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Andalucía

Hay vida más allá de Malaya

  • La sentencia ha contentado más a los imputados que a los denunciantes y los vecinos de Marbella, pero ha supuesto un antes y un después en el urbanismo de la localidad

29 de marzo de 2006. Amanece tranquila la jornada del miércoles. Promete ser un día más en la Costa del Sol hasta que empiezan a sonar los teléfonos. La Policía está registrando el Ayuntamiento de Marbella.

La operación pilló por sorpresa a políticos, ciudadanos y medios de comunicación. Tanto es así que incluso Isabel García Marcos recibió la noticia regresando de su luna de miel mientras que Carlos Fernández estaba en el camino de Santiago, o al menos eso dijo su abogado cuando se retrasaba indefinidamente su comparecencia ante la justicia. Su paradero aún sigue siendo un misterio.

Hacía mucho tiempo que se venía hablando de lo que sucedía en Marbella, pero nadie esperaba que se iniciara una operación judicial de tal magnitud que sentara un precedente en la historia nacional. Por primera vez se disolvía un Ayuntamiento y era intervenido por el Gobierno central.

El grado de implicación de los políticos locales fue tal que entre detenidos e imputados no quedaba nadie que pudiera tomar las riendas de la localidad dando continuidad al gobierno existente que era el fruto de la fusión del PA con los restos del GIL y la archi enemiga de Jesús Gil, García Marcos.

Entre todos consiguieron arrebatar la Alcaldía a Julián Muñoz, que por aquel entonces bebía los vientos por la tonadillera Isabel Pantoja en la aldea almonteña mientras que su sillón era ocupado por Marisol Yagüe, paradójicamente, miembro de un coro rociero de la ciudad.

Tras años de mayorías absolutas del GIL en las urnas todo se destapaba, y aunque aquel peculiar alcalde que aparecía en la tele compartiendo jacuzzi con jóvenes en biquini se había encumbrado en la ciudad apoyándose en el voto ciudadano, ahora nadie quería ni oír hablar del partido que encabezaba el presidente del Atlético de Madrid y propietario del celebérrimo caballo Imperioso.

"La sociedad de Marbella no ha reconocido todavía que Gil no llegó aquí por un fallo del sistema, si no que llegó y se mantuvo en el poder porque hubo 22.000 personas que votaron en cuatro ocasiones seguidas a esa opción de gobierno. Esos ciudadanos no se han dado cuenta de lo que nos está suponiendo ese daño", apunta Javier de Luis, el que fuera miembro de la comisión gestora de Marbella y anteriormente miembro de Ecologistas en Acción además de claro opositor al GIL.

Pero, ¿por qué mientras unos denunciaban otros apoyaban? Porque se pensaba "bueno, se lo están llevando, pero nosotros tenemos muchas situaciones que nos solventan" señala el portavoz de Opción Sampedreña, Rafael Piña, quién entiende que hay que dar un "tirón de orejas a la sociedad marbellí, a la ceguera de la ciudadanía, porque mientras muchos advertían de las irregularidades que se estaban cometiendo en el Ayuntamiento otros votaban a las mismas personas y miren ahora como estamos y el pufo que nos han dejado. Creo que el ciudadano ha aprendido bastante".

El presidente del Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) de Marbella, Juan José González, entiende, por su parte, que la operación Malaya "vino a abrir los ojos a parte de la ciudadanía. Otra parte sabía perfectamente lo que ocurría pero no terminaba de pensar que aquí había un sistema generalizado de corrupción municipal. Malaya ha abierto los ojos a la ciudadanía y eso ha quedado reflejado en las elecciones posteriores en las que los pocos aventureros que se presentaron no han tenido éxito".

¿Recae entonces toda la culpa sobre el voto ciudadano? Para Andrés Cuevas, ex senador por IU y uno de los veteranos más beligerantes en el frente antigilista "lo que ha habido en Marbella ha sido un robo continuado y consentido porque si los malayos, que son los máximos culpables, se dedicaron a saquear al pueblo de Marbella, también hubo mucha gente desde instancias judiciales y políticas que miraron hacia otro lado. Ahora, continúa, "dirán que se amparaban en que todo lo justificaba la crisis y el generar puestos de trabajo, pero lo cierto es que aquí hay mucho cómplice y Malaya se cierra en falso porque quedan en el aire muchas puntadas: las que afectan a los responsables políticos y de otros estamentos".

Al margen de la sentencia, que ha contentado más a los imputados y condenados que a denunciantes y vecinos, lo que está claro es que Malaya supuso "un antes y un después". Según González "las actividades que este Ayuntamiento llevó a cabo quedaron en el pasado y ahora contamos con un nuevo PGOU, mayor seguridad jurídica y por lo tanto vivimos una época totalmente diferente. Una nueva era para la ciudad".

