Al filo de las cuatro de la madrugada del miércoles una furgoneta-bomba cargada con 200 kilos de explosivo colocada por la banda terrorista ETA saltaba por los aires frente a la casa cuartel de la Guardia Civil de Burgos haciendo estallar cristales y dejando como consecuencia 64 heridos leves, según la cifra aportada por la Junta de Castilla y León.

La explosión, que provocó un cráter de siete metros de diámetro y dos de profundidad, causó graves daños materiales en la fachada del edificio de 14 plantas donde en ese momento dormían familias enteras, un total de 120 personas entre los que había 41 niños. Las 14 plantas del bloque de viviendas se vieron afectadas por la deflagración, que afectó con más intensidad a los primeros pisos, que quedaron destrozados por completo, provocando daños también en los edificios aledaños.

La explosión, "muy potente", se registró a la altura de la calle Jerez de la capital burgalesa, en la parte trasera de la casa cuartel, sin que previamente se hubiera recibido el aviso de que se iba a producir la detonación.

La explosión sobrecogió a todos los vecinos de la zona. Los heridos, todos de carácter leve, recibieron asistencia en el mismo lugar del siniestro y, posteriormente, la mayor parte fueron conducidos al complejo asistencial de la capital burgalesa mientras que el resto fueron desviados a un centro de salud.

Entre los 64 heridos, cifra aportada por la Junta de Castilla y León, se encontraban dos mujeres embarazadas y seis niños, todos con heridas leves. Un total de 118 personas fueron finalmente evacuadas, aunque superado el mediodía ya no quedaba ninguna persona ingresada en los centros de salud burgaleses.

Las imágenes de las primeras horas del día las protagonizaron fundamentalmente los numerosos niños que vivían en el bloque de viviendas, con lloros, expresiones y gestos de pánico provocados por el susto de la detonación. Los vecinos de la zona lamentaron los daños ocasionados por la explosión y aseguraron que la ausencia de muchas personas debido a las vacaciones de verano evitó un mayor número de afectados.

Al lugar del atentado se desplazaron el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en representación del Gobierno, y el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera.

Aunque fuentes de la investigación indicaron que la furgoneta-bomba estaba cargada con al menos 200 kilos de explosivo, Rubalcaba consideró prematuro hablar de la cantidad utilizada hasta que se conozca su composición, aunque manifestó que lo importante es saber que se ha tratado de una explosión "muy potente". "Hablar de explosivos no deja de ser una especulación", remarcó.

Fuentes de la investigación revelaron también que la furgoneta que ETA hizo explotar era una Mercedes Vito con las placas dobladas. Este extremo sí lo confirmó Rubalcaba cuando señaló que "es probable que el coche pudiera provenir de Francia, y que las placas se robaran en España".

Los terroristas no avisaron de que la bomba iba a estallar y, a este respecto, Rubalcaba señaló que no es extraño que ETA no avisara porque esto "ha ocurrido otras veces cuando pretenden atentar contra la Guardia Civil".

El comando Vizcaya de ETA liderado por el etarra Arkaitz Goikoetxea, que fue desmantelado por la Guardia Civil hace exactamente un año y que ha sido uno de los más activos desde el final de la última tregua de ETA, tenía al cuartel del instituto armado en Burgos entre su lista de objetivos. Así se desprende del auto del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, que envió a prisión en julio del año pasado a siete de los presuntos integrantes del comando, y que detallaba sus planes terroristas.

En junio del año pasado, el jefe militar de ETA, Garikoitz Aspiazu Txeroki, ordenó al jefe del comando Vizcaya que elaborara información detallada sobre la casa cuartel de Burgos, que finalmente fue atacada ayer.