Andalucía

"A mis padres les dieron a elegir entre dos niños en la casa cuna de Bilbao"

  • El onubense Enrique Olivert descubre que es un bebé robado gracias al ADN

El onubense Enrique Olivert nació en Bilbao el 31 de mayo de 1965. Ahora, a sus 47 años, ha localizado a su familia biológica, que había denunciado su robo y con la que ha podido reencontrarse hace apenas dos semanas. En el banco de ADN de Neodiagnostica -laboratorio que colabora con las asociaciones de afectados por las sustracciones de neonatos- halló las respuestas que buscaba: los marcadores "confirmaron al 100% que ellos son mis padres". Entonces se subió a un avión, desembarcó en la capital de Vizcaya y se reencontró con su padre, su madre, su hermana y sus dos sobrinos, de 4 y 17 años.

Sus progenitores eran novios pero no estaban casados. Ella se quedó embarazada y dio a luz en Bilbao. La llevaron "a una habitación en la que estaban siete u ocho mujeres como ella, solteras, a las que sólo les traían los niños para amamantarlos; es decir, que no tenían la cunita al lado". A los tres días "le hicieron firmar un documento para abandonar el hospital y salir a ver a su novio; ya no la dejaron volver nunca más". A él se lo llevaron de inmediato a la casa cuna de Bilbao. Ella regresó a por su primogénito un día tras otro, unas veces sola y otras acompañada por familiares. "Nadie le había dicho si estaba vivo o muerto y eso le ha mantenido vivas las esperanzas todos estos años". La respuesta de las monjas a sus reiteradas visitas fue "que se marchara, que no eran rosquillas para ir a pedir niños allí". Curiosa contestación, teniendo en cuenta, según Olivert, que "mi madre dice que las monjas fueron las que estaban detrás de todo esto" y que "en la maternidad los domingos se dejaban ver personas muy arregladas y que era vox populi que iban a por niños".

Sus padres adoptivos fueron a por él a la casa cuna de Bilbao. Olivert mantiene que "ellos siempre pensaron que fue una adopción legal", y piensa que sus padres "no pagaron" por él, "aunque ya se sabe que hay que pagar por cualquier trámite". Ellos ya han fallecido y nunca le ocultaron que era un niño adoptado. "Me han querido muchísimo", afirma. Todas las gestiones para su adopción la hicieron "a través de una persona de Andalucía, afincada en Huelva, que tenía contactos en el País Vasco".

Fue entonces cuando sus padres se trasladaron hasta la casa cuna bilbaína para adoptar a un bebé. "Les ofrecieron dos niños para que eligieran y les dijeron que me llevaran a mí, que era más morenito y me parecía más a ellos", relató. Olivert se siente defraudado por el sistema de la época, no por sus padres adoptivos, y remarcó que todos los que formaban parte de este siniestro engranaje "no han comercializado con juguetes, sino con vidas. Esto debe salir a la luz pública".

Enrique, qiue está casado y tiene dos hijos que todavía no se han encontrado con sus abuelos, sus tíos y primos vascos, siempre quiso conocer sus orígenes. Se animó a hacerlo después de que sus progenitores adoptivos fallecieran. Nunca pensó que pudiera ser un niño robado, hasta que comenzó a tirar del hilo y descubrió que en el procedimiento "fue todo muy irregular". La clave del caso ha estado en un "descuido" del notario que redactó la partida de su nacimiento, en el que aparecían el nombre y los apellidos de su madre biológica pese a que la Ley de Adopción de la época no obligaba a que figurara este dato. De hecho, se trata, prácticamente, de una excepción en España. El ADN hizo el resto.

Dueño de un negocio, La Taberna de Quique, y cantante con un dúo musical en el Hotel Carabela de Matalascanas, Enrique no descarta presentar una denuncia con todo lo acontecido, "y así ayudo a SOS Bebés robados", sentencia.

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