"Lo que había era un libertinaje", señala el representante de la federación de asociaciones de vecinos de Marbella, Alejandro Dogan, quién apunta que ahora "hay una seguridad y empieza a notarse el regreso de los inversores. El único problema que tienen ahora los ciudadanos", continúa, "es la deuda que ha dejado Malaya. El Ayuntamiento no tiene el dinero necesario para ejecutar las obras normales que requiere una gran ciudad para su mantenimiento".

Brotes verdes en Marbella, sí, pero brotes que surgen entre el ladrillo porque el nuevo PGOU "se ha aprobado no para planificar la ciudad si no para legalizar lo robado. Se ha legalizado políticamente el Malaya", según Andrés Cuevas.

Y es que, si bien la alcaldesa, Ángeles Muñoz, se felicitaba tras conocer la sentencia por la recomendación realizada por el tribunal para que el dinero de las multas impuestas regrese a la ciudad, poco se podrá hacer por recuperar el patrimonio destruido. "Los equipamientos públicos fueron ocupados por hormigón", recuerda Cuevas.

"Cuando han aparecido sentencias contra la ordenación del territorio" apunta Javier de Luis, "se han saldado con penas mínimas de prisión o acuerdos de la fiscalía con los acusados. Quiebra la lucha que mantuvimos muchas personas en defensa de lo común porque mañana vendrá un promotor que haga cuentas y vea que compensa sobornar, delinquir y robar".

El portavoz socialista, José Bernal, apunta que a él le interesa "el patrimonio esquilmado cuyo valor es muy superior al de las multas impuestas" por lo que anuncia que exigirán que todo el dinero regrese a la ciudad "pero no solo para saldar la deuda con la Seguridad Social y Hacienda".

Para la vicepresidenta de la asociación de vecinos Arroyo Guadalpín, Mercedes Vázquez, la sentencia del caso Malaya "es tremendamente humillante después de que la imagen de la ciudad se haya visto dilapidada. Además" prosigue "es un ejemplo negativo para los jóvenes y para los empresarios que ven que pueden hacer lo que quieran".

"Los ciudadanos gritaban todos a la cárcel, pero de eso hemos pasado al todos a la calle. En poco tiempo los veremos otra vez paseándose por Marbella" lamenta el portavoz de IU, Enrique Monterroso, quién no llega a entender "cómo el fiscal pide 30 años y el juez aplica un tercio de la condena a Juan Antonio Roca. Esto deja dudas sobre si ha habido problemas de instrucción o alguna otra situación".

Una vez recordado el pasado y analizado el presente, a Marbella le toca ahora mirar hacia el futuro. Según Alejandro Dogan "Malaya hizo que la crisis se adelantara dos años en Marbella, por lo que también esperamos salir antes. Poco a poco se va viendo que la ciudad empieza a recobrar el ritmo de una localidad que vive del turismo. Todo va volviendo a su ser".

Los empresarios locales, por su parte "han recuperado su buena imagen, si es que alguna vez se vio dañada", apunta Juan José González, quién recuerda que ellos "son lo que han sacado la ciudad adelante a pesar de administraciones locales como aquella".

Pero, ¿podría volver a suceder lo mismo? Rafael Piña entiende que no "porque la burbuja inmobiliaria se pinchó, aunque si siguiéramos viviendo en las mismas circunstancias urbanísticas de aquellos años tengo mis dudas".

Javier de Luis, por su parte, entiende que "la capacidad de los especuladores de controlar el Ayuntamiento y comprar a quién fuera para conseguir sus beneficios se ha aminorado, no tanto porque ahora tengamos un PGOU y un gobierno nuevo, si no porque la rentabilidad ha bajado y estoy convencido de que en el momento en el que vuelvan esas violentas rentabilidades del pasado probablemente esa seguridad urbanística de la que ahora presumimos desaparecerá".

Lo que suceda en un futuro no puede determinarse ahora y lo pasado es de todos conocido. Tanto es así que son muchos los representantes de asociaciones vecinales, culturales y empresariales que tras años de lucha contra el GIL ahora quieren pasar página y dejar de hablar de Malaya.

Mientras tanto, la vida sigue en Marbella, discurriendo frente a Villa Ángeles, la que fuera residencia de Jesús Gil en pleno Ricardo Soriano y sede del club financiero que ahora alberga un colegio internacional.

Los turistas e inversores siguen llegando a la ciudad. Muchos de ellos acceden al centro pasando por el arco que popularizara el alcalde más mediático y que ha sobrevivido al paso de los años con más fortuna que el instalado sobre la A7.

Casi nada queda del "chapapote del GIL", de esos colores azul y blanco que por cubrir cubrieron hasta la emblemática torre de la playa de El Cable.

Se cierra un capítulo de la historia local, aunque aún no se da carpetazo a un caso que ha dado lugar a varias piezas separadas. Se pone el punto y a parte, con la esperanza de que pronto llegue el punto y final, sin tal y tal.

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