Carmen Pinós entra con fuerza en la escena del Falla. Toma el micrófono, se aparta del atril y solicita que le retiren el foco que le apunta de lleno. Explica que no es mujer de palabra, sino de sentimientos, "que expreso a través de mi obra, que me pone en contacto con el mundo". Y así comienza su particular exposición de algunos de sus proyectos más destacados. Fundamentalmente en el panorama de la arquitectura iberoamericana, en la que ha participado activamente con la construcción de las Torres Cube I y II -construida y en construcción, respectivamente-, en Guadalajara, México. Cuando recibió el encargo en 2002 se topó con un contexto natural, que pronto se vería transformado hasta llegar a lo que es hoy, un conjunto de bestiales torres de oficinas. La suya fue de las primeras en construirse, ante la plena libertad que le blindaban las ordenanzas. "Solo me hablaban de límites de metro, no de volumetría". Ahí nació la majestuosidad de la Torre Cube, "aquí no me hubiera atrevido a nada igual", levantada tras el diálogo que estableció con la naturaleza, en torno a tres núcleos de hormigón, con un sistema de ventilación e iluminación natural, su "obsesión", y en sintonía con un entorno de clima benévolo. Años más tarde recibió el encargo de la segunda torre, en un contexto normativo más riguroso. También habló del edificio Caixa Forum de Zaragoza, en construcción, que ha diseñado como puerta de unión entre el casco antiguo y la barriada obrera, no si antes mostrar cuánto le apasionan este tipo de retos.