Bicentenario

La Gran Exposición

  • El descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán ha sacado a la luz la historia de una de las culturas prehispánicas más ricas de América, muy avanzada tecnológica y socialmente

En 1987 la historia antigua de Perú, y con ella toda la rica historia prehispánica de Iberoamericana, se estremeció. Un reducido y animoso equipo de arqueólogos peruanos, con Walter Alva al frente, localizó y excavó la que era la tumba de un gobernante de la cultura preinca de los moche. Se había encontrado en la parte central escalonada de adobe de doce metros de altura y más de cien metros de base. Hasta ese momento la cultura Mochica era conocida por la existencia de numerosas piezas de cerámica, pero poco más se sabía de ella y, mucho menos, nadie imaginaba lo que se ocultaba bajo este montículo.

Porque lo que las excavaciones sacaron a la luz fue una espectacular tumba, casi intacta a pesar de la abundancia de los saqueadores que operaban en la zona y que tuvieron que ser expulsados antes de poder seguir trabajando. Un tumba comparable a la de los faraones y cuyo estudio aportó y sigue aportando amplia documentación sobre la cultura Mochica.

A la tumba se le llamó El Señor de Sipán, por el territorio peruano en el que se encontraban, y desde hace unos días protagoniza una de las más grandes exposiciones que se hayan organizado nunca en Cádiz. Se puede ver hasta el 10 de septiembre en la Casa de Iberoamérica. 195 piezas que, en un 90%, salen por primera vez del Perú y que no volverán a viajar a Europa hasta que no haya pasado más de un año, en este caso rumbo a centroeuropa.

De lo encontrado en la tumba da sentido estas palabras de Alva: "Este gobernante no envidiaría mucho a cualquier soberano del Viejo Mundo, pues materiales exóticos obtenidos desde miles de kilómetros estaban para honrarlo, como la turquesa traída de Argentina o del sur del Perú, lapuslázuli de Chile, conchas del Ecuador, oro de la vertiente oriental andina o cinabrio de las altas montañas".

Tras el final de la dominación española, el saqueo de las riquezas de las viejas culturas americanas había diezmado de forma considerable su patrimonio. La situación se hizo insostenible entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, cuando los museos europeos y las colecciones particulares crecían con la adquisición de estas piezas. Por eso, cuando el equipo de arqueólogos comenzó a trabajar en este territorio peruano lo primero que tuvieron que hacer era sacar de allí a los saqueadores.

Afortunadamente estos no lograron sacar a la luz la tumba en la que se hubieran encontrado, junto al féretro principal, los cuerpos de ocho acompañantes: tres esposas, un jefe militar, un jefe de protocolo, un guardián, un vigía y los restos de un niño. "Parecía un recinto listo para vivir, todo perfectamente dispuesto. El oro, a la derecha; la plata, a la izquierda. Uno simbolizando a los Andes y el otro al mar. Todo lo que siendo opuesto es a la vez complementario pues asumían que el mundo sólo está completo cuando está en equilibrio", relata el arqueólogo.

Localizada la tumba, descubren que a pesar de las riquezas que acompañan a los cuerpos que allí descansan no corresponde a un rey o emperador sino a uno de los señores de la zona, similar a un señor feudal. Cierto es que en las excavaciones aún no se ha entrado en dos pirámides ya localizadas, lo que hace suponer más riquezas si en algún momento se encontrase a la máxima autoridad de esta cultura.

En base a los estudios realizados se destaca la existencia de una dinastía hereditaria, lo que se corroboró con la localización, posteriormente, de una nueva tumba que se denominó del Viejo Señor de Sipán y que a través del ADN se constató que correspondía a un antecesor por vía materna.

Pero si se heredaba el poder no pasaba así con las riquezas acumuladas, buena parte de ellas enterradas con el difunto. En este caso, el Viejo Señor tenía un carácter más ritual, pues se considera que éste tenía una función más cercana a la de un sacerdote, mientras que la tumba de El Señor de Sipán nos deja la de un gran guerrero.

Las salas de la muestra dedicadas a esta excavación concluye con los ornamentos localizados en una tumba de sacerdotes guerreros, que se exponen por primera vez aprovechando su presencia en Cádiz, y con una sala donde se muestran los últimos descubrimientos de una excavación aún en marcha (se calcula que se ha analizado el 70% del total y nada de las pirámides) y que ha permitido la apertura de un museo que en apenas diez años de existencia atrae a más de 160.000 personas cada año.

En todas estas salas se exponen piezas únicas que demuestran la fortaleza de esta cultura, su poderío económico y la riqueza de sus ornamentos que, en su mayor parte, han llegado a la actualidad en perfecto estado de conservación, en lo que ha tenido mucho que ver el suelo desértico en el que se han encontrado.

La segunda parte de la exposición se centra en las excavaciones en Hueca de la Luna, en el valle de Moche, a unos 200 kilómetros de Sipán. Aquí se trabaja con especial relevancia desde 1991, ocupando un complejo de 160 hectáreas siendo el centro urbano con un carácter ceremonial.

La peculiaridad de las excavaciones que se realizan en esta zona, a cuyo frente se encuentra Ricardo Morales, es que es un proyecto autogestionado con una importante presencia de la Universidad y la colaboración económica de empresas privadas, que palian la ausencia de aportaciones públicas estatales.

La presencia de pinturas murales en este complejo es extraordinaria, así como su estado de conservación que ha permitido evitar operaciones de restauración. Se cuantifica en 12.000 metros cuadrados la superficie ocupada por estos murales que a la exposición se han traído a través de una serie de espectaculares fotografías de gran realismo.

La exposición se cierra con la Señora de Cao, con la primera presencia de una mujer en la cúspide del poder. Se destaca que "el hallazgo de esta tumba representa un eslabón esencial para entender el carácter y género de los gobernantes del antiguo Perú, ya que hasta ahora se creía que solo los hombres habían ocupado el poder en las diversas culturas". Por las piezas encontradas en el interior de su tumba indican que mantiene el mismo estatutos de gobernante que el Señor de Sipán y el Viejo Señor de Sipán.

Botella mochica de asa estribo. Representa a un camarón de río, abundante en el norte del Perú

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