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Andaluzas 22M

La campaña de un beso, un voto

  • Susana Díaz entra por primera vez en el cuerpo a cuerpo con Moreno, sin nombrarlo, para responder a sus ataques y sus errores. El Viso se paraliza para recibir a la candidata del PSOE.

No era Domingo de Ramos pero lo parecía. Si no estrenaban ropa, les aseguro que llevaban sus mejores galas, los labios pintados, los zapatos lustrosos, la rebeca sin bolas y la permanente de peluquería. Nada más bajar del autobús la entretuvieron para que no se cruzara con el coche fúnebre y, entre achuchón y achuchón, se fueron situando para saludarla con el mismo entusiasmo que si se tratara de la Familia Real. A unas les daba "corte" y se colocaban en segunda fila; otras aceleraban para darle el beso de rigor: "¿La has saludado ya? Ponte aquí que se ve mejor. ¡A ver si al final nos lo perdemos! La foto aquí no, en la plaza, que tiene mejor encuadre. ¡Qué guapa es, mejor que en la tele!". Tras la bajada de escaleras, un aplauso espontáneo. Camino de la plaza, medio pueblo se detiene para cantar el cumpleaños feliz a una joven que estrenaba los 18. Un momento antes, una vecina le regalaba la enésima canastilla y un bebé de 12 días descubría en sus brazos el circo mediático. Era el hijo de la Vicky, la de la guardería, y de apellido… Bonilla.

En El Viso ayer no se cabía. Cuando la candidata socialista dice una y otra vez que las encuestas que a ella le valen son las del "calor y el cariño" de la gente se refiere a esto. Escenas costumbristas que podrían salir de cualquier película de Berlanga. Las imágenes, pero también el guión. Puro surrealismo escuchar la solemnidad con que un vecino le regaló un cuadro de la Virgen del Alcor y una medalla "para que resplandezca" en la cuna de su futuro bebé y le "acompañe toda su vida". Susana Díaz no se queda atrás. Este palo también lo domina. A una abuela que le tocó la barriga para desearle buena suerte le contestó que hasta su hijo parece querer contribuir a la mayoría: "No me da problemas, ni cansancio ni fatiga ni ná". Lo único que llegará en julio... con el caloret.

Ahora la gente se acerca y busca el beso y la foto; hace tres años no eran pocos los que esquivaban la primera fila. Esta campaña es otra cosa. Lo saben en el partido y se ve en la calle. Ayer fue en la campiña sevillana, pero pudo ser en el imaginado Macondo y en cualquier rincón perdido de Andalucía. Si la remontada de las encuestas con que cuenta el PSOE se mide en besos y abrazos, Susana Díaz se encontrará las urnas más llenas de rosas y puños que las que pronostican todos los sondeos.

Hay tres argumentarios que están marcando estos primeros días de campaña electoral: que nadie la va a callar cuando se trate de defender Andalucía, que ella no se dedica a "prometer" sino a "hacer" y que el único pacto que busca es "el de la gente". Todo ello enmarcado en un incisivo discurso para movilizar al electorado -la estrategia del voto útil- y conformar esa "mayoría amplia" que le dé libertad para gobernar y genere la suficiente estabilidad para "dar el salto que Andalucía se merece". Porque la tarea ha sido inmensa "pero el trabajo no está terminado".

En todo ello se empleó ayer la líder socialista en una intensiva jornada matinal que terminaría bien tarde preparando el debate de esta noche en Canal Sur. Alto y claro le habló al candidato del PP. Susana Díaz entró por primera vez en el cuerpo a cuerpo para reprocharle a Juanma Moreno -sin nombrarlo- que "con el terrorismo machista no se juega" y advertirle que, ante un problema tan delicado, lo que hay que hacer es "blindar a las mujeres, dar seguridad y no hacer chascarrillos". Desde luego, no fue afortunada la intervención del candidato del PP en su mitin del sábado con motivo del Día de la Mujer. Las palabras no son inocentes y mucho menos en temas tan sensibles como la igualdad. En nada ayuda a los populares que su líder sentenciera que van a golear porque tienen la "mejor delantera" y mucho menos que dijera que las mujeres andaluzas están "maltratadas" por el Gobierno andaluz. Poco importa si hablaba de paro y no de machismo. Si el PP ha decidido -de verdad- sumarse a la lucha por la igualdad, algún asesor debería recordarle que contra el lenguaje sexista también hay que pelear, sobre todo, cuando más que un desliz lo que esconde es el inconsciente.

Errores menores, tal vez, que en campaña se convierten en dardos en manos del adversario. Todavía tiene que estar lamentándose de haberse equivocado haciendo una suma en una entrevista en televisión. Se lo puso en bandeja a la presidenta de la Junta: "Defiendo la educación pública porque es la garantía de la igualdad de oportunidades, la que permite que cualquier niño llegue al límite de sus capacidades. Además, allí nos enseñan a leer y también a sumar, y bien...".

La ironía con que se expresó en El Viso -se preguntó su opinión sobre el hecho de que Moreno Bonilla lleve a sus hijos a un colegio privado- se transformó una hora más tarde en una contundente defensa del sistema público durante su intervención en un mitin organizado en la Colegiata de Osuna. Allí le espetó a Rajoy que se deje ya de "cuentos con el empleo", que si quiere ayudar que lo haga con un plan específico para Andalucía y que, si no, que al menos "no estorbe". Sobre el día después del 22-M, con todas las encuestas avisando de la fragmentación del voto, la secretaria de los socialistas subió el tono en su rechazo a posibles pactos. No se refirió a IU -aunque le contestó a Maíllo que a ella no la "teledirige" nadie- pero con PP y Podemos quemó todos los puentes. "¡Ni con unos ni con otros!". Ni con la derecha que "tanto nos ha hecho pasar" ni con los otros que no saben ni lo que van a hacer: "¿Cómo voy a pactar con quienes dicen que no les gusta el PER que tanta dignidad ha dado a los trabajadores?" El mensaje de voto útil, en plena Sierra Sur de Sevilla, también llegó alto y claro.

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