caer en las predicciones negativas o “fatalistas” sobre papel, apunta una clave que debe guiar esta “adaptación” entre ambos formatos: “Es crucial comprender la trascendencia de la revolución tecnológica que vivimos día a día”, en alusión a la repercusión que ya tenido en aspectos como el cambio de la configuración de las redacciones o “ejemplos exitosos de pensamiento editorial en correspondencia (...) con los nuevos medios”. La experiencia de Eduard Ponces, “miembro de una generación criada en internet”, refleja también esta transformación, ya que observa que “cada vez se desdibujan más las barreras entre fotógrafos, redactores, cámaras”. Su perspectiva, además, es menos optismista y aunque no sabe si el papel “morirá o no”, lo que es evidente es que ya no será el GRAN soporte”.

Ante una selva de tantas incertidumbres, no es de extrañar que los tres sientan el premio como un “acicate” y lo valoren porque reconoce valores “humanos” y se dirije al mundo hispano sin fronteras.

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