Diario inédito de un relator apócrifo

Las crónicas de Cádiz (Cap. L)

  • Resumen capítulo anterior: En un Puerto Real en el que huele a primavera, Fray Damián y Diego encerrados en la sacristía de San Sebastián, continúan de forma frenética escribiendo panfletos y denuncias contra los traidores. Para la gente que sufre, a las del pueblo oprimido por los arbitrios e impuestos, estos escritos subversivos se han convertido en su única esperanza.

LOS escritos pululan por las tabernas, los molinos y los lugares de siembra. Mis escritos, que acompañados por la sutil ironía de los dibujos de Federico Puig se extienden como la pólvora entre la gente que ansiosa de venganza los rescata, los guarda y casi los venera.

"Españoles que gemís en la provincias ocupadas por los tiranos, sabed que Napoleón, falto de gente para oprimir al austriaco, pide cien mil de vosotros para reforzar sus ejércitos. Así cuantas seguridades se os dan, convidándoos a que vayáis a gozar de reposo en vuestras casas, cuantas promesas os hacen de no inquietaros. No lo creáis, porque tantos atractivos son engañosos para poder arrastraros con mayor facilidad a aquellos remotos climas. Y ¿a qué? ¡A pelear contra aquellos que se han levantado para defender nuestra causa y mantener nuestra independencia¡¡Con nuestros hermanos¡ ¿Pensabais encontrar sosiego? ¡Infelices, no lo esperéis! Hogar, casa, familia, caricias de vuestros hijos inocentes, útiles de trabajo, todo lo habéis perdido y no lo recuperaréis sin conquistar la independencia de nuestra patria".

Los enemigos continúan sus trabajos en el Castillo de Santa Catalina haciendo una zanja o camino cubierto desde dicho castillo al campo atrincherado que forman en sus inmediaciones. Y aquí andamos el fraile y yo, haciendo creer a todos que repartimos bendiciones y perdonando pecados a cambio de un poco de penitencia, mientras regalamos a los pecadores auténticos que se aproximan al fraile las palabras de arenga que día tras día escribo y que día tras día la maquina imprime. Solo tengo que leer algunas de los periódicos que con algunos días de retraso llegan a nuestras manos y luego, sin esbozar ni siquiera una sonrisa por el rumbo que parecen estar tomando los acontecimientos, tengo el tiempo justo de contestar, de animar y potenciar el espíritu del triunfo entre la gente corriente.

Este francés, que como una sutil sanguijuela aferrada a suelo español la aprieta y la desangra sin que podamos hacer nada.

Sé que puedo escapar, escapar entre la gente de a pie que se aproxima a Fray Damián no puede resultar tan difícil, pero sé que mi compromiso me lo impide, la palabra empeñada a él y al propio Quintana para narrar lo que ocurre y seguir escribiendo a pies juntillas lo que veo.

Los franceses se mueven, intentan acarrear las maderas del Molino de Montecorto, pero los fuegos de la batería de Gallineras lo están impidiendo, obligándolos a retirarse del pinar. Las cañoneras han hecho fuego desde el caño de Mínguez a dos carros que delante del nuestro venían desde la venta hacia Puerto Real y a algunas tropas que los acompañaban. Cada vez es más peligroso andar por estos caminos, pero la ruta diaria de este confesor espía es un trajín continuo desde el pinar hacia Chiclana y desde esta población hacia la de Puerto Real. Desde la parte del caño de Sancti Petri que dominan estos franceses salen a diario carros con los fragmentos de buques perdidos que recogen en las playas. Ayer mismo apresaron hombres provenientes de Huelva, de donde habían salido los franceses hacia Moguer después de arrasar todo a su paso y de hacer levas entre los mozos solteros de las poblaciones que someten. No entiendo el porqué de esta necesidad de confundirnos con idiotas conformistas sin sed de venganza. Parece que no van a ser sorteados, sino por entero agregados a los regimientos que ya tienen en la provincia y a otros, serán conducidos al norte o a los desiertos más áridos de África. Solo espero, y así lo pido a los cielos, que no haya ningún español tan insensato que consienta ser agregado a tan deplorable bandera, y que logre huir y unirse a los batallones de sus hermanos y compañeros de armas. Y si el final es la muerte, que sea ésta la gloriosa muerte en vez de tanta ignominia.

"¿Es de esperar de la fidelidad y patriotismo de ningún español que espontáneamente entre en conflicto con lo malvados franceses para destruir a sus propios hermanos y parientes? Jamás debéis poneros al servicio de un monstruo que nos lleva a la esclavitud. ¡Pueblo español, constancia, patriotismo y valor es lo que exige de nosotros la patria! Todos los sacrificios prestados carecerán de estima si desfallecemos ahora y nos falta la firmeza de seguir considerando que estos Bonaparte son hombres endemoniados.

Atended que del esfuerzo que se nos pide depende el futuro de nuestra independencia, que en nuestras manos está el quedar libres o esclavos, en volver a recuperar el suelo fértil de nuestra infancia, el tiempo en el que podíamos disfrutar de la adolescencia. No debemos caer en sus garras y en la adulación de sus palabras, porque cuando nos tengan sumidos en sus fauces no tardarán en devorarnos. No mantengamos más a sus ejércitos, no paguemos más las retribuciones constantes a las que nos someten, no dejemos que nos roben los pocos reales que guardamos, que no nos quiten el pan de nuestras mesas, a veces de nuestras propias bocas, la ropa de nuestras camas, los vestidos de nuestros cuerpos. Que no sometan a nuestras hijas, a nuestras esposas y madres a más vejaciones y violaciones mientras que los hombres son llevados al martirio al ser testigos presenciales de esas mismas violaciones. Que no vuelvan a saquear nuestras casas, a quemar puertas y ventanas. No consintamos ver a la gente desnuda por las calles. No consintamos más actos criminales contra los hombres y la religión. No creo que ningún español pueda hacerse el sordo o el ciego ante estos horrores."

Ahora ya no hay vuelta atrás, cada hecho que percibo que incomoda mi alma es un texto seguro con el que poder motivar a los hombres justos. Documentos anónimos, que quizás levanten los ánimos de los que andamos confundidos y aplastados por la bota francesa. Muchos creemos que los propios soldados son víctimas de la desmedida ambición de este tirano, soldados arrancados de los países subyugados , robados de sus familias por el que se atreve a nombrarse y proclamarse señor de todo el mundo, para lo cual no duda en cometer todo tipo de monstruosidades.

¡Oh, españoles! ¿Quedará alguno de nosotros sin juzgar la labor de este malvado y ambicioso hombre que provoca la ruina de la humanidad?

Diego de Uztariz.

Continuará

03153017

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