Bicentenario

Arte indígena precolombino

  • La segunda gran muestra del Bicentenario llega a Cádiz · Se trata de una colección de más de 200 piezas de piedra, cerámica, oro y jade procedente de los fondos del Museo Nacional de Costa Rica

 Verde es el color del jade, también el que predomina en los exuberantes bosques costarricenses. Por eso, es el que se ha elegido para envolver el ambiente de las salas que acogen la exposición Costa Rica, tierra de maravillas que ayer se inauguró en la primera planta de la Casa de Iberoamérica (antigua Cárcel Real).

Ese verde contrasta con el color de las piezas que se exhiben: 250 obras de arte realizadas en jade, oro, cerámica y piedra antes de que Colón llegara a lo que él llamó Costa Rica a principios  del siglo XVI, y que proceden de los fondos del Museo Nacional del país centroamericano.

Se trata de la segunda de las cuatro grandes exposiciones que están previstas para este año, en el que se conmemora el bicentenario de la Constitución de 1812 y en el que Cádiz es Capital Iberoamericana de la Cultura.

Aunque la muestra se inauguró a las ocho de la tarde, por la mañana hubo una presentación a los medios de comunicación en la que participaron la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, y los comisarios de la exposición, el arqueólogo del Museo Nacional de Costa Rica Ricardo Vázquez Leiva y la arqueóloga y conservadora de dicho museo, Marlin Calvo.

Costa Rica, tierra de maravillas comienza con unos paneles que presentan al país centroamericano y lo sitúan en el mapa. Según puede leerse al comienzo de recorrido, esta nación es "mundialmente reconocida por su bosque tropical, exuberante catedral habitada por asombrosas variedades de plantas y animales, pero su rica arqueología continúa relativamente desconocida".

Y es precisamente la biodiversidad que caracteriza a Costa Rica y su arqueología los ejes en torno a los que gira esta muestra que abarca desde el año 500 a.C. hasta el 1.300 d.C., aunque también hace referencia a la supervivencia de la cultura indígena después de la llegada de los españoles. Pero el recorrido que realiza no es cronológico. Según explicaba a este periódico Ricardo Vázquez Leiva, "no hemos querido seguir la ruta clásica de ir periodo por periodo, si no que se hace un recorrido a través de conceptos como la arqueodiversidad, que está relacionado con la diversidad biológica que se manifiesta en los cambios culturales y del conocimiento que se dieron en las sociedades prehispánicas independientemente de la cronología".

Así, señalaba que la exhibición se estructura en cuatro secciones "inspiradas en la metáfora del desarrollo de las sociedades humanas, armonizadas con la secuencia de periodos arqueológicos". Y cada periodo está relacionado con un material con el que los indígenas decoraban sus viviendas o sus cuerpos, que son esos cuatro materiales con los que están elaboradas las piezas de la muestra.

El arqueólogo del Museo Nacional de Costa Rica comentaba que la cerámica y la piedra tienen "ubicuidad en todo el recorrido" porque son los materiales que mejor se conservan, ya que la humedad que hace en el país centroamericano ha provocado el deterioro o incluso la desaparición de piezas textiles, de madera y huesos. De todas formas, "la gran riqueza en expresiones de cerámica y piedra hace que hayamos puesto énfasis en esos materiales", manifestaba Vázquez Leiva. El jade y el oro, que se introducen sucesivamente en Tierra de maravillas, "participaron en un cambio ideológico sensible en la historia antigua de Costa Rica", según el comisario.

Cada periodo histórico al que se refiere la muestra y cada una de las piezas que se exhiben vienen acompañados de textos explicativos, que el arqueólogo costarricense opina que se adelantan a las preguntas que pueden hacerse los visitantes.

El recorrido comienza con el concepto de metate, una especie de mortero con el que las culturas precolombinas de Centroamérica trituraban los alimentos. "A medida que va floreciendo el conocimiento, se va utilizando para fabricar elementos decorativos y el formato básico evoluciona en uno más desarrollado", revela Ricardo Vázquez Leiva.

Entre las obras que componen la muestra se encuentran las famosas esferas de piedra de Costa Rica que tanto han dado que hablar. Pero Vázquez Leiva destaca otras de una mayor dificultad de elaboración. "Aquí hay piezas de un nivel y una calidad de acabado técnico comparable a las altas civilizaciones de América como la Maya y la Inca, a pesar de que Costa Rica se consideraba un país marginal con muchos menos habitantes y en el que no hay un gran desarrollo arquitectónico", indicaba el arqueólogo, que añadía que esto refleja que "había grupos humanos bastante complejos, con un alto nivel de conocimiento y una visión del mundo muy compleja".

Así, en la muestra pueden verse esculturas con rocas volcánicas y con jade, de las que Vázquez Leiva destaca la carencia de herramientas metálicas en aquella época para tallar las piezas. También piedras de moler, taburetes y mesas decoradas con calados.

Según comentó la alcaldesa, esta es la primera vez que pueden verse estas piezas en Europa, y ha sido gracias a las "relaciones intensas" de los últimos años entre Cádiz y Costa Rica. 

Teófila Martínez informó que los primeros días, concretamente hasta el 3 de agosto, se celebrarán unas jornadas de puertas abiertas para todos los que quieran visitar esta exposición y a partir del 4 de agosto la entrada costará dos euros. Será gratuita para menores de 12 años y mayores de 65. Como la muestra se encuentra en el mismo edificio que la de El señor de Sipán, se ha establecido un precio especial de tres euros para las personas que quieran visitar ambas exposiciones.

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