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Bicentenario

Las crónicas de Cádiz (Cap. LXXVIII)

  • Resumen capítulo anterior: Los asuntos de la guerra no hacen más que empeorar. Los navíos necesitan de levas continuas de hombres que formen parte de la tripulación que Lapeña está preparando para salir hacia Tarifa. Mientras tanto continúan llegando tropas francesas auxiliares, polacos, holandeses, alemanes, suizos y napolitanos a los que preceden su fama de violentos propagada por los enemigos de España

Capítulo 78. Cádiz. 26 de Febrero de 1811.

Parece que el brote de fiebre amarilla está prácticamente terminado, por lo que desde el día 16 de este mes de Febrero se ha instado a las Cortes de la Isla de León para que vengan a esta ciudad de Cádiz. Todo está previsto, todo arreglado y los aposentadores han encontrado el mejor lugar donde alojar a los diputados y regentes. El temor a las epidemias es tan inmenso en esta ciudad, seguramente por los recuerdos del pasado, que no tienen ningún reparo en cortar por lo sano echando como vecinos a los que creen enfermos, lo mismo que acabar con la vida de cientos de perros y gatos a los que culpan de extender tanto esta enfermedad como la rabia. Las investigaciones de Arejula no han hecho más que poner de manifiesto que las epidemias atacan a los animales, que cuando se abren sus vísceras aparecen llenas de gusanos y que sus tripas aparecen llenas de un líquido viscoso y pestilente como el meconio de los niños recién nacidos.

Sin embargo, el traslado de las Cortes abre cierta esperanza entre tantas desdichas, gaditanos que viven con ansiedad el punto y final de los acontecimientos que suceden en España. Las Cortes suponen el inicio de una nueva época, de una nueva era llena de esperanzas.

La vieja casa de la comedia de la Isla de León, ese teatro convertido en lugar de pugnas donde acuden hombres representantes de muchos lugares del mundo para tomar decisiones políticas, va a quedar vacío de palabras y de sueños. Han llegado a este reducto, única zona libre de España, una España reprimida por un emperador tirano que domina Europa.

Venir a Cádiz es la única posibilidad ante las continuas derrotas. Estar preparado para zarpar si el asedio termina en invasión, a algún puerto de las colonias americanas donde seguir constituyendo a la nación en Cortes. Lequerica ha luchado porque el traslado se hiciera efectivo en estos días pasados, trasladarse a una ciudad donde su puerto está abarrotado de barcos, de tropas y sobre todo de hombres de tendencias liberales que huyendo a América podrán volver a reconstruir el país, seguir legislando desde la convicción de un nuevo estado liberal.

EL día 20 se ha celebrado la última sesión de las Cortes en la Isla, a donde iba a diario Matamoros, en calesa y bien pertrechado de viandas, licores y vestido como un pavo. Y ya desde el pasado día 24 se celebran aquí las sesiones, con lo que la presencia del cubano en mi casa se ha hecho más frecuente a la hora del almuerzo, sobre las tres de la tarde. Villanueva cerró las sesiones en la Isla y yo recogí en el Conciso sus hermosas y sentidas palabras, para que queden por siempre en recuerdo de la labor de estos hombres:

"Señor: A pesar de los desastres y horrores de esta guerra, ha tenido nuestra monarquía desde su origen pocos días más plausibles que el de la instalación de estas Cortes, día en que acaso por primera vez se presentó España al mundo sentada en el trono con todo el esplendor de su majestad y grandeza, armada para su defensa de justicia, de honor, de esfuerzo y de constancia, pronta a sacrificarse por la religión santa, por su amado rey, y por su propia independencia; intrépida entre los mayores peligros, confiada en que vengará los ultrajes hechos a su dignidad y a su piedad el Dios de los ejércitos. Digno es del decoro de V.M. que se grabe este glorioso acontecimiento con caracteres indelebles, que eternicen para consuelo y alivio de la nación en las edades futuras. Al paso que la vil adulación, para afrenta del género humano en la persona de Bonaparte, erige monumentos públicos a la irreligión, a la rapacidad y a la perfidia, esculpa V.M. en bronce, en mármoles, este brillante rasgo del honor nacional para estímulo de las virtudes patrióticas de España que han excitado la admiración y la envidia del mundo, y mientras el tirano en el frenesí de su ambición aspira a convertir en monumentos de gloria aquellos mismos lugares que han sido teatro de su torpe y mortífera exaltación, V.M., impelido del honor y de la virtud, eternice con una digna memoria este dichoso recinto, donde por primera vez se ha congregado el pueblo Español a abrir los cimientos de su verdadera grandeza y prosperidad. No se arruine ni se desmorone, Señor, este edificio que ha levantado a tanta gloria vuestra monarquía, ni menos decaiga de su dignidad, destinándose otra vez a diversiones públicas el que ha llegado a ser templo de la patria. Por el decoro, pues, de la nación española, por la grandeza de V.M. que la representa, por la salud del estado que ha comenzado a tratarse dignamente en este recinto, imploro la generosidad del augusto Congreso para que se digne aprobar la proposición siguiente:

En el caso de que los dueños de este edificio lo cedan generosamente a la patria, o convengan en ser recompensados por otro medio, sea en adelante una de las fincas de la nación. Adórnese su fachada sencillamente, colocándose en ella esta inscripción: ESPAÑA LIBRE, 24 DE SEPTIEMBRE DE 1810"

Y si Villanueva ha pedido que sea el Departamento de Marina el que se encargue del edificio y que este sirva para que se entregue a los jóvenes que defiendan con su valor a la patria los premios que se crean convenientes, como última voluntad en la gratitud que siente por este edificio de la Isla será Dº Joaquín Pérez el que se encargará de abrir las sesiones de Cádiz. Todo ello mientras el pueblo gaditano, expectante y enfebrecido, sabe que solo el valor de estos oradores le ha podido traer a una isla, a una roca que, llena de baterías, fuertes y baluartes, está siendo atacado desde el frente de la bahía con fuerza y perseverancia. He creído del mismo modo necesario incluir sus palabras en la edición de este día.

"A Cádiz, Señor, a Cádiz debía venir V.M. con preferencia a otro cualquier punto -dijo a diputados y autoridades-; dígolo así, porque siendo Cádiz la hermosa ciudad que hasta ahora no se ha mancillado con la huella enemiga, siendo Cádiz el puerto anchuroso que almacena todas las preciosidades del universo, país de la abundancia, país de la riqueza, y por fin el pueblo leal y generoso que tantas ofertas tiene hechas por el bien de la patria ¡no veo muy lejos el día en que todas (las ciudades de España) puedan decirle: tus socorros nos han salvado!, Cádiz, patria dichosa de mis mayores"

Diego de Ustáriz

Continuará

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