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Andaluzas 22M

La Niña del Tardón

  • En el barrio de la candidata socialista se puede discutir de política pero no de Susana. Es la "cría" del barrio y gana por goleada.

La tortilla de espinacas y garbanzos de la Peña Los Ángeles es peligrosa. No tanto para el estómago como para el equilibro. Sí, literalmente. La esquina trianera invita a hacer una parada en el camino y, si uno se descuida, es fácil terminar sujetando la barra, coleccionando cascos vacíos de cerveza y contribuyendo a tumbar los dos lemas de la asociación: no decir palabrotas y no hablar de política. Les advierto que el barecito está a sólo unos metros de la casa de Susana Díaz y que lo conocen en el barrio del Tardón como la "peña roja". Lo más curioso es que, igual para confundir o para (aquí también) dar una imagen de pluralidad, tienen de presidente a uno de los duros del bando enemigo. Se llama Jaime y es uno de esos vecinos que, con acuosos ojos azules, gorra poblada de patrióticos pins y discurso militar, primero intimida y luego encandila. El momento de inflexión llega cuando comparte el plato de choricillo e Isidoro, el alma de la taberna, te abre, sin preguntar, otra Cruzcampo. Entonces ya se puede entrar en terreno pantanoso. Las elecciones andaluzas del 22-M.

Estrella hace el diagnóstico inicial antes de volverse pitando al taller: "Hace siete años estábamos muy bien, hace cuatro en la miseria y ahora parece que empezamos a ver algo de luz. Pero ¡claro!, habíamos tocado fondo, a peor no se podía ir". En medio minuto nos arrastramos por el fango de la corrupción. Si los ERE, Gürtel o Bárcenas. Si se tapa más en Sevilla o en Madrid. El y tú más deriva en el paro y en esa Andalucía que "da pena": "Toda España sale y nosotros, para abajo. Encima volvemos a votar al PSOE, como si con 30 años no hubiéramos tenido suficiente. ¿No han robado bastante?".

A Jaime le contesta con firmeza Mario, amigo bético del marido de la presidenta, y le emplaza a votar "algo diferente" y darle una oportunidad a los "nuevos". "¿A Podemos? ¡Eso es demasiado!". Mario "Rodríguez" -me pide que ponga el apellido- confiesa que algunas dudas tiene, que eso de querer quitar la Semana Santa… "¡Inadmisible!", sentencia Isidoro desde el otro lado de la barra. Él es el más susanista de todos; tanto que le advierte al rupturista que como vote a los de las coletas se lo dirá a Pepe para que le retire el saludo. Pepe es el padre fontanero de Susana. En algún mitin se le ha visto y ella no se cansa de recordar la advertencia que le hizo cuando le dijo que se quería meter en política: "¡Que nunca tenga que bajar la cabeza por la calle!". En realidad, Mario siempre ha votado en rojo pero ahora que sus padres ya no viven había pensado "probar"…

Podemos lleva a Grecia, acabamos fuera del euro y en la órbita de Rusia y poco falta para que alguien se acuerde de los supermercado vacíos de Venezuela. Así ocurrió el domingo en El Viso entre abanicos verdes con rosas rojas. Si allí fue la presidenta quien ironizó diciendo que su hijo también quiere contribuir a la "amplia mayoría" del 22-M sin darle "fatiga", en su barrio la lección está más que aprendida. Lo dice socarrón Isidoro: "¡A ver si nos toca la lotería y le damos la absoluta que necesita". El mensaje ha calado; no basta con ganar. Hay que ganar "y bien".

Nada más cruzar el Puente del Cachorro, no son los carteles de Susana los que reciben al turista o al despistado elector en Triana sino los azules de Juanma Moreno. El popular juega en territorio comanche. Allí no tiene nada que hacer. De política se puede discutir pero sobre "La Niña" no se admite ni un solo matiz. Fue la "cría" del barrio que desde chica quiso dedicarse a política y lo sigue siendo. La mayor de cuatro hermanas, la hija de fontanero y ama de casa que tardó más de la cuenta en sacarse la carrera de Derecho porque se entretuvo en las Juventudes Socialistas y vendiendo cosméticos a domicilio. Susana Díaz está tan blindada en Triana, en San Gonzalo, en el Tardón, como los derechos sociales en su programa electoral. El mejor muerta que sencilla de la canción nunca se le podría aplicar. La quieren porque es "normal", porque no es "desaborida", porque ni ella ni su familia tienen "nada de extraordinario", porque se asoma a la ventana como cualquier vecina y porque juega con los sobrinos en verano cuando instala la piscina de plástico de la terraza. Le perdonan que entre y salga del barrio con guardaespaldas y coche oficial porque sigue paseándose entre los naranjos, comprando jamón a la vuelta de la esquina y tomando gambitas en la Cervecería Triana. Ahora, es verdad, cosas del "estrés de la política", los que más van son su padre y su marido…

Me lo advierten en la Peña Cultural: "Aquí no encontrarás a nadie que te hable mal de ella. En este barrio se la quiere mucho". No era ése el objetivo del reportaje pero reconozcamos que siempre es sano un poco de diversidad… La encuentro en la iglesia de la Esperanza de Triana. Por muy devota que se declara de la virgen por allí no se le ve. A Fran Rivera sí, y a Moriche (su marido, que es costalero) pero ella no ha ido a poner una velita, ni a la Virgen ni al Cristo de las tres Caídas, con la causa pedida que en estos tiempos es buscar una mayoría absoluta en unas elecciones. En el instituto de Triana tampoco encontramos a nadie que nos certifique si aprendió a leer y sumar tan bien como le replica a Moreno Bonilla. Eso sí, aparece en la revista del 25 aniversario, en las fotos antiguas, como alumna ilustre.

Se me ocurre comprobar si al menos lo de la popularidad de las encuestas es verdad y pregunto por Moreno Bonilla y Maíllo: "¿Esos quiénes son? ¿Maíllo? ¡Ese debe ser el nieto del chino! ¿Bonilla? ¡Suena a morcilla!".

Cuando Susana dice que sabe lo que pasa en la calle lo dice de verdad. Entre los espejos de San Telmo y el mármol de San Vicente está el asfalto del Tardón.

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