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11M 2004-2014

"No lo quiero como conciudadano": un condenado por 11-M sale de la cárcel

  • Rafah Zouhier, nexo entre la cédula islamista y el minero que proporcionó los explosivos de la masacre, cumple sus diez años de condena el 16 de marzo.

Rafah Zouhier era un delincuente común, uno de esos a los que en España se les llama de poca monta y que en alguna ocasión entran y salen de prisión. 

Fue entre rejas donde el marroquí (Casablanca, 1979) se hizo amigo de Antonio Toro. Este, tiempo después, lo puso en contacto con su cuñado José Emilio Trashorras. Y el ex minero acabó facilitando a una célula islamista a través de Zouhier el explosivo con el que el 11 de marzo de 2004 se perpetró el peor atentado en la historia de España. 

"No quiero a Zouhier como conciudadano nuestro", dice Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo. 

El marroquí está a punto de cumplir los 10 años a los que fue condenado en el juicio por el 11-M y saldrá de la cárcel el 16 de marzo, cinco días después del décimo aniversario del atentado que dejó 192 muertos y más de 1.800 heridos. 

Las víctimas de la masacre quieren que sea expulsado a Marruecos, pero él quiere quedarse en España. Y el matrimonio que ha celebrado con una española en prisión podría facilitárselo. 

Zouhier era confidente de la Guardia Civil cuando tuvo lugar el 11-M y, aunque la alertó de otras ventas de explosivos, del que luego se usó en Madrid jamás dijo nada. 

Fue muy controvertido durante el juicio por la masacre, en 2007: se declaró "súperinocente", sacó de sus casillas en varias ocasiones al presidente del tribunal y fue amonestado verbalmente y hasta expulsado de la sala. "¿Se puede callar de una puñetera vez?", llegó a espetarle el magistrado Javier Gómez Bermúdez

Hasta su entrada en prisión no era especialmente religioso, pero en la cárcel se ha acercado mucho al islam. Según medios españoles, cumple con los cinco rezos diarios, si bien no se relaciona con los presos musulmanes más radicales. 

"A mí me hizo daño, pero si se queda en España habría que ver a quién más podría hacérselo", dice Manjón, que perdió a su hijo Daniel, de 20 años, aquel 11 de marzo. La puesta en libertad de Zouhier agita a las víctimas. "Me voy a convertir en su peor pesadilla hasta que lo echen", asegura Manjón. 

Escribió al ministro del Interior y a la comisaría general de extranjería, demandando su expulsión. "Será un extranjero sin papeles en cuanto ponga los pies en la calle", sostiene. 

La propia Audiencia Nacional comunicó ya a las autoridades de extranjería su inminente salida de la cárcel, sugiriéndoles iniciar "los trámites para su expulsión". Pero esta puede resultar difícil. 

Zouhier se casó en septiembre con una española en el complejo penitenciario de El Puerto de Santa María. Ser familia de una ciudadana del país le da ahora derecho a vivir en él. 

Sobre su mujer, una profesora de informática madrileña de 32 años, recae la sospecha de un matrimonio de conveniencia. Se conocían desde antes del 11-M, pero no habían tenido mucho contacto hasta hace unos años, cuando ella empezó a escribirle a prisión. "Yo sé que está casado, pero también sé que es delito casarse para que no te echen", dice Manjón. Otra asociación, la de Víctimas del Terrorismo (AVT), pide que lo echen porque su presencia en España puede alterar el orden público. 

En el juicio por el 11-M, el tribunal de la Audiencia Nacional consideró que Zouhier no sabía para qué iba a usarse el explosivo en cuya venta medió. Por eso lo condenó solo a diez años como intermediario y no a los más de 30.000 que la fiscalía y las acusaciones pedían como cooperador necesario en la masacre. Para entonces llevaba ya más de tres en prisión preventiva. 

A Trashorras sí le cayeron 34.715 años como cooperador necesario. 

En total, la Audiencia Nacional condenó a 21 de los 28 acusados a penas de entre tres y más de 40.000 años de prisión. En segunda instancia los condenados quedaron en 18. 

Antes de Zouhier quedaron libres cuatro que tenían penas menores a diez años. Un quinto cumplió condena pero sigue en prisión en espera de extradición. Tras Zouhier, el próximo en salir, en marzo de 2016, será el también marroquí Fouad el Morabit, condenado a 12 años por integración en organización terrorista. 

En el banquillo no estuvieron siete de los terroristas que colocaron las bombas porque se volaron por los aires tres semanas después del atentado, al ser rodeados por la policía en una vivienda de la localidad madrileña de Leganés. Los dos que sí fueron juzgados, los marroquíes Jamal Zougam y Otman El Ganoui, recibieron más de 40.000 años de condena, de los que cumplirán un máximo de 40. 

El egipcio Rabei Osman El Sayed, acusado por la fiscalía como cerebro de los atentados, fue absuelto al haber sido ya juzgado y condenado en Italia como integrante de organización terrorista. 

Tampoco fueron hallados culpables del cargo otros dos acusados como autores intelectuales, los marroquíes Hassan El Haski y Youssef Belhadj. Su condena fue a 15 y 12 años por pertenecer a banda armada.

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