Diario inédito de un relator apócrifo

Las crónicas de Cádiz (Cap. XXVI)

  • Resumen capítulo anterior: En el hospital Real de Marina de la Segunda Aguada, los vocales de la Junta de Defensa acompañados por cirujanos, vigilan las instalaciones y el trato dado a los enfermos. Se ha creado un tribunal para examinar al personal que quiere acceder a trabajar en estos hospitales una vez acabados sus estudios.

Cádiz, 25 de enero de 1810

HOY es un día de fuertes y tristes lamentos, mi hijo está a unas semanas de nacer y los acontecimientos fatídicos se precipitan. La Suprema Junta Central del Reino no puede más que pedir a estos hombres de Andalucía, entre los que de una forma irremediable y gustosa me incluyo, un ademán de virtud, valor y patriotismo que roza la tiranía.

Todas las tropas del Norte, esas tropas francesas que tanto han destruido y masacrado, se unen con la sola intención de arremeter contra estas tierras en las que ya hay cincuenta mil hombres de Napoleón, porque acabar con este gobierno les supondrá terminar con la guerra. Igual cantidad de tropa les espera a manos de nuestros generales, pero el terror recorre cada porción de esta tierra fértil, que se desespera ante la guadaña despiadada de la muerte. Galicia, La Rioja, parte de Castilla y Asturias han logrado expulsarlos tras meses de ignominiosa presencia.

Muchas son las proclamas y las noticias que atemorizan a nuestros compatriotas, el incendio de nuestras casas, la apropiación de nuestros bienes, el deshonor y la afrenta a nuestras mujeres, la violación de nuestras hijas; eso es, en fin, la guerra. Y sobre todo esto, la Junta reclama patriotismo, exige la defensa de la religión y de nuestro soberano, al que juramos lealtad, nos hace jurar venganza para poder sostener la victoria de Bailen. Piden que nos armemos y que defendamos lo que está más allá de nuestros ojos, cuando lo que tenemos más cerca es lo que más nos afanamos en cuidar, nuestras familias, nuestros hogares, nuestros ideales, están muertos de tanto horror y atropello. Dº José de Mergelina se ocupa de lo mismo ante el pueblo jerezano, que no rechacen el cumplimiento del deber individual pese al miedo y a la desconfianza, que no se escondan en el pretexto de que, o van todos a una, o no lo harán ninguno, porque los magistrados y la justicia castigarán y premiarán a los que respondan generosamente con su alistamiento. Y aquellos que no puedan porque su salud se lo impida, continúen ejerciendo sus labores cotidianas, el campo, la ganadería, las fábricas, porque de esta forma también se ayuda y se trabaja en el beneficio de la patria.

Hombres de nombres ilustres, Dº José Cortés, Dº Lorenzo de Montes, que, aun perteneciendo al alto rango de las milicias, se ofrecen como peones en las obras de la Cortadura, dando ejemplo de hidalguía y coraje en un apresurado empeño de acabar dichas obras que, por falta de operarios, continúan sin concluirse.

El ejército anglo portugués, al mando de Lord Wellington, se dirige a Castilla la Vieja, y el Señor Duque del Parque viene de forma apresurada hacia Andalucía. Ojalá estos movimientos, además de los que está haciendo en estos últimos días el Duque de Alburquerque, próximo a Sevilla y con el cuartel general en Carmona, hagan cambiar los planes del ejército francés en este empeño de ocupar Andalucía.

Lo que resulta claro a los ojos de todos es la exhaustiva preparación para el encuentro, piden fe y confianza en nuestros mismos hombres, pero es necesario que esa confianza no sea ciega y errónea, debemos estar preparados para lo peor. Y en esto estriba la generosidad del gaditano, en entender lo mejor entre las peores cosas, y quedarse con ellas para ser feliz en un mundo raído y descompuesto.

Los plazos para los alistamientos se acortan de quince a tres días, el temor se acentúa y la Junta de Gobierno actual va a disolverse, con el propósito de que la nueva que se forme cuente con la confianza de todo el vecindario y que, proviniendo de la propia elección de los hombres válidos de esta ciudad, sea respetada y apoyada sin merma. El Sindico Personero, en representación del vecindario en el cabildo y ante el gobernador de la ciudad, y sus asesores, Dº José Montemayor y Dº Miguel Modet, convocan la formación de esta nueva Junta, una junta capaz de organizar la defensa de la ciudad de una forma más segura y tranquila. Los comisarios nombrarán a los dieciocho integrantes de la misma; para ello los vecinos jefes, que aportarán cada uno el nombre de tres vecinos considerados patriotas, prudentes y honrados. Un voto secreto, cerrado y sellado que será llevado al cabildo, de donde procederán cincuenta y cuatro vocales que serán los que definitivamente elijan a los dieciocho que formarán dicha Junta. Todo está decidido, ellos nombrarán un secretario y cada cuatro meses se relevarán en su cargo, al menos la tercera parte de los vocales, y por suerte.

Dº Francisco Javier de Saavedra, caballero de la orden de Calatrava, Teniente General de los reales ejércitos, gobernador militar y político de esta ciudad de Cádiz, intendente de su provincia marítima, accede de buen grado a poner su cargo en manos de quien el pueblo considere más oportuno para la defensa de la patria o de superior conocimiento, aunque para ello tenga que volver a ser soldado. Sin embargo, el Ayuntamiento ha hecho saber que el gobierno está satisfecho con su labor, y que desea que prosiga en la regencia civil y militar.

Los preparativos prosiguen, el Castillo de Santa Catalina del Puerto de Santa María va a ser abandonado a su suerte. Toda la artillería que allí se encuentra pasará al fuerte de Cortadura de San Fernando. Si el Castillo cayera en manos de los enemigos haría un daño implacable a la flota y a la bahía.

Un halo de intranquilidad recorre las calles, unas calles que se encuentran abarrotadas en un despliegue de ocultamiento de hombres y mujeres que vienen huyendo del gabacho. Todos piden y ruegan el cumplimiento del deber. Dº Ignacio de Álava, comandante general de la Armada emplazado en Cádiz, avisa de que el número de marineros con el que cuentan las cañoneras apostadas en la Puerta de Sevilla es insuficiente. Dichas cañoneras son de vital importancia ante el posible asedio de la ciudad. ¿Quién abastecerá de víveres a la misma sin ellas? Es una petición necesaria y urgentísima, se convoca a todos los marineros playeros y a los hombres que conozcan el mar. El temor de que sean destinados a barcos más lejanos de estas tierras les impide alistarse, pero el Ayuntamiento les llama con plausibles miras, van a recibir sus sueldos íntegros y no van a salir de este puerto.

El día 13 de Enero se firma el decreto que prescribe el traslado de la Junta Central a la Real Isla de León para celebrarse las próximas Cortes. ¿Qué ocurrirá ahora? Si las Cortes se disuelven habrá que convocar un Supremo Consejo de Regencia. Los ciudadanos no confían en la Junta que abandona Sevilla, les considera traidores que han abandonado a su suerte al pueblo.

Me posee un ferviente deseo de defenderme. Soy un ferviente defensor de mi patria, de su libertad e independencia, y no quiero que este sustento se pierda, que se varíe el uso tranquilo de las propiedades, de las adquisiciones de los derechos, sobre todo cuando las reformas vienen dadas por gentes extrañas y por la fuerza. Este es el momento de la arenga, España libre o esclava. Es el momento de encontrar hombres, diputados honrados libres de codicia y de soberbia, que sólo les mueva la lealtad, hombres sabios e ilustrados que puedan establecer sabias leyes para un reinado de justicia.

Diego de Ustáriz

Continuará

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